La cadena avícola prepara el salto al mercado externo

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La industria productora de pollos de la Argentina está en la antesala de un nuevo tiempo. Con un mercado doméstico prácticamente saturado y un escenario internacional en condiciones inmejorables por la crisis sanitaria en China _derivada de la peste porcina africana_, el desafío es lograr dar el salto exportador, pero asentado sobre bases sólidas que sumen, a la eficiencia en el desempeño, que fue la meta de los últimos años, la «eficiencia económica, la bioseguridad, la salud animal, el índice de mortalidad y la optimización de la conversión alimentaria».

En los últimos cuatro años Argentina creció apenas un 5 por ciento en la producción de pollos. Medido en volumen, de 2,08 a 2,18 millones de toneladas, cuando países como Tailandia, Unión Europea o Rusia, alcanzaron niveles de crecimiento del 21 por ciento, 15 por ciento y 13 por ciento respectivamente. «En Argentina se están perdiendo mercados», alertó Antonio Mario Penz, director global para cuentas estratégicas de Cargill Nutrición Animal, en el marco del 1º Simposio Provimi, la compañía del grupo dedicada a la producción de alimentos para aves, cerdos y bovinos.

La compañía reunió en Rosario al 85 por ciento de las empresas argentinas productoras de pollos en el primer simposio Provimi, un encuentro en el cual analizó tendencias de mercado y tecnologías para la eficiencia en la cadena de la producción avícola, con la consigna de «promover la salud de los negocios», detallaron los organizadores.

Y el primer disparador surgió con la pregunta que realizó Cirinei Miotti, líder de la división pollos de Provimi para Latam Sur. «¿Estamos preparados para aprovechar esta coyuntura? Porque es una transición jamás vista en el mercado mundial de proteínas», planteó el ejecutivo poniendo como puntal a la crisis sanitaria que vive China por la peste porcina africana, que según estimaron los ejecutivos de Cargill provocaría una caída de más de un 40 por ciento de la producción de ese país.

«Es una oportunidad muy grande para nuestras empresas, ya que China producirá 16 millones de toneladas menos cada año, que se suplirá en parte con carne de pescado y en segundo lugar con la importación de pollos», agregó Miotti y destacó que la oferta para abastecer a ese mercado puede venir de Brasil, en menor medida de Europa, pero también «Argentina puede tener un papel muy importante», dijo.

Sin embargo, esa ventana de oportunidad requiere otro posicionamiento del país, cuya matriz de producción está conformada por empresas familiares de distinto tamaño y escala de producción y poco desarrollo asociativo.

Penz destacó que, en países de la Unión Europea como Polonia o Ucrania la bioseguridad es un hecho; en Rusia —que pasó de ser país importador a exportador— este tema está muy desarrollado; Tailandia tiene mataderos con estándares de calidad similares al mejor sanatorio del mundo. En cambio, «en Argentina estamos perdiendo mercados», advirtió.

Y para eso llamó a enfocarse en cuestiones clave como «la conversión alimentaria», que según dijo Penz fue cayendo desde el año 1995 a la actualidad. «En 2019 se necesita un 20 por ciento más de maíz para hacer el mismo kilaje de pollo», aseguró.

Un dato no menor teniendo en cuenta que el mercado mundial del grano está muy volátil, pero con la presencia de China como gran traccionador. «Hoy China viene creciendo en consumo de maíz un 9 por ciento por año y en 4 años deberían pasar de consumir 15 millones de toneladas a 40 millones», aseguró Sean Hyland, gerente de producto línea maíz y sorgo de Cargill para Sudamérica.

Por otra parte, Penz llamó a atender el «control de calidad de nutrientes» de la producción y llamó a los empresarios a realizar «nutrición de precisión», mirando con atención a su proveedor de alimentos (maíz), así como avanzar en el uso de la tecnología a través de «la integración de datos», que permitan en tiempo real contar con información sobre producción, faena y mercado.

Además, planteó como una necesidad avanzar en el control de la producción de alimentos; en galpones con ambientes controlados, en la inteligencia artificial aplicada al manejo; a un sistema de monitoreo en tiempo real y finalmente a desarrollos de productos con valor agregado. «Al vender un animal vendés una carne por 1.000 dólares, que consumió dos kilos de maíz que cuesta 100 dólares. Es decir, transformas 200 dólares en 1.000. Es la forma más inteligente de transformar el grano», dijo.

Pero también llamó a poner una mirada más detallada sobre el negocio. «En Argentina en un día el dólar pasó de 45 a 60 pesos ¿usamos la misma fórmula?», indagó Penz a los asistentes.