La siembra de maíz ya puso primera en Argentina y es hora de comenzar a plantear la campaña: para eso, es conveniente vigilar aquellas enfermedades que pueden tener algún tipo de incidencia en el desarrollo del cultivo, como los “carbones”.
Una de estas enfermedades a controlar es sin dudas el carbón de la espiga, cuya presencia durante la campaña pasada fue muy importante. Por ese motivo, es fundamental lograr un correcto diagnóstico de esta patología para manejarla de manera óptima.
El “carbón común del maíz” o “carbón de la espiga”, causado por Ustilago maydis, fue la enfermedad en maíz más registradas durante la última campaña. Es de allí que radica la importancia de controlar los cultivos en la temporada que viene.
Síntomas de los carbones
Según Couretot, los síntomas que se observaron en los cultivos de maíz implantados en la temporada pasada, principalmente afectaron la espiga durante la floración. “Allí es cuando ocurre su infección, sobre los estigmas no polinizados, en plantas que sufrieron estrés ambiental y que presentaron floración asincrónica”, se explayó la especialista.
Estas circunstancias deja al cultivo implantado susceptible y receptivo por un mayor período de tiempo, con lo cual se hace imperioso el monitoreo continuo.
Por otra parte, también en la campaña anterior, se visualizaron casos de “carbón de la panoja” (sporisorium), aunque no tuvo una distribución masiva. Sin embargo, su presencia, motivó que se registrara un incremento de los reportes en diferentes regiones del país, y en algunos casos, en mayor incidencia que en otros años.
Respecto a la última enfermedad, es preciso remarcar que no se registraba en la Argentina desde hace mucho tiempo, lo que hace que este dato tenga una importancia extra.
Visualizando el cultivo
El carbón de la espiga se muestra en forma de tumor en la propia espiga o puede aparecer en cualquier otra parte de la planta.
Al momento de la cosecha, se observan agallas rotas, con exposición de teliosporas, que pueden ser diseminadas por vientos.
Se trata de una infección local que afecta principalmente a la espiga por los estigmas no polinizados. Su nivel de daño va a depender de la incidencia de la enfermedad en la planta.
Por su parte, “el carbón de la panoja”, presenta plantas afectadas que pueden mostrar entrenudos más cortos, deformaciones, multi-floración, panojas y espigas con masa carbonosa y ausencia de agallas visibles.
El monitoreo es la herramienta imprescindible para entender la situación. Sin embargo, el principal instrumento para prevenir su presencia es la genética, aunque no existe demasiado conocimiento al respecto. No obstante en el mercado hay materiales que tienen comportamiento diferencial.
Avanzar en estrategias
Bajo este panorama, ¿cómo hacer para detectar las enfermedades a tiempo y controlarlas?
- Monitoreo de los lotes, buscando síntomas característicos para diferenciar entre los dos carbones.
- Localizar plantas afectadas, extraerlas evitando dispersar teliosporas y quemarlas para eliminar el inóculo.
- En lotes con presencia de la enfermedad, limpiar y desinfectar la cosechadora, tanto al ingreso como a la salida.
- Realizar rotación de cultivos, no sembrar maíz en lotes afectados al menos por dos a cinco anos, para evitar nuevas infecciones.
- Aplicación de fertilizantes nitrogenados.
- Tratamiento de semilla con fungicidas eficientes para el control de S. reilianum. Se están evaluando ingredientes activos para incorporar a esta enfermedad a los registros ya establecidos.
- En caso de dudas, solicitar asesoramiento con especialistas. (fuente Infocampo)