Cosecha de trigo: los rindes de la liberación

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Tras el fin de las trabas al cereal, los productores respondieron con una mayor aplicación de tecnología que se está comprobando con rindes un 20% por encima del año pasado.

Roberto Riera hacía cinco años que no sembraba trigo. En Lincoln, donde tiene su campo, este año volvió al cereal y sembró 200 hectáreas. Para recuperar la gimnasia perdida en el cultivo, con sus hijos Jaime y Cristóbal se animó a armar con ellos un ensayo propio de fertilización. Hoy anda feliz contando a quien lo quiera escuchar los resultados del ensayo casero, que tocó un pico de 7800 kilos.

Como muchos otros productores, Riera había abandonado el cereal por las trabas en la comercialización del anterior gobierno. «Se me hacía difícil venderlo», recuerda, y agrega: «Hubo un cambio [por la eliminación de las retenciones y la quita de las trabas comerciales] y yo aposté por este cambio».

Este año, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el área, con 4,3 millones de hectáreas, creció un 19,4%. En tanto, para el Gobierno alcanzó 5,23 millones de hectáreas, un 19,7% más. En proyección de cosecha, para la Bolsa porteña recolectada el 72,9% de la superficie se esperan 12,5 millones de toneladas. El Gobierno aguarda 15,7 millones de toneladas, uno de sus mejores registros. Recientemente, la Bolsa de Comercio de Rosario, que prevé 14,7 millones de toneladas, estimó que el rinde promedio nacional tocaría un histórico de 32,7 quintales.

Por condiciones climáticas que ayudaron al desarrollo del cultivo y una mejora en la fertilización, ya hubo lugares con rindes sobresalientes. La incógnita es cómo va a terminar el sudeste bonaerense, que viene de una sequía y donde recién avanzan las cosechadoras.

En un informe sobre rindes en la zona núcleo, técnicos de la cooperativa AFA destacaron máximos por encima de los 6000 kilos por hectáreas y hablaron de «picos históricos» para la zona. No obstante, también alertaron sobre problemas sanitarios que llevaron a fuertes pérdidas.

Para el norte bonaerense, Julio Lieutier, asesor privado, expresó que allí se dio una variabilidad de 3500 a 6000 kilos, en especial por el daño por helada, la última registrada en octubre, que afectó en forma diferencial según la zona, ambiente y estado fenológico.

Este año, a diferencia del anterior, hubo un clima frío que estimuló en su momento el macollaje y se dio una primavera fresca. Lieutier contó que todos los recuentos de espigas dieron muy altos. Con un contexto favorable por la quita de las retenciones, de las trabas para exportar y una favorable relación insumo/producto, la fertilización con fósforo y nitrógeno creció de 20 a 30 por ciento. Se apuntó a rinde, proteína y calidad.

Por caso, allí de rangos de 16 a 24 de gluten y proteína que en promedio no llegaba al 10% en la cosecha pasada, ahora el rango fue de 20 a 30 de gluten y proteína en promedio del 10,5 por ciento.

«En general, los rindes fueron de buenos a muy buenos, superiores a lo inicialmente esperado, con calidades muy buenas, aunque hubo lotes de mediana a baja calidad, sobre todo en las zonas más marginales y hacia la Cuenca del Salado», precisó Leonardo Zino, de Red Surcos Chivilcoy. El año pasado, el promedio zonal se ubicó en los 3500 kilos y este año subió entre 500 y 700 kilos. «La fertilización creció un 30-40%», apuntó Zino.

Para Córdoba, que este año logró una cosecha récord de cuatro millones de toneladas, en el centro norte los promedios se ubicaron en alrededor de 35 quintales, con picos de 40 quintales. «Los rendimientos fueron superiores en 5-8 quintales respecto a la campaña pasada. La muy buena disponibilidad hídrica en los lotes desde la implantación fue clave para alcanzar esos rendimientos. Sumado a esto, también hubo un mayor aporte de fertilizantes, de entre un 20 a 30% por encima de los kilos por hectárea usados en la campaña pasada», contó Sebastián Martínez, técnico de la firma de insumos.

En el sudeste cordobés, los rindes promedios rondaron los 4500 kg/ha, con picos de 8000 kg/ha. Pero también hubo pisos de 1700 kg/ha en lotes que no se manejaron bien con variedades susceptibles a roya del tallo.

«La campaña pasada estuvimos en alrededor de los 3400 kg/ha de promedio», recordó Ioele a la hora del balance. «No sólo el clima acompañó en cuanto a la disponibilidad de humedad para el cultivo, sino que también durante todo el ciclo tuvimos un año frío pero sin heladas importantes que posibilitó tener un llenado sin las habituales amplitudes térmicas que nos acompañan desde agosto en esta región», explicó.

En el sur de Santa Fe, los rindes fueron de 5000 a 6000 kilos. Subieron 20% versus el año pasado. ¿Y la calidad? «Los rendimientos fueron mayores a los objetivos de fertilización. Eso determina que no deteriore el potencial pero sí la calidad de proteínas y gluten. Han rendido 1000 kilos más que lo previsto, de acuerdo a la fertilización realizada. Con estas condiciones, la mayoría de las variedades no dan los parámetros de calidad , fundamentalmente de gluten y proteínas requeridos por los molinos harineros», evaluó Alberto Marchionni, productor.

En el centro de Santa Fe, los rindes fueron de muy buenos a excelentes. «Muchos lotes se encontraron entre los 40-45 qq de rendimiento, algo no habitual para la zona. Fue común encontrar lotes con rendimientos superiores a los 50 quintales. En la zona de Gálvez tocaron los 60 qq de rendimiento, sorprendiendo a todos», remarcó Antonio Cavaglia, de Red Surcos. En la región, los rindes estuvieron de 7 a 10 quintales en promedio por encima de 2015. Los niveles de fertilización subieron de 30 a 40 por ciento.

EXPECTATIVA POR EL SUDESTE
Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, los primeros lotes cosechados con trigo en el sudeste bonaerense promedian los 37 quintales, por debajo del año pasado. En la zona, golpeada por la sequía y una helada tardía, está el interrogante sobre el resultado final. Al respecto, Marcelo Torres, de la regional Aapresid Mar del Plata-Juan Manuel Fangio, comentó: «Creemos que entre 3500 y 4500 kilos va haber muchos lotes, lo que implicaría un 20 a 25% menos que el año pasado». De acuerdo al asesor Esteban Bilbao, los primeros lotes empezaron con 2500 y 3000 kilos en Lobería y 5000 kilos en Necochea, en lotes someros por tosca y overos por bajos de mala calidad de suelo y con fecha tardía de siembra. «Los rindes más altos que esperamos son alrededor de 5500 kilos», indicó. A todo esto, según un informe de Guillermo Pailhé, de Tres Arroyos, los lotes sembrados temprano presentan una merma del 20% del rinde y los sembrados tardíos tienen un «aspecto pobre».

Por Fernando Bertello | Diario La Nación