En el mundo más del 30% de los suelos se encuentran en un serio estado de degradación por múltiples causas. Según FAO, las prácticas agrícolas no sostenibles, la sobreexplotación de y el crecimiento demográfico están provocando un aumento de la presión sobre los suelos, y se calcula que procesos como la erosión podría conllevar una reducción del 10 % en la producción de los cultivos de aquí a 2050.
Además de proveer el 95% de nuestros alimentos y albergar un cuarto de la biodiversidad del Planeta, los suelos son, después de los océanos, la principal reserva de carbono y contribuyen de forma decisiva a la adaptación y mitigación de la crisis climática. Según las estimaciones, los suelos podrían absorber anualmente volúmenes de CO2 equivalente suficientes para compensar el 34 % de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de las tierras agrícolas.
Pero más allá de los pronósticos a nivel global, mantener los suelos sanos no tiene solo que ver con una contribución “altruista” al futuro de la Humanidad, sino que es una estrategia determinante para sostener la rentabilidad de las empresas agropecuarias.
«Sustentabilidad no es fundirse hoy para tener mejores suelos mañana. Es producir mejor hoy y mejorar nuestros suelos al mismo tiempo. De hecho, nuestros suelos responden cuando les brindamos un poco de cuidado, y eso se puede ver claramente”, disparó el Ing Agr y asesor de la Regional Aapresid Pergamino-Colón Marcelo Arriola, en un álgido debate entorno a la salud de suelos que se dio junto al Resp. técnico de Fertilizar, Esteban Ciarlo, y de la docente de la Cátedra de Fertilidad y Fertilizantes de FAUBA, Haydee Steinbach en uno de los últimos episodios del streaming de Aapresid Levantando la Perdiz.
“Un suelo que captura carbono, no solo contribuye a mitigar el cambio climático, sino que también mejora su salud y su capacidad de aumentar la productividad agrícola, lo que representa un beneficio tanto ambiental como económico”, agregó Arriola.
Salud de suelos: ¿qué es?
“El concepto de salud de suelos tiene que ver con su capacidad de funcionar como un ecosistema vital para sostener plantas, animales, seres humanos y otros organismos», disparó Steinbach.
Por su parte, Ciarlo agregó que la salud del suelo implica que éste pueda cumplir funciones que interesan a la Humanidad, desde las primarias como la producción de alimentos, hasta las secundarias como la captura de carbono para mitigar el cambio climático.
Marcelo Arriola, destacó que la salud del suelo depende de mantener sus propiedades físicas, químicas y biológicas, las cuales están directamente ligadas a los niveles de materia orgánica (MO).
Salud del suelo: ¿cómo medirla y preservarla?
Así como las personas nos hacemos chequeos de rutina de ciertos indicadores que nos muestran nuestro estado de salud, existen indicadores que determinan la salud del suelo. Pero, ¿cuales son?
Steinbach mencionó que el carbono (C) es el indicador por excelencia, ya que su presencia refleja la capacidad del suelo para almacenar nutrientes y mantener una estructura favorable para el crecimiento de las plantas. Además, resaltó la importancia de otros indicadores como la densidad aparente, el fósforo y el pH, que ofrecen un panorama más completo de la condición del suelo.
Ciarlo enfatizó en la MO como otro indicador crucial, ya que evidencia la vitalidad del ecosistema edáfico. Destacó que realizar análisis de MO no solo es una práctica efectiva, sino también económica y accesible, lo que permite a los productores obtener información valiosa sobre la calidad de su suelo sin incurrir en costos elevados.
A pesar de la relevancia de estos indicadores, Ciarlo señaló que en Argentina todavía se realizan muy pocos análisis de suelos, a pesar de ser accesibles y económicos.
Por otra parte, si bien la adopción de tecnologías como la siembra directa, ha tenido un impacto positivo en la salud del suelo, aún hay mucho camino por recorrer en cuanto a la acumulación de carbono. “La construcción de materia orgánica es un proceso lento y requiere tiempo e inversión”, señaló Arriola, y agregó: «cuando recorremos las rutas en julio y observamos los campos secos en barbecho, nos damos cuenta de que existe un gran potencial de fotosíntesis que no se está aprovechando».
Por suerte, hoy en día son cada vez más los agricultores que comprenden que lo productivo y lo ambiental van de la mano, y que cuidar el suelo no es incompatible con la rentabilidad. De hecho, “aquellos productores que implementan prácticas de cuidado del suelo tienen mejores resultados económicos que aquellos que no lo hacen”, concluyó Ciarlo.