s difícil diferenciar si lo que está a la vera de la ruta 57 es una laguna o el océano, aunque lo increíble es que no sea nada de eso. Ahí abajo hay campo, pasto, vacas, siembra y una cosecha sin terminar. En total son más de 4 millones de hectáreas con diferente grado de inundación.
Hay algunos municipios con 75% bajo agua, otros a los que les queda solo el 10% seco. En total son 49 los municipios afectados en la Provincia y se calculan pérdidas por 1.100 millonesde pesos. Los productores son los más perjudicados por la crecida del Río Salado: creen que podrán retomar sus actividades habituales recién el año que viene.
PILA, UNA DE LAS CIUDADES MÁS AFECTADAS
Mario Gahwiler es productor agropecuario en Pila, una de las ciudades más afectadas por el desborde del Salado. Allí, el 70% del territorio está bajo el agua. Cuenta que de las 1.100 hectáreas que tenía, 700 quedaron inundadas. “Me estoy endeudando para salvar a los animales que pude rescatar, ahora tengo a todas las vacas hacinadas en los terrenos que me quedaron secos y eso es peligroso por las enfermedades y porque ya el pasto para que sealimenten no alcanza”.
El hombre tiene 61 años y nació literalmente en el campo. Todos los años viaja a la exposición Rural de Capital Federal para exponer con su ganado lechero Pardo Suizo. Cuenta que en estas tierras lo normal es tener dos vacas por hectárea. Sin embargo, él ahora tiene 900 bovinos en 400.
En toda la Provincia se estima en un 5% la perdida de la producción lechera. La cuenca del Salado es la principal región de cría de ganado. Allí pastorea más del 35% del total de la hacienda de Buenos Aires. O sea, unos 6 millones de animales que buscan refugiarse en los terrenos altos. Se calcula que murieron 4.000 terneros solo en Pila.
Desde el aire el territorio bonaerense se ve con pequeños charcos. Son terrenos a los que la brutalidad del agua inundó por completo. En algunos lugares la profundidad alcanza los cuatro metros. A lo largo de varios kilómetros por las rutas 2, 29, 52, 41 y 3 el panorama es desesperante. Donde debería haber terreno sólido ahora hay una inmensa masa líquida.
De pie ante la entrada a su estancia, Jorge Sturman (78) afirma: “De acá para atrás es mío”. A sus espaldas flotan patos, y de un molino de tres metros sólo asoma una paleta. Este productor de Lezama se lamenta por la muerte de 200 de sus 500 terneros. Tenía 1.500 hectáreas y sólo le quedaron 600. “Ya perdí medio millón de pesos”, dice, y se agarra la cara con las dos manos.
Se queja, también, de que ahora todos se aprovechan: el rollo de pasto que antes costaba 300 pesos ahora lo tiene que pagar a 500; el flete en el que tuvo que trasladar a sus animales lecostó 3 mil pesos por viaje. “Como esta inundación no hubo nunca. En mi vida vi algo así, lo peor es que para que mis tierras vuelvan a ser productivas voy a tener que esperar hasta marzo o abril del año que viene”.
SE PODRÍA HABER EVITADO?
¿Se podría haber evitado o al menos aliviado semejante desastre? Ayer, distintas organizaciones como Greenpeace Argentina, Fundación Vida Silvestre Argentina y Banco de Bosques, le reclamaron a Julián Domínguez que se trate en Diputados la Ley de Humedales, que ya cuenta con media sanción del Senado.
Afirman que el kirchnerismo está frenando el proyecto y que puede perder estado parlamentario. Los humedales actúan como esponjas y ayudan a mitigar los efectos de las lluvias, pero cuando se los rellena para construir emprendimientos inmobiliarios, pierden talcapacidad de absorción. Por eso, al eliminar los humedales, las consecuencias de las inundaciones son mucho más graves.
A la suspensión del servicio ferroviario entre Buenos Aires y Mar del Plata, ayer se suspendió también el que une Plaza Constitución con Chascomús por el anegamiento de las vías. El nivel del río, ayer al atardecer, permanecía estable.