Los menores rendimientos de los cultivos de invierno, ocasionados por la sequía y La Niña, implica que parte de la fertilización aplicada no haya sido aprovechada para generar producción. Por ende, muchos productores y asesores están revisando sus lotes y la dotación de ciertos nutrientes para definir la estrategia de fertilización para los cultivos de segunda.
Gustavo Ferraris, experto de INTA Pergamino, advierte que, aún previendo una baja extracción de nutrientes por parte de una fina castigada por sequía y heladas, es clave hacer la distinción entre nutrientes poco móviles, como fósforo y zinc, de aquellos muy móviles, como nitrógeno y azufre.
El especialista refiere a que para fósforo y zinc hay que tener en cuenta el concepto de balance de nutrientes: si la cosecha fina no va a retirar nada del fósforo aplicado, podríamos decir que la futura gruesa aprovechará la residualidad de este nutriente. Pero ojo, esto suele ser claro en soja, pero en maíz puede ser importante reforzar dosis.
Por su parte, Cecilia Cerliani, experta de la Universidad de Río Cuarto, destaca el rol del fósforo y zinc es clave en el desarrollo de raíces, lo cual ofrece al cultivo una ventaja en años secos a la hora de explorar en busca de agua.
Asimismo, desde el sur de Buenos Aires, el especialista Nahuel Reussi Calvo agrega que, “en años secos la respuesta a la fertilización con nutrientes poco móviles es mucho mayor que en años normales”.
Los móviles
Para nitrógeno y azufre, la condición es más compleja ya que no se puede asegurar que el nitrógeno aplicado a los cultivos de invierno estará disponible para un maíz siguiente.
“Por eso, lo mejor es chequear cómo están los niveles a la hora de sembrar y evaluar necesidades de ajuste de dosis”, asegura Ferraris, a lo que suma que, bajo posibles escenarios futuros, responde mejor a la fertilización un maíz tardío con buena condición hídrica que un temprano en sequía.
Tecnologías
Habiendo buenas expectativas para un tardío, no conviene pensar en planteos demasiado defensivos en términos de densidad y fertilización. Para definir la densidad hay que tener en cuenta el rinde objetivo.
Cerliani aconseja no castigar con menores densidades un maíz por el solo hecho de ser tardío: “Es factible un tardío con mayores densidades a las previstas para un temprano en un planteo pesimista”.
Otra de las herramientas es el manejo sitio específico de la fertilización, lo que hace la diferencia en términos de eficiencia de uso. Y por último, tener en cuenta que en siembras tardías la volatilización del nitrógeno es un proceso relevante, por lo que es clave incorporarlo en un lugar seguro hasta su asimilación. (fuente Infocampo)