Se sabe que el síndrome de Creutzfeldtd-Jacob (ECJ), más conocido como “mal de la vaca loca” se da en un ser humano por millón y cada largos períodos, quizás años. En 1999, la provincia de Santa Fe registró un caso de un hombre de 71 años, y desde esa vez, no se volvió a conocer ninguna víctima más en el país. Ahora, 21 años después y en plena pandemia de coronavirus, un ciudadano de Rojas fue diagnosticado con la enfermedad, y atraviesa duros síntomas que no tienen tratamiento.
Juan Carlos Aquino tiene 65 años, es soltero sin hijos, y cinco de sus 10 hermanos lo cuidan con un enorme esfuerzo desde hace nueve meses, cuando comenzó todo. Si bien notaron cambios muy extraños en su comportamiento, jamás pensaron que se trataría de priones, responsables de producir encefalopatías espongiformes transmisibles en mamíferos – donde se incluye la encefalopatía espongiforme bovina (EEB, o la “vaca loca”) – y en personas, a través del ECJ.
“En estos momentos él está muy deteriorado, es muy triste verlo sufrir. No hay medicamentos, no hay tratamientos, no hay nada que pueda ayudar a curar esta enfermedad. De un millón de casos, le pasa a una persona, y lamentablemente, le tocó a él. Estamos tratando de acostumbrarnos a esto, se nos hace muy difícil”, le contó a Infocampo Graciela Aquino, una de sus hermanas.
Los síntomas comenzaron en agosto del año pasado. Aquino confundía los nombres de sus sobrinos, y sus hermanos lo tomaban con humor. Pero seguía pasando el tiempo y él seguía confundiendo. Después continuó con tos, mareos, pérdida de la memoria y desequilibrio físico. Ahí fue cuando decidieron llevarlo a hacerse controles.
CARNE EN MAL ESTADO
Aquino se hizo análisis primero en Rojas; en septiembre, en la Clínica Pergamino; y luego en el Sanatorio Junín. Los neurólogos no le detectaban nada, todas las tomografías y resonancias no daban con el diagnóstico. En enero de 2020, un médico de Junín lo derivó al Fleni. De ahí, lo trasladaron al Hospital Milstein, y de ahí, al Güemes, en la Ciudad de Buenos Aires, donde le descubrieron síntomas de la enfermedad que produce el prione.
“Los médicos y especialistas nos aseguran que la enfermedad proviene únicamente de la carne vacuna en mal estado. Como él vivía solo, no sabemos dónde ni cuándo la consumió, porque pasaron muchos meses hasta que empezó con los síntomas. Tampoco sabemos si esa carne estaba bien cocinada o jugosa. Lo que sí sabemos es que compraba en una excelente carnicería, de óptima calidad. Pero es todo inexplicable, no podemos entender cómo le pasó”, repasó Graciela. Los datos llaman la atención, porque el caso de 1999 fue por generación espontánea y no por carne, pero los médicos insisten en este origen.
Miguel, otro de los hermanos del paciente, aseguró que Juan Carlos “siempre fue una persona muy sana”. “Caminaba los cuatro bulevares de Rojas, andaba en bicicleta, se alimentaba bien, no fumó nunca ni toma alcohol, jamás estuvo enfermo“, recordó.
El hombre estuvo internado seis días en el Sanatorio Güemes, pero como no había nada que hacer lo derivaron nuevamente a Rojas. Desde el 22 de enero permanece en el Hospital de la ciudad bonaerense.
“El prione es una derivación de la vaca loca. No es infeccioso, no es una bacteria y no es contagioso en absoluto. Actúa de una manera en la que va comiendo el cerebro, y va quedando como una esponja. Hoy por hoy, nuestro hermano perdió su vista, no mueve sus piernas, le tiemblan los brazos, no tiene memoria, no nos conoce, está como un niño en su infancia. Tiene fiebre, pero las neuronas no registran su cuerpo y no le salta. Está con sonda, no puede comer porque se le dificulta tragar”, explicaron Miguel y Graciela.
Según remarcan los médicos, la enfermedad tiene una duración de seis meses a un año.
“Esto es muy triste y muy difícil. Queremos que la gente se entere. No sabemos si la sociedad sabe de la existencia de esta enfermedad. Lo contamos por el futuro, para que lo estudien o lo analicen”, suplicó su hermana. (fuente Infocampo)