Estrés: un refuerzo para mejorar el bienestar del cultivo

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La economía del país, las cuentas del hogar, la pandemia, los problemas en el tránsito y en el trabajo, las discusiones familiares: son muchos temas que acucian a los seres humanos todos los días. La vida está llena de factores estresantes que generan consecuencias en el organismo: malestares físicos, insomnio y hasta repercusiones en la salud mental.

Ante ello, los expertos recomiendan trabajar en el concepto de bienestar implementando una serie de acciones que contribuyen a mejorar la calidad de vida: meditación, actividad física, lectura o contacto con la naturaleza son algunas de las sugerencias en boga.

Al igual que en los seres humanos, la plantas también sufren de estrés. En este caso, el déficit o el exceso de agua en el suelo, las temperaturas extremas, otras inclemencias climáticas como viento o granizo, la salinidad de los suelos o la toxicidad de herbicidas, pueden causar restricciones durante la etapa de crecimiento de un cultivo de manera que la producción final expresa sólo una fracción de su potencial genético.

Así, de la misma manera que el tránsito en hora pico puede hacer doler la cabeza, en los cultivos el estrés se expresa en algunas cuestiones visibles y otras fisiológicas.

“Por ejemplo, la primera respuesta a la falta de agua es la marchitez, dada por la pérdida de la presión de turgencia. Sin embargo, internamente se afecta la traslocación de asimilados al alterar las relaciones fuente- destino, se producen cambios en la expresión génica en las hojas, hay acumulación de ácido abscísico, conocida como la hormona del estrés, que dispara la expresión de varios genes específicos e induce el cierre estomático como defensa”, destaca Claudia Mamani Moreno, Doctora en Fisiología Vegetal y Coordinadora Técnica Regional de Stoller Argentina.

Otros ejemplos: en el caso de ambientes con altas concentraciones de sal, se produce la inhibición del crecimiento de las hojas, mientras que a nivel celular se ha comprobado la caída de la presión osmótica como resultado de la acumulación de sacarosa, aminoácidos, entre otros muchos efectos.

O cuando el cultivo soporta bajas temperaturas, en algunas especies se puede observar decoloración de hojas, retardo en la floración así como también producción de proteínas específicas en respuesta al enfriamiento de las membranas.

Otra hormona clave es el etileno. Un número creciente de estudios en plantas expuestas a estrés biótico o abiótico destacan el papel del etileno bajo una amplia gama de estrés: regula una respuesta de defensa, mediando la inhibición del crecimiento principalmente en estructuras vegetativas afectando tanto la división como la expansión celular. Su respuesta actuaría como un puente entre el entorno cambiante y la adaptación de la planta.

Más allá de estos procesos, la consecuencia es que se compromete la producción; por ende, la rentabilidad y también la posibilidad de inversión en el siguiente ciclo.

Soluciones

Para Mamani Moreno, “así como la ciencia ha dado grandes adelantos en materia de conocimientos sobre el metabolismo de las plantas, también se han logrado avances en estrategias para sobrellevar las situaciones de estrés”.

En ese sentido, “La nutrición resulta importante para afrontar situaciones de estrés. Lo que dijeron tantos médicos en referencia a la población, durante la pandemia, también vale para las plantas. Bioestimulantes, junto a macro y micronutrientes, hacen la diferencia a la hora de desarrollar un sistema radicular fuerte, y lograr una emergencia uniforme de las plantas. Adelantarse a las situaciones, preparando a la planta para lo que vendrá y reaccionar rápido en pos de su bienestar, es otra consigna clave en esta cruzada”, agrega la referente de Stoller.

Una clave es el momento y la eficacia de aplicación, para el caso de fertilizantes foliares: “Se puede pasar del éxito al ocaso en caso de que el momento elegido no sea el correcto. Y es fundamental formar un buen sistema radicular, que asegure un mayor acceso al agua y nutrientes necesarios para construir una planta resiliente”, añade Mamani Moreno.

En el caso de Stoller, la recomendación es el uso de Bioforge, un antioxidante formulado específicamente para atender las necesidades de cultivos en situaciones de estrés.

Técnicamente, su aplicación sobreexpresa genes directamente vinculados a la resistencia a condiciones adversas y regula las enzimas que participan en la síntesis de etileno, propiciando que la planta mejore su actividad celular, permitiendo que el cultivo se recupere del evento de estrés al que ha sido sometido.

“Esta tecnología ha sido validada en estudios realizadas en diversas universidades y ha sido reconocida con premios internacionales. BioForge recibió el Frost & Sullivan, North America Agricultural Sciences Green Excellence. Éste premio se otorga anualmente a la compañía que demuestra excelencia en el avance de productos y tecnologías. A nivel local, numerosas experiencias de productores también lo avalan”, destaca Mamani Moreno.

En conclusión: así como en los humanos, el concepto de bienestar en los cultivos frente a situaciones de estrés es posible. Solo hay que elegir el producto y el momento adecuado. (fuente Prensa Stoller)