La cosecha de soja 2018/19 finalizó con 55,3 millones de toneladas y un rendimiento promedio nacional de 33,3 qq/ha, según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, logrando un crecimiento de aproximadamente 46,4% respecto del año anterior, que fue de 37,8 millones de toneladas.
La campaña presentó, en general, buenas condiciones climáticas en la región central del país, que aporta aproximadamente el 35% de la soja argentina. El sudeste de Buenos Aires tuvo algunos excesos hídricos que limitaron la expresión de los rendimientos, sobre todo en soja de segunda donde los mismos fueron dispares.
Desde hace 22 años el personal del Laboratorio de Calidad Industrial y Valor Agregado de Cereales y Oleaginosas de INTA Marcos Juárez realiza un muestreo durante la cosecha de soja en acopios y cooperativas de la zona núcleo sojera con el objetivo de conocer la calidad del cultivo de cada año, relevando localidades del sudoeste y el sur de Santa Fe, sudeste, sudoeste y noreste de Córdoba y norte de la provincia de Buenos Aires.En este ciclo se recolectaron 77 muestras conjuntas de primera siembra y 66 de segunda siembra que representan 1.200.500 toneladas.
En las muestras analizadas el porcentaje de granos dañados fue bajo. A excepción de la muestra relevada en la localidad de Leones (soja de segunda), que presentó un alto valor de 12,7%, el resto de las muestras estuvo por debajo del 5%. La soja de primera tuvo un valor promedio de 1% y el de la soja de seguda fue de 1,3%, con un promedio general de 1,2%.
Con respecto a grano verde, la totalidad de las muestras analizadas tuvieron valores inferiores a la base de recibo. El promedio general arrojó un valor de 0,6%, siendo de 0,8% en soja de primera y de 0,3% en soja de segunda.
Se debe tener en cuenta que la presencia de altos porcentajes de grano verde es un aspecto indeseado para la industria, ya que ocasiona problemas en el procesamiento del poroto, debiendo utilizar filtros especiales, disminuyendo la eficiencia del proceso.
La humedad del grano fue elevada, con un valor promedio de 12,8%, con valores de 12% y 13,6% en soja de primera y segunda, respectivamente. Considerando que la tolerancia de recibo para humedad es de 13,5%, el 24,4% de las muestras analizadas presentaron valores superiores a lo establecido.
El peso hectolítrico es una medida de la calidad en la cual influye la uniformidad, forma, densidad y tamaño de los granos. El promedio de soja de primera fue de 71,2 kg/hl y 70,4 kg/hl en soja de segunda, con un promedio general de 70,8 kg/hl.
El peso de 1000 granos fue de 145 g en soja de primera y 151 g en soja de segunda siembra, con un promedio general de 148 g. En la cosecha 2017/18, que tuvo como característica la mayor sequía en los últimos 50 años, los granos tuvieron un valor promedio de pesos de 1000 semillas de 134 g.
Proteína
El promedio general del contenido de proteína fue de 35,4% sobre base seca (porcentaje sobre sustancia seca), con un incremento de 0,8% respecto de la campaña anterior, que fue la más baja en 22 años de análisis (34,6%).
En soja de primera el valor fue de 35,2% y en soja de segunda de 35,7%, presentando una diferencia menor a la que suele observarse de aproximadamente 1,4% de proteína a favor de soja de segunda.
Esto podría deberse a los buenos rindes obtenidos en soja de segunda, comentario que fue un denominador común durante el muestreo en los acopios y cooperativas. En líneas generales estos dos parámetros tienen una relación inversa, a pesar de ello existen cultivares que se destacan en proteína sin sacrificar rendimiento.
Con respecto al contenido de aceite, el promedio general se ubicó en 22,3% (sobre sustancia seca), un 1,1% inferior a la cosecha pasada, siendo 0,6% inferior al promedio de 22 años. En soja de primera el contenido promedio fue de 23% y en soja de segunda de 21,5%.
El Profat (sumatoria de proteína+aceite) para soja de primera fue de 58,2% y para soja de segunda de 57,2%, con un promedio para el año de 57,7% (58% campaña anterior), inferior en 3,2% al promedio de 22 años que fue de 60,9%.
La autora integra el Laboratorio de Calidad Industrial y Valor Agregado de Cereales y Oleaginosas de INTA Marcos Juárez. Con la colaboración de Rosana Herrero, Eugenia Chialvo, Omar Berra, Mariela Pronotti, Susana Macagno y Gustavo Mansilla