Son 13 los pequeños productores que integran el Grupo Caminiaga y que trabajan con rodeos bovinos al oeste de la ruta 9, en el norte cordobés. Lo normal para sus planteos radicados en zonas de monte y pie de sierra es que los terneros tengan un peso al nacer de entre 25 y 30 kilos y alcancen, al momento del destete, un peso de alrededor de 140 kilos.
Pero ahora, como parte de la primera prueba piloto del Programa de Reproducción y Mejoramiento Genético que lanzó en la Provincia en 2019, están criando ejemplares que nacieron en septiembre con un peso de 35 kilos y que comenzarán a ser destetados el próximo mes con 200 kilos; es decir, 43 por ciento más. Un tamaño más que ideal para un ejemplar que se convertirá en toro.
“Algunos están un poco asustados con el tamaño. Es un cambio brusco para ellos, pero lo bueno es que de entrada se ve lo que aporta la mejora genética”, señala Constanza Gómez, una de las especialistas de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC) que asesora a estos productores, junto con Mariano Arcieri.
La facultad es una de las entidades que firmó el convenio con el Ministerio de Agricultura de Córdoba para iniciar este plan. La otra es la Sociedad Rural de Jesús María (SRJM), que nuclea a los ganaderos de Caminiaga y a otro grupo, de Sebastián Elcano, asesorados por Osvaldo Luna y Guadalupe Romero, también de la FCA-UNC. La pata privada, en tanto, es la empresa Irac-Biogen, que es la que aportó el semen y los embriones.
Investigación
En esta primera etapa, que apunta a que los productores comprueben los beneficios de la mejora genética, en el Grupo Caminiaga uno de los ganaderos aportó todas las vacas receptoras y el resto le pagó una “capitalización”: le “alquilaron” los vientres.
¿Los resultados? En septiembre nacieron 13 terneros, y cada productor ya tiene su futuro toro alta genética.
“El proceso comenzó en noviembre de 2019, con la revisión de las vacas receptoras para garantizar que tuvieran buenas condiciones de sanidad. Se revisaron 70 y después se realizó el protocolo de sincronización del celo con hormonas para hacer las transferencias embrionarias en un mismo día. Los embriones se implantaron el 11 de diciembre (de 2019) y los nacimientos ocurrieron en septiembre pasado”, repasa Gómez.
Los embriones fueron desarrollados con semen sexado, lo que garantiza en un 95 por ciento que los nacimientos sean de machos. Los productores podían optar por las razas Brangus, Braford, Angus y Bonsmara. La mayoría eligió las dos primeras, que son las que más adaptación tienen en el norte provincial.
Un aspecto que destaca Gómez es que, si bien los terneros tienen un volumen corporal muy superior, se escogieron embriones de padres que aseguran facilidad de parto y bajo peso al nacer, para no perjudicar a las madres receptoras.
Además, se pensó la logística para que el productor que aportó las vacas no sufra pérdidas por vientres vacíos. Es decir que, aquellas hembras en las que el embrión no prendió, pasaron de manera directa al servicio natural.
A partir de ahora, el trabajo continuará con un seguimiento hasta que los novillitos se transformen en reproductores. Por un lado, mediante una mejora en las estrategias de alimentación que garanticen que el macho mantenga su mérito genético y lo transmita a su descendencia, y por otro, que las vacas lleguen con buena condición corporal al servicio.
Un aspecto que destaca Gómez es que, si bien los terneros tienen un volumen corporal muy superior, se escogieron embriones de padres que aseguran facilidad de parto y bajo peso al nacer, para no perjudicar a las madres receptoras.
Además, se pensó la logística para que el productor que aportó las vacas no sufra pérdidas por vientres vacíos. Es decir que, aquellas hembras en las que el embrión no prendió, pasaron de manera directa al servicio natural.
A partir de ahora, el trabajo continuará con un seguimiento hasta que los novillitos se transformen en reproductores. Por un lado, mediante una mejora en las estrategias de alimentación que garanticen que el macho mantenga su mérito genético y lo transmita a su descendencia, y por otro, que las vacas lleguen con buena condición corporal al servicio.
Tríbulo también cree que servirá a futuro para introducir otras mejoras, como la inseminación artificial o el destete precoz.
También los tambos
Por otro lado, el programa también incluye una iniciativa destinada a mejorar el rodeo de los tambos. En este caso, con un trabajo también de inseminación y siembra de embriones en vaquillonas de dos cooperativas, una radicada en El Tío y otra en Huanchilla.
En este último lugar, el proceso, realizado bajo el asesoramiento del veterinario Maximiliano Constantino, comenzó en junio de 2019 con la inseminación de 400 vaquillonas con semen sexado –en este caso, de hembras– en nueve tambos de la región.
Las primeras terneras nacieron en marzo del año pasado y en agosto entrarán en etapa reproductiva. Luego se colocaron embriones en otra tanda de vientres que habían sido seleccionadas por sus condiciones sanitarias, su capacidad de producción de leche y su aptitud reproductiva, que nacerán este año.
“Para elegir las donantes de embriones, realizamos ecografías para observar las que tuvieran una mayor población folicular (entre 16 y 18 folículos viables); es decir, que respondieran mejor a los tratamientos de superovulación. Y se escogieron vacas que aportan entre 30 y 35 litros diarios, entre 10 y 15 litros más que el promedio general de los tambos”, detalla Constantino.
Su opinión coincide con la de Gómez y Tríbulo. “Esto puede ser una punta de lanza para que los productores vean que son técnicas viables y accesibles para todas las escalas y bolsillos, que no hay que ser de la Nasa para poder aplicarlas”, subraya. (fuente AgroVoz)