Al cierre del Congreso de Malezas 2021, el presidente de ASACIM (Asociación Argentina de Ciencias de las Malezas), Julio Scursioni, presidente de la entidad, coordinó un panel de siete expertos en la materia que respondieron a diversas preguntas que hicieron llegar los asistentes al evento.
Para comenzar, el Ing. Agr. MSc. Juan Carlos Papa, investigador a cargo del área de Manejo de Malezas desde 1987 y del grupo de Protección Vegetal desde 2008 del INTA Oliveros, y docente universitario, se refirió a la problemática actual de malezas. “Es por demás compleja y responde a la interacción de variables tecnológicas, económicas, culturales, sociales e incluso políticas, por lo tanto, no es posible dar respuestas con soluciones simples y menos aún cortoplacistas como muchas personas pueden llegar a pretender”, dijo.
“Es muy común que se abuse de la tecnología y se descuide la sustentabilidad de los sistemas”, por eso destacó que “el estudio de los aspectos ambientales es muy importante” en INTA. El ingeniero habló, además de la relevancia de la transferencia y la extensión para que los actores del proceso productivo tomen conciencia de la realidad y la magnitud del problema de malezas. También se refirió a la importancia de usar los fitosanitarios de acuerdo con lo que indica el Registro y el marbete. Y abordó la cuestión de la acumulación de residuos de atrazina en las napas y la consecuente generación de fitotoxicidad que está causando problemas en distintos lugares del mundo.
A su turno, el Ing. Agr. Juan Brihet, coordinador del departamento de Investigación y Prospectiva de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y coordinador técnico de la Red de Buenas Prácticas Agropecuarias, contó cómo trabaja esta organización para revertir el problema de malezas resistentes y tolerantes devenido al mal uso de la tecnología. El especialista, destacó que, en la Red BPA, las 95 entidades y actores que la integran, comparten una visión integral desde lo público y lo privado y realizan un trabajo conjunto a diferentes escalas y niveles.
Según detalló, se promueve la adopción de buenas prácticas mediante capacitaciones, desarrollo de políticas públicas, acciones de comunicación y difusión, generación de manuales, controles, etc. Brihet subrayó la necesidad de diseñar políticas públicas con una visión integral y ofrecer incentivos para implementar buenas prácticas de producción que vayan de la mano de la fiscalización y, eventualmente, de la sanción a quienes hagan las cosas mal.
Roberto Benech-Arnold, decano de la Facultad de Agronomía de la UBA, se refirió a las críticas que reciben los agrónomos por el uso de agroquímicos y transgénicos. “Sin ese tipo de productos no se podría tener una alimentación acorde a la población. Muchos transgénicos –agregó- han hecho mucho por el cuidado del ambiente, al usarse menos insecticidas”. Benech-Arnold resaltó por otra parte que “la carrera de Agronomía se fue reformateando: cuando yo estudié la cuestión ambiental no formaba parte del plan de estudio. Hoy en la FAUBA existe una carrera en Ciencias Ambientales ligada a la actividad agropecuaria”.
“Sí, puede faltar la conciencia profesional: no siempre el profesional es consciente del daño ambiental que puede causar en la medida en que no respete las BPA. Pero eso se cambia con conciencia más que con educación”.
El director de Información Estratégica Fitosanitaria del SENASA, Pablo Cortese, recordó que el organismo oficial basa su accionar en la ciencia y en los parámetros internacionales del Codex Alimentario y “tiene responsabilidad en el registro de los agroquímicos”. En este orden, el funcionario remarcó que el marbete que traen los productos agroquímicos con las prescripciones de uso “es una norma que tiene fuerza de ley, y como toda ley tiene que ser cumplida”.
Cortese indicó que el rol de fiscalización no es solamente del SENASA, que es un organismo rector, sino que los que implementan las normas y las hacen cumplir son los organismos provinciales y municipales; finalmente llamó a los profesionales “a cumplir la ley, porque cuando no se cumple se hace mal a la sociedad y eso debe castigarse”.
Federico Elorza, de CASAFE, describió el proceso de certificación de herbicidas. “Las compañías registran sus productos a partir de un protocolo obligatorio; la información que figura en las etiquetas es producto de una serie de ensayos de eficacia agronómica y de residuos, y son un documento legal y hay que cumplir con lo que aparece ahí”.
“Luego el SENASA revisa la información que dicen las etiquetas, por lo que es poco probable que tengan errores e incoherencias”, aseguró.
Fernando Vilella, director del programa de Bioeconomía de la FAUBA, le puso números al incremento del uso de herbicidas por la aparición de las malezas resistentes. “En Argentina hubo políticas, como los derechos de exportación, que generaron sistemas desequilibrados en lo ambiental, social y económico: la expansión de la agricultura en ambientes lábiles, el desplazamiento de la ganadería y de poblaciones y el deterioro de la reserva natural del suelo por el monocultivo, que terminaron resultado en la resistencia de las malezas”.
“Hay cuentas que dicen que el tratamiento de malezas con resistencia agregó costos de 20 a 80 dólares por hectárea, con pérdidas de 600 kilos de producto cuando hay 50% de infestación, que hoy sería de 300 dólares. El costo, por el empleo de herbicidas, el mayor uso de aplicación, y la pérdida de rindes, se estima en 3.000 millones de dólares anuales”, describió.
De la mesa redonda de cierre participó también el médico Sergio Saracco y dijo que muchas de las críticas contra los agroquímicos son extremas y no tienen sustento real y cierto. “Muchas veces las críticas se basan más bien en una parte de los informes, no en la totalidad”.
“Si bien es cierto que vamos a tener trabajadores que van a tener efectos por la exposición al químico, esto sucede en cualquier actividad laboral cuando se están manipulando distintos productos químicos. En el caso de los herbicidas, tienen un potente efecto irritante que se traduce en lesiones a nivel de la piel y de las mucosas. Ahí debemos trabajar en mitigar el impacto”.
“Pero para el desarrollo y la producción es necesario el uso de esta batería de herramientas como en la medicina hay que afrontar plagas, bacterias y hongos. Si esa amenaza con la que tenemos que trabajar es real y cierta, hay que disminuir ese riesgo tratando de protegernos de esa exposición”.
Acerca de la Asociación Argentina de Ciencia de las Malezas
La Asociación Argentina de Ciencia de las Malezas (ASACIM) es una asociación sin fines de lucro, cuya misión es alentar y promover la generación, el desarrollo, la recopilación y la difusión de los conocimientos relacionados con la ciencia de las malezas y especies invasoras. Sus objetivos son: promover la comunicación e interacción entre individuos y organizaciones interesados en la temática de las malezas; organizar y apoyar la realización de reuniones científicas y cursos sobre la temática de malezas de interés nacional e internacional; cooperar con otras organizaciones con intereses similares, nacionales o extranjeras, para coordinar y promover el intercambio científico – cultural de los asociados; alentar, promover y difundir una correcta y uniforme terminología técnico-científica sobre malezas y contribuir en la educación y entrenamiento de nuevos especialistas promocionando acciones, becas, premios, etc. y generar opinión respecto a políticas concernientes a las malezas, su manejo, control e impacto en la sociedad y en el ambiente.