Se necesita hasta 10% más de granos para adquirir insumos clave. Peor aún, en algunos rubros deben destinar hasta un 48% más de granos que hace tres años.
Con la caída internacional de los precios de los granos, los productores necesitan vender más toneladas de maíz y soja para comprar la misma cantidad de insumos clave para producir que hace cuatro meses.
Requieren, respecto de noviembre pasado, desprenderse de hasta casi un 10% más de productos. Peor aún, en algunos rubros deben destinar hasta un 48% más de granos que hace tres años.
Varios de los principales insumos no bajaron en estos últimos meses, pero sí la soja y el maíz, y así se deterioró el poder de compra de los productores.
«Los precios de los granos han caído en forma importante. La soja vale unos 60 dólares menos que a igual fecha del año pasado y el maíz, unos 30 dólares menos. En este contexto, empeoraron las relaciones insumo-producto. Con la caída de los granos hay que vender más para adquirir la misma cantidad de insumos», afirmó Sebastián Gavaldá, presidente de la consultora Globaltecnos.
En maíz, en noviembre pasado con 4,39 toneladas de este cereal, el productor adquiría una tonelada de urea, un fertilizante usado en la producción. Ahora, para comprar una tonelada del fertilizante necesita vender 4,72 toneladas del cereal, un 7,5% más.
Si la comparación se hace con el promedio de los últimos tres años, que da 3,66 toneladas de maíz necesarias para adquirir una de urea, hoy se debe contar con un 29% más del cereal que el promedio de la serie.
Para el fosfato diamónico, otro fertilizante clave, en noviembre de 2014 con 5,36 toneladas de maíz el productor se llevaba una de este insumo. Ahora debe vender 5,68 toneladas del grano para conseguir una tonelada de este insumo, un 6 por ciento adicional.
En tanto, comparado con el promedio de los últimos tres años, que registra 4,36 toneladas necesarias de maíz para comprar una de fosfato diamónico, hoy el productor requiere un 30% más de maíz versus ese promedio.
En el caso del gasoil se observa un fuerte contraste si se aprecia lo que se requiere comercializar para adquirir 100 litros respecto del promedio de los últimos tres años. En la actualidad, con 1,28 toneladas de maíz hace falta un 48% más que el promedio de la serie, que registra 0,86 toneladas (860 kilos).
NI LA SOJA AYUDA
En soja, el principal cultivo del país, la relación insumo-producto también se deterioró y los productores deben desprenderse de más granos si apuntan a conseguir la misma cantidad de insumos.
Hoy deben destinar 2,27 toneladas de la oleaginosa para conseguir una del fertilizante fosfato diamónico. En noviembre último necesitaban 2,20 toneladas. Es decir que ahora tienen que comercializar 3,1% más de soja. Mientras tanto, contra el promedio de los últimos tres años, de 2,06 toneladas, deben vender un 10% más de soja.
El empeoramiento del poder de compra se marca aún más cuando se contrasta con la situación promedio de los últimos tres años en urea y gasoil.
En el caso de la urea, la relación de los últimos tres años da 1,73 toneladas de soja para comprar una de urea. Pero hoy, con 1,89 toneladas hace falta un 9% más de soja.
Para el gasoil, hoy se necesitan vender 0,51 toneladas (510 kilos) de soja para adquirir 100 litros del combustible. Como el promedio de los últimos tres años da 0,40 toneladas (400 kilos), ahora hace falta un 27% más de la oleaginosa.
Los insumos no acompañaron aún la baja de los granos y se complica por ello el poder de compra de los productores.
Entre otros ejemplos, con US$ 540 por tonelada el fertilizante urea mantiene su cotización respecto de octubre-noviembre. En tanto, el fertilizante fosfato diamónico tuvo una leve baja, de US$ 660 por tonelada a 550 dólares. Por el contrario, el gasoil aumentó al pasar, medido en dólares, de 1,4 a 1,5 dólares por litro.
Para los productores, una baja de los insumos sería un alivio. No obstante, no hay perspectivas de que vayan a disminuir de manera significativa en el corto plazo.
«Con esta caída de los precios es esperable una baja en los principales insumos a nivel internacional, por una baja de la demanda y porque algunos factores del costo de éstos, como por ejemplo el petróleo, han tenido una baja muy importante», señaló Gavaldá. «Pero lo que marca la historia es que en éstos no se dan en los mismos momentos que los granos, con lo cual esta esperada caída puede llegar recién el próximo año», agregó el presidente de Globaltecnos.
Mientras tanto, para la nueva cosecha hay altas probabilidades de que se dé una situación paradójica de muy buenos rindes y gran producción, pero con malos resultados económicos para las empresas. Esto por la combinación de la baja de los precios con una alta presión impositiva por las retenciones y los costos.
Según un informe realizado por el jefe de Economía del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Pergamino, Reinaldo Muñoz, los márgenes brutos para soja y maíz en campos alquilados del norte bonaerense, donde están las tierras más ricas, dan negativos pagando valores de arrendamientos fijos.
Vale aclarar que los márgenes brutos consideran el costo directo de producir, pero sin descontar los gastos impositivos ni de infraestructura, como movilidad, empleados, casa, entre otros. De acuerdo con el estudio, en soja se pierden, con rendimientos de 28 y 38 quintales por hectárea, entre 177 y 4 dólares por hectárea, respectivamente, con un alquiler en esa región de 17 quintales de soja por hectárea.
En maíz, en tanto, los márgenes brutos dan en rojo en -182 y -24 dólares por hectárea para rendimientos de 75 y 95 quintales por hectárea.
Con esta campaña se pierde plata en las zonas más cercanas a los puertos de Rosario. La ecuación económica se agrava aún más en zonas más alejas.
En un informe, Néstor Roulet, productor y ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), calculó que incluso en un campo propio de la pampa húmeda debe obtenerse un alto rinde de soja para no perder plata luego de afrontar todos los gastos e impuestos.
Con un valor para la cosecha en torno de US$ 230 por tonelada y rendimientos de 30, 33 y 35 quintales por hectárea los márgenes brutos dan positivos. Sin embargo, cuando las cuentas se hacen descontando los gastos impositivos (impuesto al cheque, ganancia presunta, bienes personales, inmobiliario, tasas e ingresos brutos) y los costos de infraestructura para un campo de 500 hectárea (con un solo empleado, casa, más gastos de servicio, movilidad, entre otros) para esos mismos rindes de soja los números pasan a negativo a entre -115,9 y 38,25 dólares por hectárea.
En cambio, sólo con un rendimiento de 37 quintales por hectárea de soja se alcanzaría un equilibrio donde no se perdería plata con la producción en campo propio en la pampa húmeda.
BOLSILLOS EN ROJO
«Un vez descontados los costos directos e indirectos en todos los casos [por el nivel de rinde] el margen bruto es positivo. Pero cuando a éste le restamos el costo de infraestructura, sobre la base de un campo de 500 hectáreas con un solo empleado, y los gastos impositivos, observaremos que el rinde de indiferencia donde no se perdería dinero es de 37 quintales por hectárea», alertó Roulet.
¿Quién gana más entonces en esta campaña? De acuerdo con el trabajo del productor, del ingreso bruto generado por una hectárea de soja de 1118 dólares en esta campaña el 49,70 por ciento, casi la mitad, se lo llevaría el Estado con las retenciones y el resto de los impuestos. La contracara es el productor. A modo de ejemplo, con 30 quintales perdería 115,90 dólares por hectárea y, en vez de capturar parte del ingreso generado por la hectárea, perdería el equivalente a un 10,5 por ciento.