¿Cómo evitar pérdidas por enfermedades en la producción sojera?

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Por las enfermedades de fin de ciclo en soja se han registrado pérdidas entre un 8% y un 10% de la producción, aunque a veces puede ser más aún. Por eso desde INTA Balcarce recomiendan algunas medidas de manejo para tratar de lograr un control más eficaz en los cultivos y mejorar así los rindes.

El monocultivo de soja, su producción en siembra directa y las condiciones ambientales favorables contribuyen a la manifestación de enfermedades. Estas pueden llegar a imponer limitaciones a la producción, por lo cual es importante conocer y monitorear las enfermedades que afectan al cultivo desde la implantación hasta la cosecha.

Según la Lic. Marina Montoya, técnica de INTA-Unidad Integrada Balcarce, el complejo de las enfermedades de fin de ciclo (EFC) en soja son llamadas así porque los síntomas y signos se manifiestan en los períodos reproductivos intermedios y avanzados. Aclaró que esto no quiere decir que empiecen en ese momento, sino que pueden comenzar antes y que son varias las EFC citadas para nuestro país.

Respecto del sudeste de Buenos Aires las más prevalentes son el tizón foliar y mancha púrpura de la semilla (Cercospora kikuchii), la mancha marrón (Septoria glycines) y el tizón del tallo y vaina y podredumbre de semilla (Diaporthe phaseolorum var sojae y Phomopsis longicolla). Además pueden aparecer la mancha por Alternaria, las bacteriosis, el mildiu, el oídio, la mancha anillada y la mancha ojo de rana, que es más importante entre las EFC de la región núcleo sojera.

La especialista subrayó que este conjunto de patógenos tienen varias características en común, como el hecho de ser, en su mayoría, necrotróficos, es decir, que se nutren de tejido vegetal muerto. Además se caracterizan por sobrevivir en el rastrojo del cultivo y también pueden pasar a la semilla.

ALGUNAS PAUTAS DE MANEJO
Con respecto al manejo para el control de las EFC, la técnica recomendó utilizar cultivares de buen comportamiento si los hay disponibles, y tratar de sembrar siempre semillas sanas. “En el caso de que uno no sepa bien cuál es la sanidad de esa semilla hay que tratar de hacer análisis sanitario, y tratamiento con curasemillas para protegerlas el primer período posterior de la siembra”.

Otra medida que mencionó Montoya es el control mediante prácticas culturales que tienen que ver con la rotación de cultivos, es decir, evitar el monocultivo.

La profesional alertó sobre la fecha de siembra, que debería estar ajustada de manera tal que en el período crítico para la soja –momento en que se desarrollan las vainas y se efectúa el llenado de granos y se define el rendimiento -, las condiciones ambientales sean menos favorables para aumentar la intensidad de este tipo de enfermedades.

La otra herramienta que nombró la especialista es el control químico con fungicidas. Explicó que lo importante es realizarlo de manera oportuna y tener los criterios adecuados para tomar esa decisión. En este sentido, insistió que uno de los criterios más importantes es aquel que considere a todas las partes que componen el llamado triángulo de la enfermedad: la presencia del hospedante, del patógeno y de las condiciones ambientales que son propicias para que se desarrolle con mayor intensidad.

Con respecto al momento de hacer una aplicación de fungicida para las EFC, mencionó que “estudios recientes indican que las condiciones ambientales y sobre todo las precipitaciones acumuladas en los períodos reproductivos intermedios y avanzados (R3-R5), son las que más ayudan a tomar esa decisión”.

También subrayó que hay que estar alerta en el caso de un lote que haya tenido antecedentes de EFC, en uno donde se están presentando síntomas visibles, si hay monocultivo de soja y bajo siembra directa, ya que estas situaciones aumentan las probabilidades para el desarrollo de estas enfermedades.

“Es importante tener en cuenta estas herramientas de control, además de monitoreo permanente de estas enfermedades para evitar tener pérdidas en las producciones, las cuales pueden rondar en promedio entre un 8% y un 10%, aunque a veces puede ser mayor” concluyó la técnica del INTA Balcarce.