La Red de Manejo Integrado de Plagas (REM) de Aapresid, junto a profesionales del INTA y de las empresas Corteva y UPL analizaron la situación de las principales malezas invernales y sus resistencias a herbicidas.
El trabajo se enfocó en zona núcleo, sudeste bonaerense y sur de Córdoba. El factor común en todas las regiones es que el uso repetido de ciertos principios activos a lo largo de muchos años ha ejercido presión de selección sobre las especies de malezas más agresivas. De este modo, la aparición de resistencias empieza a ser cada vez más frecuente.
En el listado elaborado por estos profesionales, la rama negra encabeza el top de malezas de hoja ancha más difíciles de controlar, con presencia en todo el país.
En este caso, confirmaron la resistencia a glifosato y a pre y postemergentes del grupo de los inhibidores de acetolactato sintasa (ALS)
También hay sospechas de multirresistencia de hasta cuatro modos de acción: glifosato; ALS; hormonales y protoporfirinógeno oxidasa (PPO).
“Resulta muy complejo combatirla químicamente cuando está pasada pero la implantación de cultivos de servicios se adapta muy bien, ya que no es buena compitiendo contra altas coberturas”, señalaron.
Otras amenazas
En tanto, dentro de las gramíneas, el raigrás también presenta multirresistencia a tres sitios de acción (glifosato, ALS y la enzima ACCasa).
“Una de sus grandes dificultades es su alta tasa de producción de semillas, pero como tiene un crecimiento acotado al otoño y principios de invierno, el control químico puede ser efectivo”, estimaron.
En cuanto al complejo de crucíferas, mencionaron a nabón; nabo; nabillo y mostacilla, entre otras. En este caso, existen biotipos con resistencia a glifosato e inhibidores de ALS y a 2,4D. En algunos casos la resistencia es específica a un solo tipo de herbicida y en otros llegan a incluir a los tres sitios de acción.
Para un buen comienzo
Los profesionales comentaron que el punto de partida para un buen control radica en el monitoreo y posterior identificación de las malezas.
“Los meses de abril a junio son más que oportunos para ‘patear’ el lote, observar nacimientos y pensar qué hacer y cómo”, explicaron.
En esta instancia, los registros de historia del lote son la fuente de información más confiable para que el productor pueda planificar su campaña.
“Es preciso tener claro nuestro objetivo de control pensando en la sustentabilidad y rentabilidad del sistema, a veces, a costa de convivir con un porcentaje de malezas para evitar riesgos de fitotoxicidad o pérdidas económicas mayores que si no controláramos”, advirtieron.
Más allá de recetas puntuales, desde la REM hicieron hincapié en una serie de estrategias: conocer tolerancias y resistencias zonales, incluir dos o más principios activos cuando se usen mezclas, pensar siempre en dos o más modos de acción y rotarlos, respetar los días desde la aplicación del herbicida y evitar repetir herbicidas residuales o con similar modo de acción. (fuente Infocampo)