Control biológico en trigo: los microorganismos, un importante refuerzo para ganarles a los patógenos

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En los sistemas de producción de siembra directa, con variada cantidad de rastrojo en superficie, semillas ubicadas a profundidad variable y otros factores propios, se determina la necesidad de utilizar fungicidas curasemillas, que traen aparejados múltiples beneficios para las primeras etapas del cultivo.

Entre los factores que provoca esta práctica, se puede enumerar la posibilidad de minimizar la existencia de plantas débiles y anormales, con escasa resistencia a condiciones ambientales desfavorables y en forma indirecta favorecen la implantación.

“El control biológico se considera ventajoso por disminuir los riesgos para el medioambiente. Los antecedentes de biocontrol en Argentina se refieren a hongos, bacterias y nematodos, que atacan y controlan a patógenos de plantas”, recuerdas los investigadores que realizaron el ensayo.

Microorganismos

El objetivo de este experimento fue evaluar las cepas de Bacillus subtilis y Trichoderma atroviride sobre el comportamiento agronómico del cultivo de trigo y sus efectos en el control de patógenos a campo, en comparación con un testigo biológico.

Para las tres campañas analizadas, se utilizaron materiales de trigo de ciclo intermedio con fecha de siembra en finales del mes de junio y espaciado a 0,2 m entre surcos con una densidad de siembra de 350 pl/m2.

Vale aclarar que se fertilizó con fosfato mono amónico a la siembra y se aplicó nutrición nitrogenada con urea en el estado de macollaje según las necesidades del cultivo en cada año evaluado.

Las tres campañas evaluadas fueron muy diferentes en relación a las precipitaciones acumuladas durante el ciclo del cultivo, siendo la campaña 2022 la que menor oferta hídrica presentó, estando siempre por debajo del promedio histórico.

De acuerdo con las conclusiones del trabajo realizado por los especialistas Fernando Jecke, Fernando Mousegne y Gonzalo Santía, la media de rendimiento del ensayo fue de 4685 kg/ ha., aunque no se observaron diferencias significativas.

Sin embargo, el uso de bacillus subtilis y trichoderma atroviride reflejó incrementos de rendimientos con respecto al testigo de 4,06% y 7,10% respectivamente para las tres campañas evaluadas.

En cuanto al número de plantas vivas por metro cuadrado, el uso de estos productos en el cultivo de trigo presentaron un mayor número respecto al testigo, dejando en claro el efecto positivo de la aplicación.

Pero además, en lo que respecta a la evaluación de la enfermedad mancha amarilla en Z26, los menores valores de severidad e incidencia los presento el tratamiento de bacillus subtilis. Por su parte, el tratamiento con trichoderma atroviride también estuvo por debajo de los valores registrados en el testigo. (fuente Infocampo)