Es una nueva campaña en la que los productores no ganan para disgustos: cuando la expectativa era que El Niño ya estuviera presente y el trigo iniciara el camino de la recuperación, todos los vientos climáticos soplan en contra del cereal.
A la ya consabida falta de lluvias que deterioran las proyecciones de cosecha semana a semana y están provocando “estragos” según subrayaron desde el ruralismo, se sumaron en las últimas horas las heladas que suman un factor más de pérdida de rendimiento.
Así lo subrayaron la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en sus respectivos reportes semanales.
Las heladas en el trigo
La entidad porteña redujo su proyección de cosecha nacional de trigo en 300.000 toneladas, hasta 16,2 millones de toneladas, un 32,8% más que la campaña pasada, pero 9,4% por debajo del promedio del último quinquenio.
Este cálculo es más optimista que el de la Bolsa rosarina, de apenas 14,3 millones de toneladas, pero refleja al fin y al cabo que las condiciones del cereal empeoran a cada día que pasa y las lluvias que no llegan.
No obstante, la Bolsa de Buenos Aires subraya en el informe que su estimación “queda sujeta no solo a la evolución de las condiciones climáticas en lo que resta del ciclo, sino también a la dimensión del impacto que tengan las heladas en la condición del cereal, sobre las regiones del sur del área agrícola”.
En este momento, más del 40% de los lotes presentan condiciones entre regulares y malas.
En la zona núcleo
Por su parte, la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR habló de un día “negro” para el trigo en la zona núcleo, producto de estas heladas mencionadas que “se dieron en un momento muy vulnerable del cultivo y con un fuerte estrés hídrico”.
Para colmo de males, la semana próxima se estima que podrían volver a registrarse heladas, con marcas de apenas entre 1° y 3°C. Vale recordar que por debajo de 3° se considera helada agronómica en abrigo del cultivo, por lo que en el suelo es probable que la temperatura esté por debajo de 0°.
Según la GEA, algunas mínimas de referencia fueron -1,2°C en Rojas y -1°C en Hernando.
“Para entender la gravedad que puede tener este evento, hay que tener en cuenta que el trigo está en pleno periodo crítico, entre hoja bandera y llenado de granos, y es muy sensible a estos episodios. Más aún cuando el cultivo está soportando un intenso estrés hídrico y llega con una mala condición a esta etapa en la región”, reflejó la entidad rosarina.
El problema basal, en definitiva, sigue siendo más que nada la falta de lluvias: si el aporte hídrico fuera normal, los cultivos podrían enfrentar este estrés térmico en mejores condiciones.
Así las cosas, la realidad es que “en términos de rinde, un lote afectado en forma grave, si apuntaba a 20 quintales por hectárea, después de esto puede pasar a cosecharse solo siete. Pero para evaluarse el impacto habrá que esperar hasta la próxima semana. Los ingenieros esperan que en mayor o menor grado haya un daño significativo en los lotes”, agregó la GEA.
Estas evaluaciones exceden a la zona núcleo, porque en el sur de Buenos Aires, por ejemplo –donde de todos modos la condición hídrica no es tan desfavorable– las mínimas llegaron a -2,5° en Tandil y a -2,9°C en Dolores.
Pérdidas de rinde
Bajo este panorama, la GEA no dudó en afirmar que “la situación del trigo es crítica: las lluvias fallaron y las pérdidas de rinde no tienen piso”.
Del millón de hectáreas sembradas con trigo en la región núcleo, un 15% está en mala condición (5 puntos porcentuales más que la semana pasada), 40% regular, 28% bueno, 15% muy bueno y solo un 2% excelente.
“El 70% de los suelos de la región continúan en estado de sequía y el resto en condiciones de humedad escasa a regular. Las lluvias de esta semana eran claves para frenar la caída del rinde de trigo. Pero las lluvias esquivaron al 90% de la región y justamente, las zonas que más necesitaban de agua”, resumió.