Afectado por el déficit hídrico, el maíz cerró la campaña 2021/22 con una producción de 52 millones de toneladas, unas 3 millones de toneladas menos que en el ciclo previo y consolidó así las previsiones iniciales de los productores que observaron cómo la falta de agua impactaba en un cultivo por el que venían apostando fuerte en los últimos años.
Los datos se desprenden del informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) que hizo un balance de la campaña anterior. Ese escenario anticipó lo que se prevé ocurrirá en el próximo ciclo, ya que según el relevamiento semanal que realiza la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Rosario, se estima una reducción de siembra de maíz para el período 2022/23 de 180.000 hectáreas en la región núcleo por la sequía y ajustes en la tecnología.
«Hace un año la siembra maicera subía un 15%, hoy baja un 10% y hay ajustes de hasta el 30% en fertilización nitrogenada porque e busca salvar los costos de base en vez de ir por el potencial”, señalaron los técnicos de Cañada de Gómez que relevó GEA.
La situación también golpea al trigo de la campaña en curso y mantiene en alerta a los productores que aún tienen guardada su mercadería como resguardo de valor, pese a los riesgos que genera la progresiva desaceleración de los precios internacionales de los commodities.
Esta retracción en las liquidaciones por parte del agro fue reconocida por el propio gobierno esta semana cuando el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, reafirmó la necesidad de “reformular” el instrumento del denominado dólar “soja” tras la “muy poca liquidación” en la que derivó la implementación de ese instrumento, según dijo el funcionario.
Lo hizo en el Congreso Internacional de Coninagro donde indicó que “la herramienta no fue efectiva ni asertiva porque la liquidación fue muy poca” y además ante un auditorio que viene reclamando un tipo de cambio diferencial, algo que hasta ahora el súper ministro Sergio Massa no concreta.
De hecho, aunque el campo presiona, la liquidación de agrodólares llegó en agosto, según los registros del Banco Central, a u$s 2.000 millones, y aunque el propio secretario de Agricultura la considere escasa, está en sintonía con lo que el titular del BCRA Miguel Pesce dijo que estimaban recaudar por esta vía a fines de julio cuando se lanzó la medida denominada 70/30, en referencia al instrumento que le permite a los agricultores que liquiden soja antes del 31 de agosto acceder con el 30% del pago recibido por su mercadería en dólares a valor oficial y con el restante 70% a un plazo fijo atado al avance del tipo de cambio.
De hecho, en en ese momento el titular de la entidad monetaria estimó que «las ventas de soja que se pueden generar a partir del incentivo creado por el organismo para potenciar la liquidación de granos, podrían sumar, al menos, unos u$s 2.500 millones a las reservas hasta el 31 de agosto próximo», un número muy cercano al recaudado que podría explicar la decisión oficial de no realizar cambios en la política cambiaria para el sector.
Esto ocurre en un escenario muy volátil donde los precios de los commodities muestran un comportamiento errático por la fuerte tensión geopolítica entre China y Estados Unidos por Taiwán y las complicaciones que trae el fenómeno de la Niña en términos climáticos.
En términos productivos, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) indicó que la recolección de maíz con destino grano comercial tuvo una merma productiva del 5,5% en comparación con la cosecha anterior, a pesar de haber contado con 700.000 hectáreas más de superficie. “Las labores se dieron por finalizadas con la recolección de los últimos lotes en Salta, Chaco y Buenos Aires, con un rendimiento promedio de 69,9 quintales por hectárea (qq/ha) a nivel nacional”, indicó la entidad.
No obstante la baja en la producción en comparación con el ciclo 2020/21, el volumen acumulado se ubicó por encima del promedio de las últimas cinco campañas de 48,9 millones de toneladas y se posicionó como la cuarta mejor cosecha de los últimos diez años.
El GEA dio cuenta de un ajuste de la siembra de maíz para la campaña 2022/23. «En mayo se estimaba una caída en área de un 5%, pero a días de iniciar la siembra se espera que se siembre un 10% menos, respecto al ciclo previo», precisó. En el ciclo pasado, las gramíneas no paraban de crecer y el aumento del maíz era del 15% en la región núcleo, pero con un recorte de 180.000 hectáreas se espera que se siembren 1,66 millones de hectáreas con maíz en la región núcleo de Argentina.
