En línea con la creciente demanda mundial de carnes, especialistas del Inta desarrollan técnicas para la eficiencia de los sistemas ganaderos.
En los últimos 20 años, la producción de carnes mundial aumentó un 68,71 % –pasó de 149,45 a 252,14 millones de toneladas– y se estima que continúe en alza. En este contexto, resulta clave acompañar la tendencia de la mano del aumento de la producción con calidad y sanidad animal para el comercio internacional. Así lo entienden los técnicos del INTA y del Senasa que dieron una charla con perspectivas y recomendaciones en el marco de Expoagro.
De acuerdo con la estimación de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) los países en desarrollo serán los responsables del mayor incremento en la producción de carnes.
En este sentido, Enrique Pavan –técnico del INTA Balcarce, Buenos Aires, y uno de los oradores de la charla– aseguró que, entre los principales desafíos que se vienen para la ganadería, se destacan el aumento de la producción, la calidad y la confianza en los mercados internacionales.
Y, en este contexto, aseguró que si bien la capacidad de expansión del área ganadera en nuestro país es limitada, resulta factible incrementar el número de cabezas faenadas en un 10 por ciento. “Para lograr esto –detalló– se requiere un buen manejo del rodeo con técnicas de sanidad, nutrición y genética que nos permita incrementar el índice de eficiencia reproductiva del rodeo nacional de 0,60 terneros por vaca a 0,66 y obtener, así, 1.335.894 de terneros más”.
Asimismo, se refirió a la posibilidad de incrementar el peso promedio de res y pasar de un 20 por ciento de novillos a un 40 por ciento “al incrementar el peso vivo de faena del 20 por ciento de los machos que hoy se faenan como terneros y novillitos en 75 kilos se lograrían 100 mil toneladas adicionales de res con hueso”.
“Para que el producto logrado sea de calidad –explicó Pavan– se debe comenzar a trabajar desde la cría y continuar en la recría y la terminación de los animales”. En cada etapa se define parte del potencial productivo del animal y de las características de calidad de la res/carne. “Como el aumento de peso de faena conlleva un incremento de los costos de alimentación, es necesario trabajar tanto en la generación de recrías de bajo costo como en mejorar las eficiencias de conversión en los corrales”, explicó Pavan.
A su vez, este proceso genera un aumento en carga que requiere el incremento de los niveles de producción, la eficiencia de utilización de los recursos forrajeros y el control de los efectos ambientales indeseables que pudieran generarse.
Por su parte, Ricardo Maresca –técnico del Senasa y otro de los oradores– destacó la importancia de asegurar las condiciones sanitarias y la inocuidad de los productos de origen animal detalladas en el Acuerdo para la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, suscrito por nuestro país en la Organización Mundial de Comercio.
“El aumento en las transacciones comerciales y la interdependencia entre los distintos países del mundo aumenta el riesgo de que, bajo ciertas condiciones, se diseminen agentes patógenos perjudiciales tanto para la salud humana como animal que limitan el comercio internacional”, detalló Maresca.
Y explicó: “El ingreso de un producto de origen animal a un país dependerá definitivamente de la condición sanitaria en su país de origen y del riesgo que represente para el país importador”.
Para evitar esto, los Servicios Veterinarios Oficiales deben garantizar la sanidad animal y la inocuidad de los alimentos de origen animal de exportación para que no representen un peligro, mediante la aplicación de las medidas sanitarias correspondientes.