Comienza la etapa de discusión de los Planes de Buen Uso y Manejo del Suelo para lechería, que tendrán algunas variantes respecto a las que se están aplicando en la agricultura granelera.
«Hay un equipo técnico que está trabajando en una región que abarca San José, Colonia y otras partes de la cuenca lechera. Se están recibiendo algunos planes, que se están analizando y discutiendo», explicó la titular de la Dirección de Recursos Naturales Renovables (Renare), Mariana Hill.
A la vez, adelantó que en una próxima etapa que comenzará el mes que viene, «vamos a hacer la misma discusión con los técnicos privados —ingenieros agrónomos acreditados ante el MGAP— que fueron los que presentaron estos planes y con esos elementos que vamos a tener, fijaremos la fecha obligatoria próximamente», agregó la jerarca del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
En una primera etapa, la obligatoriedad abarcará la zona piloto dentro de la Cuenca del Río Santa Lucía. «Trabajaremos este año con esa área piloto y a partir del año que viene, en toda la cuenca lechera», aseguró Hill a El País.
En 2013 el Poder Ejecutivo dispuso que fueran obligatoria la presentación de Planes de Buen Uso y Manejo del Suelo para la agricultura cerealera y oleaginosa. En este caso los agricultores deben comunicar a la secretaría de Estado las rotaciones agrícolas que harán para evitar preservar el recurso suelo y evitar la erosión.
En marzo de ese año se habían presentado apenas 58 propuestas, en un escenario que abarcaba unos 4.500 planes agrícolas, pero posteriormente la presentación de propuestas creció rápidamente.
Según aseguró la directora de Renare, en el caso de la lechería, los Planes de Buen Uso y Manejo del Suelo tienen «una variante respecto a los que rigen para la agricultura. Esa variante son los planes de fertilización que hacen los tambos», confirmó Hill.
La problemática de contaminación que se está observando en la Cuenca del Río Santa Lucía demanda una atención especial a los problemas ambientales. Por eso, «vamos a acompañar los planes de uso del suelo con un ajuste de la fertilización, que implique seguir un poco más de cerca por parte del ingeniero agrónomo y del predio, los niveles de fósforo en suelo que son los que después terminan aumentando los niveles de fósforo que llegan al agua. Se controlará la fertilización química y la orgánica que tiene que ver con lo que hemos venido trabajando también junto a Medio Ambiente, buscando que se vea a los efluentes del tambo como un insumo posible de incorporar al sistema cuando se hace con buenas prácticas».
Para Hill, la aplicación de esta herramienta en la lechería «es un gran desafío de trabajo», porque se incorpora un aspecto más, pero «la realidad es muy distinta, ya que hay muchos tambos de pocas vacas. A partir de abril se comenzará a trabajar fuerte».
El sector privado apoya con firmeza esta iniciativa y apunta a trabajar estrechamente con los técnicos oficiales —como lo hace hasta el momento para evitar la contaminación.
Por Diario EL PAIS (Uruguay)