Consejos para reducir la compactación del suelo en sistemas mixtos

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Los sistemas que integran agricultura y ganadería poseen múltiples ventajas. La rotación de cultivos, la diversidad de raíces y su presencia durante mayor tiempo, la fijación biológica de nitrógeno, la menor aplicación de agroquímicos, la diversidad de productos, la menor exportación de nutrientes, entre otros. Sin embargo, hay un impacto físico que se suma al de la maquinaria que es el pisoteo animal.

Muchas veces surgen preguntas como: ¿cuánto contribuye a la compactación? ¿Hay mecanismos propios del suelo y prácticas de manejo que pueden revertirlo y minimizarlo? En este breve artículo pretendemos contestar estas dudas.

Trabajaremos sobre dos variables que nos permiten evaluar la compactación: la densidad aparente (masa de suelo/volumen de suelo) y la resistencia a la penetración o mecánica, que caracteriza la dureza del suelo.

Un relevamiento de varios lotes en el Sur de Santa Fe y Norte de Buenos Aires muestran una mayor densidad aparente en los lotes bajo manejo mixto en siembra directa en los primeros centímetros de suelo comparado con agrícolas en siembra directa o labranza convencional y, más aún comparado con las referencias (parque del casco del campo). Sin embargo, ni el valor medio de densidad aparente, ni el máximo encontrado alcanzan valores críticos de densidad aparente citados en bibliografía (ej: más de 1,5 t/m3).

La resistencia a la penetración en sistemas mixtos muestra un incremento hasta 7,5 cm de profundidad del suelo.

Es muy importante destacar que los aumentos que produce están circunscriptos a escasa profundidad (7,5 cm) a diferencia de la maquinaria que alcanza 40 cm o más.

Por otra parte, en los primeros centímetros de suelo pueden actuar varios factores biológicos y propios del suelo (expansión y contracción por humedecimiento y secado, materia orgánica) que pueden mejorar la resistencia a la penetración.

Evolución de variables. ¿Cómo evolucionan las propiedades físicas en el tiempo?

En sistemas mixtos del sur de Santa Fe se evaluó la variación de la densidad aparente y la resistencia a la penetración durante cuatro años durante el barbecho invernal y los cultivos de verano comparando situaciones donde durante el barbecho se pastoreaban las malezas y rastrojo o donde no se dejaba ingresar a los animales. Los resultados mostraron que el pastoreo invernal de los rastrojos no generó un deterioro de las propiedades físicas.

Tal vez el principal motivo fue la escasez de las precipitaciones en invierno, que sumado a la siembra directa dan buen piso. Por el contrario, el peor impacto sobre las propiedades físicas lo causó el tránsito de la cosechadora.

Esta operación se realiza con frecuencia en la región con el suelo húmedo, con baja capacidad de porte. Sin embargo, las raíces del cultivo de verano, tanto soja como maíz, produjeron una mejora en las condiciones físicas.

mejorar el manejo. El suelo se encuentra siempre en un equilibrio dinámico. Supongamos una condición física inicial del suelo sobre la que se aplica un estrés, una fuerza, ya sea por tránsito de maquinaria, laboreo o pisoteo animal.

El cambio de su condición física dependerá de la capacidad portante o de la susceptibilidad a la compactación que tenga el suelo para resistir la fuerza aplicada. La capacidad portante («piso») que tiene el suelo está relacionada directamente con la humedad del mismo. Cuanto más seco, más capacidad portante y cuando su humedad está levemente sobre la capacidad de campo la capacidad portante es la más baja.

O sea, de la combinación de ambos factores, por un lado el estrés aplicado y por el otro, la capacidad del suelo para resistirlo, resultan en que el suelo adquiere una nueva condición física.

Pero ahí comienzan a actuar procesos naturales abióticos y bióticos responsables de la regeneración o recomposición de la estructura de los suelos. Estos procesos no se expresan en todas la condiciones con igual intensidad. Por ejemplo, la expansión contracción tiene mayor intensidad en suelos que tienen mayor contenido de arcilla y, a su vez, se expresa más a mayores ciclos de humedecimiento secado del suelo. Las raíces y la biota del suelo son mecanismos fundamentales para la regeneración. La estructuración producida por el enredado de las raíces o bien por la mayor cantidad que ciclos de humedecimiento secado que producen, sumado a un suelo que sea propicio para la macrofauna edáfica, son fundamentales para lograr una nueva y más favorable condición física del suelo luego del estrés aplicado.

abanico de acciones. Hay numerosas acciones o prácticas que podemos realizar para prevenir o remediar la compactación. En general, resulta menos costoso, más sencillo y perdurable prevenir que corregir la compactación. Algunas medidas preventivas trabajan sobre el control de fuerza aplicada (estrés). Y otras, sobre la capacidad del suelo para resistirlo, capacidad portante.

Medidas como ordenar el tránsito de cosecha descargando en cabecera, han mostrado tener un importante impacto sobre el rendimiento en el tiempo. O bien, aumentar el ancho del neumático con el fin de reducir la presión aplicada.

En el caso de planteos mixtos, el manejo de la carga y el tiempo de pastoreo según la capacidad portante del suelo son las prácticas claves.

Si pudiéramos, aunque no sea siempre, cosechar con un buen piso atenuaríamos la compactación. Y si a todo esto sumamos la acción positiva de las raíces y biota, todo es a favor. La presencia de raíces disminuye, por un lado, la susceptibilidad del suelo a la compactación pero también es un mecanismo de remediación natural o biológico. Finalmente, la remediación mecánica (paratill, paraplow, cultivie, etc) tiene un alto costo energético y son baja perdurabilidad en el tiempo.

El pasaje de escarificadores deja al suelo con menor capacidad portante y más susceptible a ser compactado si las labores siguientes se realizan con el suelo húmedo.

En síntesis, el conocimiento de los procesos involucrados en la compactación nos permiten realizar un conjunto de prácticas de manejo factibles en nuestro contexto productivo para prevenir o revertir la mínima y, así tender a un manejo sustentable de los suelos. (fuente diario La Capital)