Con una siembra de 925 mil hectáreas y una producción de 7,7 millones de toneladas, el centro y norte de Córdoba se consolidó en la última campaña como la región más maicera del país, de acuerdo con los datos del ciclo 2019/20 de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
En esa zona, el cereal tiene una característica particular: casi toda la implantación es tardía. En el tablero de las decisiones que toman productores y empresas agropecuarias, las siembras que arrancan el 1 de diciembre y pueden extenderse hasta fines de enero constituyen la principal apuesta.
Según testimonios recogidos por Agrovoz, pese a la falta de lluvias, para la campaña 2020/2021 todas las fichas están puestas en que el maíz tardío siga siendo banca.
El primero en confirmarlo es Ariel Masgrau, coordinador de Producción de Tecnocampo. “Al principio de la campaña, cuando cayó mucho el precio del maíz, habíamos pensado en bajar la participación en la rotación, del 40 por ciento al 30 por ciento. Ahora, luego de la fuerte recuperación de las cotizaciones, mantenemos el 40. Y en el norte de Córdoba, es 50 y 50”, destaca el técnico.
Adriana Arnaldo, productora que forma parte de una empresa familiar y de la firma Campo y Negocios de Monte Cristo, coincide: “Vamos a hacer más maíz que soja. En noviembre lo que llovió está cerca del promedio, falta diciembre y acá estamos acostumbrados a sembrar después de Navidad”.
En similar sintonía, Mauro Libardi, asesor técnico de 4.500 hectáreas de La Quimera, en San José de la Dormida, resume: “Mantenemos el plan, no viene lloviendo tan mal y estamos acostumbrados a tener poca agua”.
Fecha, densidad y nutrientes
De todos modos, “si continúa y se acentúa la seca, seguramente hagamos algún cambio, que será retrasar la fecha de siembra y posiblemente bajar densidades”, afirma Libardi.
En La Quimera, la ventana de siembra es amplia: desde los primeros días de diciembre hasta el 10 de enero, fecha en la que es posible obtener rendimientos de 100 quintales por hectárea. Pasado ese umbral, hasta el 20 de enero, el potencial baja a 85 quintales. La ventaja de este año es el precio: a 170 dólares la tonelada, tiene margen para “aguantar” una menor productividad.
Respecto a la densidad, en la mayoría de la superficie implantan entre 50 mil y 65 mil semillas por hectárea. En el contexto actual, lo más probables es que el piso de 50.000 sea el promedio. En cuanto a la nutrición, Libardi asegura que la fertilización a la siembra se mantendrá y que sólo puede haber un achique de la refertilización durante enero, si se confirma el déficit de lluvias.
En Tecnocampo, el análisis es similar. “El aporte de nitrógeno se hará en función del rinde objetivo de cada lote. En años complicados se afina la estrategia. Si en vez de 100 quintales se proyectan 80, que a los precios de hoy la ecuación económica cierra, esos 20 quintales menos son 40 kilos de nitrógeno que no son necesarios”, ejemplifica Masgrau.
Sobre la densidad, estima que de 70 mil plantas, se bajará a entre 55 mil y 60 mil. En relación a la fecha, opina: “Es peor sembrar temprano sin agua que atrasar hasta fines de diciembre; el maíz no es como la soja que a medida que pasan los días el rinde potencial cae mucho”, diferenció.
Para Arnaldo, en el contexto actual, reducir la fertilización es un pecado. Primero, porque el valor relativo de los nutrientes bajó con respecto al año pasado. Segundo, porque “fertilizar significa tener una planta sana, que puede enfrentar condiciones adversas mucho mejor”, asegura. (fuente AgroVoz)