El manejo eficaz de malezas requiere la implementación de estrategias integradas que combinen diversas prácticas agronómicas y tecnológicas.
Por ese motivo, investigadores del noreste de La Pampa, oeste de Buenos Aires y sur de Córdoba, evaluaron la situación, planteando distintas alternativas de manejo.
“Además, su presencia como materias extrañas es penalizada durante la comercialización y, sumado a ello, pueden tener sustancias tóxicas que comprometen la inocuidad de los alimentos”, indicó.
El especialista explicó que, para optimizar el manejo de malezas, se requiere de la implementación de estrategias integradas que combinen diversas prácticas.
Manejo integrado de malezas
“Por todo lo mencionado, se suman las necesidades del cuidado del suelo con el uso masivo de la siembra directa como sistema de manejo de los cultivos. Todo esto redunda en que los herbicidas son el segmento de los fitosanitarios más utilizados”, manifestó.
Según el estudio mencionado, las malezas primavero-estivales predominantes en los cultivos fueron Amaranthus sp. (Yuyo colorado), seguido por Conyza bonariensis (rama negra), Kochia scoparia (morenita), Euphorbia dentata (lecherón), Chloris virgata (cloris) y Eleusine indica (pata de gallina), afectando principalmente a los cultivos de maíz, soja y girasol.
Por otro lado, en la temporada otoño-invernal el barbecho químico fue la situación más afectada, seguida por el cultivo de trigo y los verdeos de invierno. Las malezas más problemáticas fueron, nuevamente Conyza bonariensis y Kochia scoparia (morenita), y también Veronica arvensis (verónica de campo), crucíferas como Brassica napus (colza), Brassica rapa (nabo) y Hirschfeldia incana L. (mostacilla), Lamium amplexicaule L. (ortiga mansa), Avena fatua L. (avena guacha). Además, se detectaron focos de Brassica rapa, Lolium sp. (raigrás) y Pappophorum caespitosum (pasto de liebre).
“Las prácticas agrícolas inadecuadas, como la falta de rotación de cultivos y el uso repetitivo de los mismos productos químicos, potencian esta problemática”, indicó Montes y afirmó: “Estas prácticas promueven la selección de biotipos resistentes, lo que dificulta aún más el manejo efectivo de las malezas”.
Para abordar esta problemática, es importante adoptar estrategias integradas de manejo de malezas.
Según Montes, una de las principales recomendaciones es la rotación de cultivos. “Esta práctica interrumpe los ciclos de vida de las malezas y reduce la presión de selección que conduce a la resistencia a herbicidas. Al alternar diferentes especies de cultivos, se diversifican las condiciones en las que crecen las malezas, lo que dificulta su adaptación y proliferación”, especificó.
Control químico de malezas
Otra estrategia clave es el uso de productos químicos con diferentes modos de acción. “Alternar productos de síntesis química con distintos mecanismos de acción es fundamental para prevenir la selección de biotipos resistentes”, explicó el especialista.
Por otra parte, el uso repetitivo de un herbicida o de productos con idéntico modo de acción incrementa el riesgo de desarrollo de resistencia. Por lo tanto, es esencial emplear una variedad de productos para mantener la eficacia del control químico.
“El uso de tecnologías de aplicación cada vez más precisas permiten hacer controles de malezas sitio específicos, apuntando exclusivamente sobre el problema con una prescripción adecuada de los tratamientos químicos, reduciendo así el uso de herbicidas en aplicaciones a nivel de lote general”, agregó el ingeniero agrónomo.
Además, para el control de malezas, Jorgelina Montoya -especialista de la EEA Anguil del INTA- explicó que se recomienda el monitoreo constante de los lotes mediante la realización de inventarios regulares que permitan una detección temprana de malezas problemáticas y el ajuste de las estrategias de control según las condiciones específicas de cada lote.
“Este seguimiento también facilita la identificación anticipada de biotipos resistentes y la implementación de medidas correctivas de manera oportuna”, indicó.
Tecnologías integradas
Las herramientas de control no químico, como los cultivos de cobertura, contribuyen al manejo de las malezas durante el período de barbecho. Estos cultivos sembrados oportunamente, compiten con las malezas por recursos y suprimen su crecimiento, reduciendo así la necesidad del uso de productos químicos.
“Los cultivos de cobertura contribuyen a la salud del suelo mejorando su estructura, aumentando el secuestro de carbono de los sistemas y presentan un sistema de raíces con una rizosfera activa. De esta forma, se acortan los períodos de barbecho manteniendo el suelo cubierto y protegido”, explicitó Montoya.
En relación con las herramientas tecnológicas que pueden aplicarse en el control de malezas, Montoya indicó que actualmente, el mercado ofrece una diversidad de implementos de mínima remoción del suelo que contribuyen al manejo de las malezas y al cuidado del suelo. “Estas herramientas permiten un control mecánico efectivo mejorando la eficacia general del manejo de malezas”. (fuente Infocampo)