Desde enero del 2017, la Argentina adhiere al proyecto “4 por 1000”, que busca mejorar en un 0,4% anual las reservas de carbono en los primeros 30-40 centímetros de profundidad, con el objetivo de evitar el aumento de dióxido en la atmósfera. La intensificación de acciones en ese sentido, tanto desde el sector público como privado, será fundamental para lograr el desarrollo de una agricultura más sustentable.
Según un informe del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea, sobre emisiones de CO2 fósil y gases de efecto invernadero a nivel mundial durante 2019, la Argentina ocupaba el lugar 19 entre 195 países. Así es que en nuestro país hay mucho por hacer desde el punto de vista medioambiental, aunque primero debe analizarse cómo puede reducirse ese consumo.
Al respecto, vale destacar que desde enero de 2017 la Argentina adhiere a la iniciativa internacional “4 por 1000”, impulsada por el Gobierno de Francia y basada en el Plan de Acción Lima-París. Desde su nacimiento, el 1º de diciembre de 2015 en la COP 21, el proyecto apunta a la unión de todas la partes involucradas en los sectores público y privado, con el objetivo, entre otras cosas, de mejorar un 0,4% anual las reservas de carbono en los primeros 30-40 centímetros de profundidad, para ayudar así a detener el incremento de dióxido de carbono en la atmósfera.
Además, invita a todos sus asociados a implementar o declarar algunas acciones sobre el almacenamiento de carbono en la tierra y distintos tipos de prácticas, como por ejemplo agroecología, agroforestería, agricultura de conservación, y manejo del paisaje.
En este contexto, los suelos agrícolas pueden desempeñar un papel fundamental en lo que respecta a la seguridad alimentaria y el cambio climático. Por eso, como responsables de la logística para el agro, tenemos la intención de adherir al “4 por 1000”, en la tarea de solucionar esa problemática, para lo cual la empresa trabaja desde hace más de cuatro años.
Para lograr la sustentabilidad de la cadena logística, es fundamental darles capacitación directa a los productores. Para eso, debe trabajarse en la preparación de cursos online, dando acceso a toda la información necesaria como a la posibilidad de contestar todas las dudas que puedan surgir.
También es primordial el análisis de todas las operaciones de movimiento de mercaderías, traslado de cosechas o cualquier movimiento que se realice en el campo. De esta forma, puede determinarse cuáles son las mejores rutas para llegar a una disminución del consumo de combustibles fósiles.
En ese sentido, ya estamos en conversaciones con el “Carbon Cycle Institute” del estado de California, que trabaja en la comprensión y el compromiso con el ciclo del carbono, para poder implementar los procedimientos que están utilizando con los productores estadounidenses.
Pero, más allá de estas acciones a nivel global, vale destacar que son muchas las cosas que pueden realizarse en la vida diaria para evitar la erosión de los suelos y conservar el carbono. Tanto en la agricultura, con prácticas como la siembra directa, como también en el resto de la sociedad.
Por ejemplo, el 40% de los residuos que se generan en los hogares son orgánicos. Evitando que se tiren a la basura, se ayuda a reducir la contaminación del suelo y del agua. Para que se puedan reutilizar es fundamental la implementación del compost, un proceso de descomposición de esos desperdicios orgánicos en el cual la materia vegetal y animal se transforman en abono.
El compost provee de fósforo, potasio y nitrógeno al suelo, además de adherir más materia orgánica a la tierra, controlar la erosión, permitir el paso de aire, retener la humedad y cuidar al medioambiente, entre otros beneficios. Después de algunos años de trabajo para y por el medioambiente, queda claro que, si no se cambian algunos comportamientos y se toma a este tema con responsabilidad, no quedarán más de 60 cosechas por delante. (fuente Gabriel Otero, diario La Nación)