Año positivo para el campo pese a la pandemia

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Pese a la pandemia y en medio de un año con fuerte contenido político los tres temas que se destacaron fueron los derechos de exportación de soja, el conflicto con Vicentin y la creación del Consejo Agroindustrial Argentino.

El año cierran con caída en la producción de los principales cultivos y una tendencia alcista de los precios en Chicago

En un año complejo para la economía a nivel mundial, el sector agroindustrial argentino pudo desempeñar sus actividades sin interrupciones y pese a algunos recortes en la producción de los principales granos, los alimentos llegaron sin interrupciones a la mesa de los argentinos.

En materia política, los tres ejes medulares que recorrieron el año para el campo fueron los derechos de exportación al complejo sojero, el conflicto entre el Gobierno y la cerealera Vicentin y la creación del Consejo Agroindustrial Argentino, detallo el diario BAE Negocios.

El otro gran protagonista del año es la sequía, que recortó estimaciones en trigo y soja y constituye uno de los factores que explican el cierre de año con valores récord en Chicago para la oleaginosa.

En marzo, unos días antes del inicio del aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus, el ministro de Agricultura, Luis Basterra, anunció una recomposición del esquema de derecho de exportación a los granos. La principal novedad pasó por el complejo sojero, cuyas retenciones quedaron en 33%, tanto para poroto como subproductos, además de la presentación de un esquema de reintegros para pequeños y medianos productores.

En las negociaciones previas, la Mesa de Enlace intentó mostrar unidad, pero la discusión por la segmentación en este impuesto –cuyo principal defensor fue Federación Agraria Argentina (FAA)- no permitió exhibir una postura del todo unificada por parte de los representantes del campo. Los derechos de exportación, tanto al complejo granario como al de carnes vacunas, fue una discusión que se presentó durante 2020.

En este escenario, en la segunda mitad del año apareció un nuevo jugador en el tablero de la agropolitica: el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), conformado por casi 60 entidades del campo. Este nuevo espacio, en donde participan exportadores, bolsas de cereales y cámaras del sector, se posicionó como un nuevo interlocutor ante el Gobierno, sin tono de confrontación.

En la primera mitad del año, y en la previa al anuncio de retenciones para el complejo sojero, tres de las cuatro entidades que componen la Mesa de Enlace llamaron a un paro, que se extendió cerca una semana.

Estas diferencias entre las gremiales ruralistas se hizo visible una vez más, en el seno del CAA. En este caso, tres de las cuatro entidades que lo conforman participan del espacio, con excepción de la Sociedad Rural Argentina (SRA).

Durante buena parte del año, otra postal frecuente fueron las protestas de grupos de autoconvocados, por fuera de la representatividad de la Mesa de Enlace.

Mientras el Consejo daba sus primeros pasos en la búsqueda de una ley para el sector, el conflicto que se originó a mitad de año entre la agroexportadora santafesina Vicentin y el Gobierno nacional dividió las aguas en la sociedad argentina y amenazó con transformarse en una remake de la 125.

Con una deuda cercana a los $100.000 millones, dividida entre capitales locales y extranjeros, en una primera instancia el presidente Alberto Fernández anunció una expropiación de la firma, pero con el correr de los días empezó a ganar protagonismo Omar Perotti, gobernador de Santa Fe.

Durante varias semanas, la “opción Perotti” fue la apuesta de la Casa Rosada para hallar una solución intermedia entre la expropiación y la intención de la cerealera de solucionar sus problemas puertas adentro.

Pero tras varias reuniones, las partes no lograron alcanzar un acuerdo, el gobierno santafesino se retiró de las negociaciones y se diluyó la posibilidad de crear un fideicomiso, una de las opciones que sonaba con fuerza esos días.

En materia productiva, el año cierra con la incógnita sobre el impacto de la seca en los cultivos de soja y maíz, que según las estimaciones públicas y privadas terminarán por debajo de los números de 2019. En trigo, la falta de agua ajustó el volumen proyectado en 3 millones de toneladas, mientras que el sorgo –de regular desempeño el año pasado- será uno de los cultivos estrella de esta campaña.

Pero las escasas lluvias previstas para los próximos dos meses permiten visualizar, de acuerdo a analistas del sector, una sostenida tendencia alcista en los precios internacionales de los granos.

La soja a USD500 la tonelada deja de ser una quimera, impensable a principios de este año, y es una posibilidad concreta de cara a la cosecha gruesa que empezará en unos tres meses.

La carne vacuna, un alimento esencial para la población argentina, cierra un 2020 con luces y sombras. En el balance, los números productivos son iguales e incluso superiores al año pasado, tanto a nivel local como en exportaciones.

Pero el consuno no repunta y se mantiene en los números más bajos de los últimos diez años, mientras que las ventas al exterior sufren la caída de precios internacionales, tras un comienzo complejo a causa del coronavirus. (fuente Noticias AgroPecuarias)