En materia de productividad, el rendimiento bonificado por aceite promedio en estos planteos fue de 2.721 kg/ha, pero con una fuerte variabilidad. Así, el desempeño osciló desde menos de 2.000 kg/ha hasta resultados que superaron los 3.000 kg/ha.
Esta dispersión se vio tanto en aspectos productivos, como rendimiento y porcentaje de aceite, como así también en el perfil sanitario para las principales enfermedades de prevalencia en la región como Phoma, Alternaria y la recientemente emergida Phomopsis.
Cómo mejorar los rindes
La elección del genotipo fue el factor de mayor impacto en el rendimiento y explicó un 12% de la variabilidad.
“Estos resultados destacan la importancia de la correcta selección del genotipo como punto de partida para el éxito del cultivo en cada ambiente”, señalaron desde la Red.
Los profesionales detallaron que la densidad de plantas y la fertilización nitrogenada explicaron el 10% y el 6% de la variabilidad en los rindes, respectivamente.
El factor de manejo que menos impacto tuvo en los rendimientos fue la aplicación de fungicidas, con un 4% de incidencia. De todas maneras, afirmaron que es una buena alternativa dentro de los programas para control de enfermedades de fin de ciclo.
Enfermedad fúngica
Esta enfermedad fúngica puede recortar el rinde hasta un 50%, porque el hongo puede producir tanto lesiones en tallos -cancro del tallo- como en capítulos, que se conoce como pudrición seca.
Desde la Red advirtieron que no es una enfermedad que pueda corregirse con manejo, porque cuando se detectan cancros o pudriciones de capítulo, ya es tarde.
“Por lo tanto, todo el manejo es preventivo, y el principal factor a tener en cuenta para activar una estrategia defensiva es el historial reciente de la enfermedad en cada región”, señalaron. Como estrategias preventivas, remarcaron cuestiones de manejo como la correcta elección del híbrido y evitar conopeos densos, principalmente en zonas endémicas. (fuente Infocampo)