La núcleo es la región de mayor potencial maicero ya que en la campaña 2018/19 se alcanzó un promedio de 111 qq/ha y en los últimos años el crecimiento se dio no solo en área sino en tecnología: se buscaba fertilizar cada año más, apuntando a rindes de 110 a 150 qq/ha.
El informe de GEA indicó que «el clima jugó en contra, sobre todo en el último ciclo en una vasta área». Con una tercera Niña, que cada vez muestra mayores señales de ser moderada y no leve, «lo que se quiere evitar es revivir el desastre del año pasado: rindes de 50 quintales y cuadros pastoreados cuando se había invertido para superar los 120 qq/ha», indicó el reporte.
«La falta de agua, el impacto de la última campaña de maíz y una difícil coyuntura política económica condicionan la tecnología que se va aplicar en esta campaña. El objetivo es producir para cubrir los costos de base (costos de indiferencia) en vez de buscar el mayor potencial posible y el primer ajuste está en la fertilización nitrogenada», dijeron en Cañada de Gómez, donde se prevé en este sentido un recorte del 30% de fertilización. Otro punto son los híbridos, «este año se buscan que sean más estables frente a los de punta de máximo potencial”, dijeron.
En Bigand esperan una fuerte caída del maíz temprano, y un aumento de hasta el 50% de la superficie de maíz tardío respecto al año pasado. “Y mucha más soja”, agregan. En Pergamino y Colon también habría un fuerte pase de siembras tempranas a tardías en maíz y estiman una caída del 20% en la superficie del temprano. En Corral de Bustos, en lotes de alto potencial (130 a 150 qq/ha) apuntarán a 110 o 120 qq/ha. En lotes con potencial debajo de los 100 qq/ha pasaran a siembras de diciembre o bajaran la densidad. “El año pasado la relación temprano/tardío zonal fue de 90/10. Hoy ya hablamos de un 60/40 o 70/30”, señalan los técnicos.
El impacto del clima
La semana empezó con heladas y registros de hasta 4 grados bajo cero. Pero luego el calor puso a los termómetros por encima de los 25°C. Y con la falta de lluvias, las reservas vuelven a retroceder en toda la región pampeana y en especial en Buenos Aires. “El centro de la región pampeana vuelve a ser afectada negativamente. Las mejoras que habían alcanzado las reservas hídricas durante la primera quincena del mes están desapareciendo”, dice Aiello. “Condiciones estables, un nuevo periodo de ausencia de lluvias y el aumento estacional de la insolación diaria hicieron retroceder los niveles de humedad en los perfiles”.
El relevamiento de GEA indicó que la llegada de un nuevo frente podría provocar las últimas lluvias de agosto. «El este cuenta con mejores chances y la oferta de agua podría ser puntualmente más generosa debido al alto grado de volatilidad meteorológica que plantea la cercanía de la transición estacional”, dice el consultor Alfredo Elorriaga. Pero José Luis Aiello recordó que “seguimos en invierno y bajo la influencia de un enfriamiento del Pacífico. Es difícil esperar precipitaciones generalizadas y superiores a los valores medios estacionales”.
Trigo golpeado
Esto genera que en la franja central de zona núcleo el trigo siga golpeado. Los cuadros regulares y malos ya superan el 50%, indicó GEA y «se profundiza cada vez más la brecha en la condición del cultivo entre las zonas que fueron privilegiadas por las lluvias de las primeras semanas de agosto y las zonas con lluvias ausentes durante tres meses».
En ese escenario «la zona extremadamente seca es el extremo sur de Santa Fe, extremo norte de Buenos Aires y este de Córdoba», indicó GEA. En la localidad de Bigand “un 60% de los cuadros se encuentran en estado regular y un 20 % están en malas condiciones. En los peores lotes se ven muchos rodales con desaparición total de plantas”, dicen los ingenieros. En Colón, en la zona que cumple tres meses sin lluvias, cuentan que “los lotes regulares y malos están cada vez peor, mientras que los que venían “buenos” desde la implantación mantienen su condición. El agravante en la zona es que entre un 60 y un 70% de los cuadros ya están entrando en encañazón, por lo que la necesidad de lluvias próximas se torna cada vez más crítica. (fuente AgroClave, diario La Capital)