La Niña se despide con lluvias en la zona central

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Las condiciones climáticas del último semestre jugaron un rol central en el desarrollo de la campaña agrícola sudamericana, con particular impacto en la región central de Argentina, donde las lluvias fueron muy inferiores a las marcas normales durante el tramo final del 2020 y los meses de febrero y principios de marzo. El pulso seco del inicio de la soja retrasó las siembras y trazó desde el arranque proyecciones menores al potencial, que se confirmaron con el retroceso de la humedad en el tramo final del verano.

Según la clasificación de sequía que efectúa la Oficina de Riesgo Agropecuario del MAGyP, para la zona pampeana norte -que cubre Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y norte de Buenos Aires- un 74,8% de la superficie calificaba como “seca” o “muy seca” durante la ventana comprendida entre el 26 de febrero y el 12 de marzo. Ese porcentaje cayó a sólo 3,5% para el período que va entre el 13 y 28 de marzo, luego de las buenas lluvias de los días 16-17 y 24-25 del mes pasado.

Ante este escenario, las cosechas de maíz y soja quedaron debajo de los niveles del año pasado, observándose gran dispersión regional de los rendimientos en función de variables como manejo, tecnología aplicada y escalonamiento de las fechas de siembra. En muchas zonas, la disponibilidad y altura de la napa fue clave para poner limite a las pérdidas productivas y que los cultivos puedan capturar agua en profundidad.

El comienzo del otoño trajo mayor inestabilidad, tal como se observó durante la segunda quincena de marzo y los primeros días de abril. Sobre el final de esta semana un nuevo evento apunta a dejar acumulados superiores a 40-50 mm en distintas partes del país, beneficiando principalmente al sur y al este. Las recargas para Córdoba y el norte serán menos voluminosas, aunque igualmente importantes. Se trata del aporte de humedad más significativo antes de ingresar en la estación fría, con consecuencias sobre el retrasado avance de la trilla y la actividad logística, pero muy esperado para seguir recargando los perfiles de cara a la campaña de invierno.

Superada la inestabilidad de estos días, desde la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario afirman que “no habrá posteriormente lluvias conflictivas para la recolección”, por lo que la segunda quincena de abril se presenta favorable para el ingreso de las cosechadoras a los lotes.

Dado que el clima ya no tiene casi incidencia sobre la campaña de verano, el foco comienza a virar hacia las perspectivas del trigo, cuya siembra de ciclos largos se larga en la segunda mitad de mayo, en un contexto en el que la intención de siembra se anticipa bastante firme.

Dos hechos alentadores marcan el arranque de la campaña fina 2021/22. El primero es la recomposición de las reservas hídricas en un período de baja demanda estacional. Las lluvias de marzo sobre las áreas trigueras de nuestro país superaron el promedio de la última década y las proyecciones para todo abril se muestran muy cerca de las marcas normales, excediendo a los magros registros de abril de 2019 y 2020.

El segundo factor viene por el lado de la escala global y la situación del Pacífico. Este jueves (8/4) a la mañana la agencia estadounidense NOAA afirmó que a lo largo de marzo la Niña siguió debilitándose y la transición a ENSO-Neutral tiene ahora una chance de 80% de concretarse a lo largo de mayo y junio. La oficina meteorológica australiana se había pronunciado en el mismo sentido la semana anterior.

Si bien el forzante ENSO pierde relevancia para Argentina en el segundo trimestre, no deja de ser un aliciente positivo para encarar la siembra de la nueva campaña. La cara negativa de esta noticia es que algunos modelos anticipan la repetición de una Niña en el verano 2022 o la presencia de condiciones frías en el Pacífico, hecho que hay que monitorear cuidadosamente.

Por el lado de los fenómenos de tipo regional, por el momento no hay hechos destacados que generen desvíos considerables para la agricultura. La temperatura del agua marina en la costa atlántica sigue mostrando valores algo superiores a la media, al igual que en Uruguay y el sur de Brasil, pero sin incidencia remarcable sobre los flujos y el transporte de humedad hacia las regiones productivas del país.

Pareciera que la temporada de invierno no tendrá grandes condicionantes de partida ni tampoco para los tramos iniciales de desarrollo de los cultivos. De todos modos, el panorama es aún muy distante para tener certeza sobre las variables del clima al momento en que los trigos lleguen a instancias críticas, a partir de agosto y septiembre. De cualquier manera, la situación inicial da al productor un incentivo importante para aplicar tecnología, aprovechando el buen momento del mercado. (fuente AgroClave, diario La Capital)