Córdoba es una de las provincias que está en estos momentos en alerta amarilla por la ola de calor, un fenómeno climático negativo para los cultivos que se suma a la sequía y a las heladas tardías ocurridas en noviembre.
Todo este combo es lo que ha generado que el pronóstico de cosecha de trigo sea realmente calamitoso: con un 29% de la recolección avanzada, la Bolsa de Cereales de esa provincia volvió a achicar su cálculo productivo y lo ubicó en 941.000 toneladas, un 77% menos que el año pasado, cuando fueron poco más de 4 millones de toneladas; y un 66% por debajo del promedio histórico.
De hecho, hay que remontarse a la campaña 2008/09 para encontrar una cifra más baja: en aquel entonces, fueron solo 300.000 toneladas, una de las peores cifras de la historia para esta provincia.
Siembra, cobertura y cosecha
De movida, la falta de agua incidió en que se sembraran solo 989.200 hectáreas de trigo, la menor superficie en siete años, ya que desde la campaña 2016/17 el área cubierta con el cereal superaba siempre el millón de hectáreas.
“La falta de agua al momento de la siembra y el pronóstico climático de lluvias menores al promedio fueron los principales motivos que llevaron a los productores a tomar esa decisión, junto con el aumento del precio de los insumos (principalmente fertilizantes nitrogenados)”, explicó la entidad cordobesa.
El panorama se agravó con el paso de los meses: al principio, los productores habían proyectado destinar un 14% del área solo a cobertura, pero con el déficit de precipitaciones y los rindes reduciéndose a 14,7 quintales por hectárea (los peores también en 14 años), un 25% de la superficie destinada a grano terminó siendo secada, y se dejó para cosecha solo el 65% de lo inicialmente sembrado.