El por qué de las inundaciones

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Una revisión realizada recientemente por técnicos de CREA, muestra que para entender la problemática se debe comenzar analizando las características geográficas de nuestro país (relieve plano y clima subhúmedo), así como también otros factores: el clima y sus variaciones, los cambios en el uso de la tierra y obras de infraestructura.

En relación al clima se puede afirmar que desde la década del ´60 y al menos hasta fines de los ´90, las precipitaciones han aumentado significativamente y también se incrementó la frecuencia de eventos de lluvia extrema.

El uso del suelo es otro factor determinante para explicar los excesos hídricos porque modifica la infiltración, el escurrimiento y el consumo de agua. La revisión realizada muestra que, por ejemplo, pasar de un ambiente rural a otro urbano disminuye la infiltración y aumenta significativamente el escurrimiento, adelantando el momento en que se produce el “pico” del caudal de escurrimiento.

Asimismo, en zonas con patrón de drenaje indefinido, el consumo de agua de la cobertura vegetal es una importante variable de equilibrio del balance hídrico.

Algunos estudios recientes muestran cómo diversos usos de la tierra pueden modificar la profundidad de la napa: usos con pastura permanente han mostrado napas más profundas mientras que usos con agricultura continua han mostrado napas más someras.

Finalmente, las prácticas de manejo y las obras hidráulicas son una herramienta clave para poder ordenar y amortiguar los excesos hídricos generados por el cambio de uso de tierras y las variaciones climáticas.

Los canales muestran efectividad en evacuar el agua excedente en aquellas cercanas al área de influencia del canal. Sin embargo, en zonas planas, como es el caso de muchas áreas de la región pampeana, se requeriría de una red densa para disminuir el riesgo de anegamiento. Para este tipo de relieve hay todavía, en nuestro país, espacio para explorar tecnologías como los drenes sub-superficiales.

Por otro lado, la expansión de la agricultura en las zonas con pendientes leves a severas plantea la necesidad de sistematización a fin de disminuir y también “retardar” la concentración en los arroyos y ríos del agua de escurrimiento, evitando así desbordes y caudales extremos que provocan daños de gran importancia.

Los estudios realizados demuestran que estamos frente a un problema complejo que resulta de una interacción entre múltiples factores y que no tiene una solución ni una explicación simple.

Las evidencias muestran que el manejo de los excesos hídricos debe abordarse a nivel de cuenca, donde todos tenemos algo por hacer trabajando de manera coordinada tanto individuos, como grupos, municipios, provincias y nación. Si bien no es posible modificar las lluvias y su intensidad, es posible mitigar sus efectos a través de la combinación del tipo de uso con las prácticas de manejo y obras de hidráulicas a nivel de cuenca.

Es menester que las diferentes instituciones públicas y privadas trabajen en red para estimular la toma de conciencia y puedan establecer planes a largo plazo sostenibles.

Por CREA