El bienestar animal es crucial para producir carne y leche, con impactos positivos en la salud de los bovinos y en la calidad de los productos. No considerarlo, sin embargo, puede traer problemas de estrés, sanitarios o de comportamiento, reduciendo la producción.
Para abordar estos desafíos, la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) asiste y acompaña a ganaderos a implementar normas de bienestar animal que permitan obtener la certificación de sus establecimientos. Al lograrlo reciben el Sello de Bienestar Animal FAUBA.
“Existe una definición de bienestar animal que vincula el estado físico y mental de los animales con las condiciones en las que viven y mueren. Nos parece adecuada porque incluye cuestiones de salud, nutrición y ambiente, pero también de estrés, miedo y comportamiento”, comentó Jesica Iorio, docente de la cátedra de Producción Lechera de la FAUBA.
“Es un área de estudio transversal a todas las disciplinas dentro de un sistema de producción. Por ejemplo, conocer de nutrición, sanidad o fisiología de los animales nos obliga a elevar su bienestar. Y cuando los productores se enfocan en el bienestar pueden lograr mejoras continuas en el manejo de los rodeos. A la larga, esto redunda en una mayor calidad de carne y leche, y aumenta la satisfacción de quienes las consumen”, añadió.
Por eso, para facilitar la certificación del bienestar animal en la producción bovina de leche y carne y en plantas de faena, la cátedra de Producción Lechera desarrolló el Sello de Bienestar Animal FAUBA. Según la docente, “es un protocolo estandarizado que explicita y mantiene actualizados los requerimientos de las vacas en cuanto a alimento y agua, ambiente, sanidad y manejo”.
El camino de los sellos
Iorio explicó a Sobre La Tierra que desde la FAUBA se cumple un rol clave: asistir técnicamente a los productores para que implementen el protocolo en sus establecimientos productivos.
“¿Qué tareas realizamos antes del proceso de certificación? Evaluamos el establecimiento. Recorremos las instalaciones, vemos los animales y registramos, analizamos y monitoreamos distintos parámetros”, dijo, y agregó que al final se les entrega un informe con los problemas observados.
“Por ejemplo, en cuanto a la alimentación y al agua, el principio a seguir es que todos los animales deben ser libres de pasar hambre, sed y desnutrición en todas las etapas de su vida. Y en cuanto al ambiente, tienen que estar libres de molestias físicas y térmicas. Cada principio involucra numerosos requisitos a cumplir”, especificó Jesica.
Según la docente, una vez realizadas las mejoras, la Facultad emite un informe destinado a la certificadora, que lleva adelante el seguimiento, el control y la posterior certificación. “Al terminar todo el proceso, los productores reciben una constancia de cumplimiento del protocolo de producción con los sellos de la FAUBA y de la entidad certificadora”.
Además, Iorio resaltó que todos los años, la Facultad audita a la empresa certificadora para corroborar que los establecimientos que utilizan el Sello de Bienestar Animal se encuentran bajo seguimiento y cumpliendo efectivamente el protocolo.
Bienestar animal: ¿Moda o qué?
María Inés Sarandria, docente de la misma cátedra, destacó que “esta disciplina no es una moda, hace años que se viene desarrollando. Sin embargo, queda bastante por hacer y mejorar. Sin duda, todo va a redundar en una mejor producción. Nuestro sello es un gran avance”, destacó Iorio.
“Esta identificación en los productos es crucial para los consumidores, ya que les permite tomar decisiones informadas y éticas en sus compras. Para la Universidad, es igualmente relevante, dado que nos conecta con el sector productivo y fomenta la investigación en el área, generando conocimientos para responder a las necesidades de la industria y de la sociedad”, cerró. (fuente Noticias AgroPecuarias)