La industria procesadora de soja en la Argentina tiene una capacidad diaria de molienda de 209 mil toneladas y de ese total, el 80 por ciento (es decir 165.700 toneladas) están concentradas en 20 fábricas ubicadas en el Gran Rosario, lo que convierte a la región en el polo agroexportador más importante del Mercosur. Pero, ¿qué sucedería si el país exportase solamente poroto de soja sin procesar?
Esa fue la pregunta que se realizaron los especialistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), Julio Calzada y Federico Di Yenno, a modo de ejercicio de simulación, pero con la intención de mostrar el potencial del polo aceitero regional para las arcas públicas y privadas y el potencial productivo.
«El complejo soja representa el 30 por ciento de exportaciones argentinas, lideradas por la harina de soja y, según estimaciones oficiales, la Argentina con su industria aceitera percibe casi u$s 5.000 millones más que si no la tuviera», señalaron los especialistas.
Calzada y Di Yenno destacaron el aporte que realiza la industria procesadora de oleaginosas (con el alto nivel de competitividad que existe en la región) al agregado de valor de la producción, que se refleja en las cotizaciones de los granos, en la apertura de mercados de exportación, en el derrame hacia otras actividades productivas conexas, pero esencialmente en el aporte de divisas que permite al país en sucesivas ocasiones contar con un refuerzo clave para la estabilidad cambiaria.
En el ejercicio de simulación, los especialistas de la BCR plantearon dos alternativas. En la primera, con el supuesto de que en Argentina no existiera la industria oleaginosa, dijeron que el país exportaría todo el grano oleaginoso como poroto de soja y se generaría una caída en los precios internacionales actuales que, según predijeron, sería del orden de entre 20 por ciento, 10 por ciento y manteniéndolos sin cambios. «En esta alternativa se despacharían al exterior 50 millones de toneladas de poroto de soja en vez de las 8 millones actuales y se consumirían internamente 6 millones de toneladas», precisaron.
En un segundo escenario, mostraron a un país con industria oleaginosa, como el actual. En esa foto, la Argentina produce y exporta poroto, harina, aceite, biodiesel y otros productos y se calcula el valor de la producción con los precios FOB actuales y se consumen internamente 6 millones de toneladas.
Frente a esto concluyeron que la presencia de una industria aceitera en el país no sólo es más beneficiosa para la economía argentina, sino también para los productores y toda la cadena de valor que involucra.
«En la primera alternativa (sin industria) Argentina debería exportar toda su producción como poroto de soja sin procesar y debería vender el mismo a un menor valor que sus competidores debido a que posee un menor contenido proteico y, esto se negocia con un descuento frente a la soja proveniente de países vecinos», precisaron Calzada y Di Yenno.
Pero «lo más importante es que el comercio mundial de poroto de soja oscila actualmente en los 150 millones de toneladas, con lo cual si Argentina no tuviera industria aceitera, el país le agregaría a los mercados cerca de 50 millones de toneladas adicionales», apuntaron y de ese modo, la oferta aumentaría casi un 30 por ciento y sin duda «los precios internacionales del poroto bajarían fuertemente», agregaron.
Por otra parte, indicaron que es clave considerar que en cierto período de tiempo, si el país exporta poroto (es decir si no exportaría harina), el precio caería en el corto plazo y haría que otros destinos construyan y desarrollen su propia industria local (para reemplazar la harina que hoy compran de Argentina). En definitiva, esas nuevas plantas demandarían el poroto que hoy demanda la industria argentina.
IMPACTO ECONÓMICO
Los especialistas cuantificaron estos escenarios. «Los resultados muestran que si Argentina no tuviera industria aceitera, se registraría una pérdida de valor agregado cercana a los 5.000 millones de dólares con una baja en los precios internacionales del 20 por ciento», detallaron los analistas de la BCR.
En ese caso, «la producción y exportación argentina de 50 millones de toneladas de poroto de soja generaría un valor bruto de producción de u$s 13.520 millones. En cambio, con la industria aceitera actualmente se generan cerca de u$s 18.433 millones».
Estos cálculos fueron realizados midiendo la producción a los precios FOB de exportación. Pero «al tener industria, hay u$s 98 adicionales y disponibles por tonelada de soja que si no tuviéramos las fábricas», dijeron y este número surge de dividir los u$s 5.000 millones por las 50 millones de toneladas de soja.
«Estos u$s 98/tn se reparten entre mejores precios que recibe el productor por su soja, el costo de industrialización, gastos de «fobbing», gastos comerciales, utilidades de las fábricas y mayores impuestos», agregaron Calzada y Di Yenno, lo que representa «un beneficio para toda la economía argentina, y al mismo tiempo, implica generar valor agregado local, mano de obra e inversiones junto con mejoras en la infraestructura logística», agregaron.
También hicieron la salvedad de que hay especialistas que sostienen que la baja en los precios internacionales del poroto en el supuesto caso de colocar Argentina cerca de 50 millones de toneladas no sería del 20 por ciento sino menor, porque el resto de los países desarrollarían sus propias industrias locales de crushing pudiendo comprarle todo el poroto a Argentina. «No obstante, ante estas opiniones sumamente válidas, consideramos que en un mercado de alguna forma sobreofertado de poroto de soja, las bajas de precios internacionales estarían en el orden del 20 por ciento», puntualizaron.