Con un crecimiento del área del 20% ahora todos miran la calidad y especulan con el precio. Habría una recuperación para mediados del próximo año.
Si bien es cierto que cuando se eliminaron las retenciones y se liberó el mercado de exportación del trigo, su cosecha recién iniciaba, las decisiones relacionadas a este cultivo se habían tomado mucho antes. Incluso antes de sembrarlo en el mes de mayo. Desde la asignación de áreas, la elección de semillas y la aplicación de fertilizantes, el productor triguero estaba muy desmotivado. El resultado fue una producción baja, con muy mala calidad fruto de la falta de inversiones.
Pero en mayo de este año, al momento de la siembra del ciclo 16/17, todo fue optimismo. El área creció más de un 20%, y durante meses se argumentó desde diversos foros que había que apostar a la calidad. Así fue que se utilizaron semillas orientadas a esto, y las ventas de fertilizantes subieron un 50%, en gran parte relacionada con esta apuesta siendo posible por la mejora en la relación insumo-producto.
Al momento se empiezan a trillar los primeros trigos del norte y empezamos a ver los resultados de todo esto. La calidad en el noroeste es relativamente baja, pero hacia el noreste en términos generales mejora, aunque con gran heterogeneidad. Sin embargo, el partido se definirá más adelante, cuando en diciembre / enero le toque el turno de trillar al sur de Buenos Aires, de donde provienen los trigos más ricos en proteína.
Mientras tanto, los precios que supieron estar durante bastante tiempo entre 160 y 170 u$s/t, con la cercanía de la cosecha, van bajando a la zonas de los 140 u$s/t. Los premios por calidad no superan los 5 u$s/t, y el productor se muestra desconcertado, preguntándose si no habrá vuelto a equivocarse. Pero tranquilo! Hay varias cuestiones que dilucidar.
En primer lugar, la disponibilidad del trigo de calidad y su premio parecen el cuento del huevo y la gallina. Los exportadores argumentan que no pagan calidad porque el sistema comercial no segrega, y el productor o el acopiador no segregan, porque no les pagan premios. Pero en el fondo todos saben que una vez que los compradores tengan un buen panorama de las calidades que hay disponibles en las distintas zonas, los premios se irán materializando.
Por otro lado, si observamos los precios del Mercado a Término de Buenos Aires, veremos que mientras la posición enero cotiza en 145 u$s/t, julio ya exhibe unos 165 u$s/t. Este diferencial implica una tasa anual en dólares del 28% en para quien esté dispuesto a esperar. Con créditos ofrecidos al agro a tasas del 5% en dólares, se puede ver claramente una oportunidad.
Pero adicionalmente tenemos que tener presente la estacionalidad que siempre tiene este cultivo.
LO QUE VIENE
Es normal que en época de cosecha las cotizaciones bajen, y después tengamos una recuperación hacia mediados de año. Ello se debe a la forma en la que se estructura el mercado de trigo en nuestro país.
Este año podríamos tener una producción de unos 13 millones de toneladas. De las mismas unos 6 millones irían al consumo interno y al menos 4 millones de toneladas serían destinadas a Brasil. Esto nos deja una demanda «asegurada» de 10 millones de toneladas con lo que unos 3 millones de toneladas deberían colocarse en mercados extra Mercosur.
En el caso de Brasil, la cercanía geográfica frente a los grandes centros de consumo del sur de ese país, y la protección adicional de los aranceles extra Mercosur proporcionan un diferencial a favor de Argentina que garantiza un premio para el trigo. Brasil va realizando compras periódicas de unas 500.000 toneladas mensuales. En tanto, el consumo interno va realizando compras aproximadas de 500.000 toneladas al mes a lo largo del año.
Pero por el lado de la oferta, tenemos dos tipos de productores. Los del centro y norte del país, que hacen trigo en combinación con soja de segunda, y necesitan vender ese cereal por cuestiones financieras, y los del núcleo triguero del sur de Buenos Aires. Para estos últimos, el trigo es su cultivo principal, apuestan en general a la calidad y a esperar buenos momentos para vender.
Por esto en cosecha se genera una presión de ventas que excede la capacidad de absorción de los molinos y de los importadores brasileños. En este momento ese excedente de oferta presiona los precios a la baja, y es cuando la exportación puede comprar barato y logra condiciones competitivas para vender el excedente a otros destinos. Como Argentina no produce trigo para segregar por calidad, se ve pujando en destinos del norte de África o Asia, donde las distancias son mayores. Además, en esas zonas competimos con Rusia y Ucrania, países que crecieron mucho en producción y que son muy agresivos en precio.
En conclusión, los precios del trigo tienen una estacionalidad muy marcada. Desde el arranque de la cosecha -a partir de estas fechas- y hasta que la presión vendedora de productores apurados por los fondos empieza a menguar -generalmente entre mayo y julio- los precios tienen un bajón importante. Luego se recuperan, tanto por la menor oferta de productores como por los exportadores que pueden vender con buenos precios a Brasil. Además está el consumo interno, que empuja los valores de compra. Finalmente hay que ver en qué condiciones se produce el empalme de cosechas, donde puede pasar que los exportadores se retiren y los consumos queden comprando cómodos por estar bien abastecidos, o bien apurados por no haber logrado cubrir sus necesidades en los meses anteriores.
De este modo, aquellos productores que necesitan hacerse de dinero con el trigo, deberían apuntar a vender julio con el precio más alto, y financiarse en el sistema bancario, mientras que quienes apunten a tener calidad o puedan esperar, deberían aguardar a la segunda parte del año.
Por Dante Romano, Paula Piccolo y Paula Broglia, de Análisis de Mercado fyo | Y Ambito Financiero