El control de las enfermedades en trigo se ha vuelto un tema crítico. Los productores perciben que las tradicionales soluciones han perdido efectividad pero lo cierto es que las susceptibilidades de los hongos a los distintos fungicidas va cambiando. Es necesario un cambio de escala para afrontar la problemática. Esa fue una de las principales conclusiones que se extrajeron del encuentro organizado hace pocos días por la consultora Ravit (Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica) con el apoyo de la empresa de soluciones agrícolas UPL Argentina, en Balcarce.
Ariel Faberi, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), sostuvo que hay muchos aspectos técnicos que aún se pueden resolver a nivel de lote. Pero el escenario es bastante preocupante.
Las enfermedades foliares son cada vez más agresivas y se cuenta un mayor número de fallas y escapes, datos que evidencian que los controles están empezando a perder su eficiencia. «La temática requiere de la colaboración de todos los actores», aseguró el especialista.
«Los problemas ya no son puntuales y no se pueden encarar de manera aislada. Hay que generar un marco mucho más amplio y regional», agregó.
De la reunión participaron productores y asesores involucrados en la iniciativa de monitoreo que con el apoyo de UPL, Ravit lleva adelante a través de Expandit y Viento Sur en 1,12 millones de hectáreas del sudeste bonaerense. Se trata de un proyecto enmarcado en el propósito OpenAg de la compañía, orientado a desarrollar una agricultura abierta y sustentable.
Un ejemplo de esta red de relaciones que lleva adelante UPL es el trabajo que realiza conjuntamente con Ravit, a partir del cual se analizan unas 120 variables productivas en 2 millones de hectáreas ubicadas al norte de la provincia de Córdoba, y otras 1,12 millones de hectáreas del sudeste bonaerense. En total, son 78 productores participando activamente, compartiendo información y fortaleciendo vínculos en pos de un cambio de escala en el análisis de datos.
Los productores presentes reconocieron que muchas veces las decisiones en torno al uso de fungicidas en pocas ocasiones se toman a partir de monitoreos. Lo más habitual es fiarse de un «boca a boca» o una única visita al lote, y esto genera aplicaciones inapropiadas. La realidad coincide con las dificultades para reconocer las enfermedades y repercute en un uso ineficiente de las herramientas para el control de enfermedades.
Uno de los primeros ejes de trabajo en la región se concentra en el análisis sanitario de los trigos esta campaña. De ahí el aporte de Faberi con eje en la resistencia de los hongos a los fungicidas. Para el investigador, es preocupante la pérdida de sensibilidad que están experimentando algunos triazoles por parte de roya de la hoja. Y la aparición de poblaciones resistentes de mancha amarilla a estrobilurinas, como se evidenció en un trabajo realizado por los fitopatólogos Francisco Sautua y Marcelo Carmona de la Fauba.