El «doble golpe» con herbicidas, una práctica poco cuidadosa del ambiente

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El 71% de los productores agrícolas de la Argentina utiliza frecuentemente el denominado “doble golpe” (la técnica que consiste en la implementación de dos herbicidas con diferentes modos de acción) para el control de malezas, un fenómeno que alertó a los especialistas e investigadores, porque se trata de una práctica “de emergencia y de rescate” para lotes que no tuvieron un buen control y además “no es de las más cuidadosas para el ambiente”, señalaron.

Los datos surgen de una encuesta sobre uso de herbicidas en sistemas de producción de cultivos de granos en Argentina, conducido por el especialista Fernando Oreja, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), quien además está realizando el post doctorado en manejo integral de malezas en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, Estados Unidos. El estudio testeó un universo de 249 encuestados, de los cuales el 85% de los encuestados pertenecían a las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires y el 73% eran ingenieros agrónomos o de profesiones equivalentes, entre los que también se encontraban productores y asesores.

El estudio que tuvo una primera edición en 2016 y se repitió en 2020, muestra una profundización de esta tendencia, a medida que la aparición de las malezas resistentes se afianza en la producción agrícola de la Argentina. Pero además, también ocurre en simultáneo con un fuerte y creciente cuestionamiento social hacia la utilización de los agroquímicos y su impacto en la salud humana y en el cuidado del medio ambiente, que de acuerdo a los datos, aún no hace mella en las prácticas que llevan adelante los productores.

“En general, el control de malezas está basado en pocos herbicidas utilizados con una alta frecuencia”, indicó Oreja al presentar las conclusiones del estudio en el III Congreso Malezas 2021 que organizó la Asociación de Ciencias de las Malezas (Asacim).

El especialista consideró “llamativa” la adopción del doble golpe entre los productores consultados. “Nos sorprendió porque es una técnica de rescate para lotes que no tuvieron buen control y debería ser de emergencia más que de uso frecuente”, agregó Oreja.

Ese uso de las herramientas químicas atenta además contra la propia productividad. “Con esta frecuencia de uso, el riesgo de aparición de nuevos biotipos resistentes a herbicidas es muy alto“, dijo el especialista.

De hecho, los datos muestran que luego de cuatro años, entre 2016 y 2020, se avanzó con otras prácticas como los cultivos de cobertura para enfrentar a las malezas, pero de todos modos siguieron apareciendo especies resistentes.

El herbicida estrella, el más elegido por los productores y al tope del ranking, es el glifosato, seguido por el 2,4D, la atrazina, metolaclor y cletodim. “Entre los herbicidas no selectivos, el glifosato es el más utilizado y el 96% de los encuestados dijo utilizarlo siempre, muchas veces y algunas veces”, indicó el especialista y planteó que “eso marcaba el rango de uso muy frecuente de ese herbicida”.

Como resultado, las principales malezas que hoy identifican los productores en sus campos _que según la encuesta son Conyza (rama negra), Digitaria sanguinalis (pasto cuaresma), Eleusine indica (pie de gallina) y Amarnthus Hybridus (yuyo colorado) son “las que se comportan como tolerantes o resistentes a glifosato”, dijo Oreja.

Así lo expresó Marcelo de la Vega, de la Universidad Nacional de Tucumán, quien dijo que “en el 96 comenzamos con el uso del glifosato solo y tuvimos unas lindas vacaciones, pero fue sólo por un tiempo y luego volvieron más malezas con una curva que ese empina cada vez más”.

La situación marca un alerta si se tiene en cuenta la escala de producción. Entre los consultados, la mayoría de los que se dedicaban al cultivo de soja lo hacían en extensiones de más de 500 hectáreas (66%) y lo mismo ocurría con el maíz y el trigo, donde las producciones en grandes superficies era predominante, con el 54% y 55% respectivamente.

Los usos

Al ser consultados sobre la rotación de los herbicidas o modos de acción (MOA) para las malezas, el 37% de los productores dijo que lo hace “siempre”, mientras que el 46% “a menudo”, el 10% “pocas veces” y un 7% “nunca”, una relación que cambió levemente respecto de 2016, cuando las respuestas eran 31,08%, 44,6%, 17,5% y 6,76% respectivamente.

Un dato sugerente del informe es aquel que arrojó la consulta sobre si el productor tenía en cuenta el cuidado del medio ambiente a la hora de elegir el herbicida. El 85% dijo que sí. Sin embargo, para los especialistas fue más una declaración de intención que una práctica concreta.

“Esto sorprende un poco”, se sinceró Oreja y consideró que “la intención está en tratar reducir el uso herbicidas que puedan afectar al ambiente, ya que la la mayoría de los productores se manifestó conscientes de eso y representa una buena noticia”, dijo. “Pero después llevarlo a la práctica cuesta un poco más”, agregó para explicar la diferencia entre esta afirmación y la práctica del doble golpe que la mayoría practica y a la cual consideró “no es de las más cuidadosas con el ambiente”.

Para el especialista, esta foto obliga a pensar en generar “otras prácticas” y “el conocimiento de muchos otros herbicidas”, dijo.

“Estos resultados generan el desafío de incrementar la transferencia de conocimientos hacia asesores y productores promoviendo el uso diversificado de herbicidas, que junto a las prácticas no químicas, complementan y contribuyen a la eficacia del uso de los mismos”, sintetizó Oreja. (fuente AgroClave, diario La Capital)