Hay 4,5 millones de hectáreas plantadas con soja aún sin cosechar y crece el temor por pérdidas si el clima empeora.
Sensación de deja-vú. Incertidumbre sobre los daños que provocarán las excesivas y generalizadas precipitaciones que superaron, en algunas zonas hasta duplicaron, los 100 milímetros durante el fin de semana, en plena cosecha gruesa.
Si bien diversos analistas, dirigentes del campo y entidades que realizan estimaciones de producción enfatizaron que es prematuro calcular la pérdida potencial que en soja puede dejar el actual fenómeno climático, se sabe que por lo menos 4,5 millones de hectáreas entre soja de primera y de segunda aún están sin recolectar en la zona núcleo, en medio de una campaña que ya a fines de la semana pasada llevaba un retraso de 20 puntos porcentuales sobre los niveles históricos.
Así en un cálculo teórico, y considerando un rinde promedio en torno a 30,7 quintales por hectárea, se trata de casi 14 millones de toneladas de soja las que están en peligro por la demora en la recolección y las condiciones de anegamiento e inundación. La cantidad se eleva a más de 16,3 millones de toneladas si se utiliza el rinde promedio nacional de 36,3 quintales por hectárea que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó en su reporte al 6 de abril último.
A valor FOB oficial, u$s 372 la tonelada, ese volumen teórico con el rendimiento menor representa algo más de u$s 5000 millones y se eleva a más de u$s 6000 millones con el rendimiento de 36,3 qq/ha.
Más allá de los cálculos para intentar cuantificar el daño climático, la situación es desesperante en una gran franja comprendida por el sur de Santa Fe, el norte-oeste de Buenos Aires, que como sucedió en enero último y en abril de 2016, paraliza las tareas esta vez de cosecha gruesa.
En Buenos Aires, el departamento de General Villegas está prácticamente tapado por el agua, con miles de hectáreas de campo que parecen ríos o lagunas. Allí se perdió producción agrícola y además muchos tamberos debieron abandonar sus tareas, tanto por campos inundados como por los caminos que resultan intransitables después de meses de lluvias extremas y sin obras que permitan el desagote.
En tanto, en el partido de Junín, también hay serios problemas con los anegamientos. Entre las lluvias de este fin de semana y del anterior, se acumularon 370 milímetros.
A ese panorama se suman las inundaciones en Salta, en zonas como Las Lajitas también un lugar destinado a la agricultura, donde en apenas 3 días llovieron casi 600 milímetros. Además, tras varios ciclos de sequías, el sudeste de la provincia de Buenos Aires está atravesando un período con muchas precipitaciones, en algunos casos superiores a los 200 milímetros.
Así «las lluvias encienden el temor por pérdidas», comentó ayer en un reporte de la Bolsa de Comercio de Rosario, en el que se advirtió que «si se repitieran las lluvias el próximo fin de semana pueden empezar a afectarse los rendimientos».
Es que, explican en el sector, la cosecha está paralizada y en la mayoría de los campos se necesita de entre 4 y 5 días de buen tiempo para poner retomar las tareas. Y entre 10 y 15 días sin ninguna lluvia para respirar aliviado y no andar pensando en pérdidas.
MERCADO ATENTO
El retraso de la cosecha y la necesidad de contar con mercadería para hacer frente a los embarques estimados para las próximas semanas, llevó a la industria y la exportación a ofrecer 1,5% más que el viernes por la soja disponible en Rosario. Así la posición cerró ayer en u$s 233,5 la tonelada. Para la entrega en mayo, se pagó u$s 238 por el mismo volumen.
En tanto, los futuros en Chicago cerraron sin cambios a la espera del informe mensual de oferta y demanda que difundirá este mediodía el Departamento de Agricultura estadounidense (Usda) y en el que seguramente no se reflejará lo que ocurre en Argentina.
Por Paula López | Cronista Comercial