Bioinsecticidas: Una herramienta clave para los tiempos que vienen

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El manejo de insectos en la agricultura enfrenta desafíos crecientes debido a la expansión de plagas y la necesidad de estrategias más sostenibles. Los bioinsecticidas emergen como aliados clave al mejorar la productividad con menor impacto ambienta.

Aunque la adopción de insumos biológicos requiere ajustes técnicos y culturales, su potencial para mejorar la productividad y reducir el impacto ambiental los posiciona como aliados clave en los sistemas agrícolas del futuro. 

A nivel mundial, los bioinsumos solo representan entre el 3% y el 5% de los insumos agrícolas, aunque su uso aumenta aproximadamente un 16% anualmente.

Este cambio de paradigma responde a la demanda de productos agrícolas libres de residuos y a regulaciones que han agilizado los procesos de registro. Sin embargo, la falta de conocimiento y confianza por parte de los usuarios refleja ciertas debilidades del sector.,señaló un trabajo de AAPRESID. 

Los biocontroladores en el manejo de poblaciones de insectos

Los bioinsumos pueden ser clasificados en dos grandes grupos: los que estimulan el crecimiento o desarrollo de las plantas y los que buscan combatir plagas o disminuir sus efectos negativos, llamados biocontroladores.

Entre los agentes biológicos más utilizados para el control de insectos se encuentran insectos parasitoides, depredadores naturales, virus, bacterias o los hongos entomopatógenos. A diferencia de los productos químicos tradicionales, su acción es más gradual y dependiente de las condiciones del ambiente y del cultivo. Por ello, requieren un enfoque preventivo y complementario al uso de químicos.

A su vez, es fundamental realizar aplicaciones estratégicas en función del ciclo de vida de la plaga. Un monitoreo adecuado permite determinar los momentos más oportunos para la intervención, asegurando una mayor efectividad del biocontrol y evitando aplicaciones innecesarias. Factores como las condiciones ambientales y la correcta calibración de los equipos de aplicación influyen en su eficacia.

El biocontrol tiene tres virtudes principales que lo diferencian del manejo tradicional: su especificidad, que protege a otros organismos benéficos como controladores naturales, polinizadores o abejas; su seguridad ambiental, dado que no deja residuos tóxicos ni en el ambiente ni en los productos cosechados, lo que lo hace seguro para el entorno y la salud humana y su contribución a estrategias anti-resistencia, al reducir la presión selectiva sobre las plagas objetivo.

El ejemplo de los hongos entomopatógenos: Beauveria bassiana

Para ilustrar cómo actúan los biocontroladores, nos enfocaremos en el caso de Dalbulus maidis, conocida como la chicharrita del maíz, que como vector impacta directamente en la problemática del achaparramiento del maíz. Para su manejo, el hongo entomológico o micoinsecticida  de contacto Beauveria bassiana se ha convertido en una herramienta más que interesante en las últimas campañas.

El Ing. Agr. Juan Pablo Brichta, especialista en biotecnología agrícola y CEO de Agro Advance Technologyquién fue consultado por la REM, señala que “el uso de B. bassiana en cultivos de maíz ha demostrado ser una herramienta efectiva para controlar diversas plagas, incluida la chicharrita, contribuyendo a estrategias más sostenibles y menos dependientes de los químicos”. 

La actuación de Beauveria bassiana comienza cuando sus esporas se depositan en la superficie del insecto (fase de adhesión). Una vez en contacto con la cutícula, el hongo produce enzimas como lipasas, quitinasas y proteasas que descomponen las capas de la cutícula, permitiendo que las esporas germinen y formen tubos germinativos y apresorios, que fijan las esporas al insecto y ejercen presión mecánica sobre la cutícula (germinación).

Cuando los tubos germinativos alcanzan la hemolinfa (sangre) del insecto, comienzan a formar blastoesporas para aprovechar el ambiente rico en nutrientes, colonizando los tejidos y produciendo metabolitos tóxicos que llevan a la muerte del insecto por inanición al invadir sus estructuras internas (fase parasítica). Luego, el hongo crece y se reproduce en el insecto muerto (fase saprofítica), penetrando hacia el exterior de la cutícula y esporulando en el cuerpo momificado del hospedador. Si las esporas entran en contacto con otros insectos, el ciclo de parasitación se reinicia.

Los productos que contienen B. bassiana suelen ser más efectivos cuando se utilizan de forma proactiva, y puede ser necesario repetir las aplicaciones si las poblaciones de insectos son altas. Aunque la eficacia puede variar, el momento y las condiciones adecuadas de aplicación mejoran significativamente sus resultados.

Su eficacia es visible en un lapso de 3 a 5 días, dependiendo de factores como la concentración de esporas, las condiciones climáticas y la susceptibilidad de la plaga. 

Para maximizar su efectividad, se recomienda aplicarlo en condiciones de alta humedad y temperaturas cálidas, entre 18° y 29°C, ya que las temperaturas más cálidas y la mayor humedad generalmente aumentan su supervivencia y germinación. Además, dado que la supervivencia de las esporas se puede reducir significativamente después de solo 15 minutos de exposición directa a la luz UV, se sugiere aplicar en horas de la tarde, al anochecer o en días nublados o lluviosos. 

Al igual que los productos químicos, B. bassiana tiene un nicho de acción recomendado dentro de una estrategia agronómica integral. En el cultivo de maíz para el control de la chicharrita, se recomienda aplicarlo durante la etapa vegetativa, particularmente desde la emergencia hasta el desarrollo de las 8 hojas completamente expandidas (V8), periodo crítico para el establecimiento del cultivo y especialmente vulnerable a los ataques de la plaga.

Es fundamental considerar algunas recomendaciones para su uso eficaz y seguro. Por ejemplo, generalmente no se deben aplicar fungicidas al mismo tiempo o cerca de la aplicación de productos que contengan B. bassiana, ya que pueden interferir con su efectividad. Como siempre, es esencial seguir las instrucciones de la etiqueta para garantizar una aplicación segura y efectiva.

Integración con otras estrategias

El enfoque integrado, que combina productos químicos y biológicos, es esencial. Los insecticidas químicos ofrecen un control rápido en situaciones de alta infestación, pero su uso excesivo puede generar efectos negativos en el sistema. Estos impactos no deseados pueden reducirse con la incorporación de biológicos.

Como señala el Ing. Brichta, “es fundamental adoptar un enfoque integral, combinando distintas herramientas de manejo para lograr una producción eficiente y sustentable”. El futuro del manejo de plagas dependerá de la capacidad de los productores para integrar tecnologías innovadoras, mantener un monitoreo constante y adaptar sus prácticas a un enfoque más regenerativo.

La combinación de biocontroladores con prácticas culturales, como la selección de variedades más tolerantes a ciertas plagas, el ajuste de fecha de siembra, el manejo de plantas voluntarias, entre otras, puede hacer la diferencia en términos de rentabilidad y sanidad del cultivo.

En las últimas campañas, los insectos plagas se llevaron mucha de la atención y del presupuesto de los productores, la chicharrita no es el unico ejemplo; se pueden mencionar a Spodoptera frugiperda (gusano cogollero) y Helicoverpa zea (isoca de la espiga) en maíz, pulgon amarillo del sorgo, o la tan famosa Rachiplusia nu (medidora) en sojas Bt. Esto es un llamado de atención y una señal inequívoca de que el manejo debe virar hacia un concepto holístico.