Los suelos agrícolas pueden jugar un rol clave para reducir las emisiones de gases efecto invernadero

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En el marco del 30° Congreso de Aapresid, uno de los interrogantes que se abordaron fue cuanto puede sostener el suelo un balance negativo de carbono. En este contexto, se analizaron temas como fuentes de emisión y de captura de Gas Efecto Invernadero (GEI) y  cuánto carbono se exporta en el grano producido en los cultivos, entre otras cuestiones.

Miguel Ángel Taboada, director del Instituto de Suelos del INTA, abrió el juego y explicó cómo se almacena el carbono en los sistemas agropecuarios y silvícolas, que luego permitirá compensar las emisiones de otros GEI, como el dióxido de carbono, óxido nitroso y metano.

Con respecto al dióxido de carbono, precisó que presenta una particularidad: es el único que puede ser tanto emitido como capturado. En el caso de las emisiones en el campo, puntualizó que obedecen a la quema de combustibles fósiles durante el tránsito agrícola, la descomposición de los residuos de los cultivos, y la mineralización de materia orgánica de los suelos.

Este GEI puede ser capturado por las plantas por la fotosíntesis y ser transformado en compuestos orgánicos vegetales.

Por el lado de las emisiones de óxido nitroso, Taboada señaló que pueden ser directas desde los suelos e indirectas, como producto de la volatilización de amoniaco en suelos fertilizados con urea o UAN.

“Para el caso del metano, la principal fuente de emisión es la fermentación entérica por ganado vacuno”, destacó. Y agregó:  “Se le suman las emisiones de los suelos en campos arroceros bajo inundación, la quema ocasional de pajonales y los incendios forestales”.

¿Cuánto carbono queda en el suelo?

Guillermo Peralta, consultor técnico de FAO, precisó que en agricultura, la mayor parte del carbono se exporta en el grano producido por los cultivos. “Sólo una parte, entre un 20 y 35%, permanece en el suelo en forma estable”, calculó.

En el caso de los sistemas ganaderos, donde los recursos forrajeros se completan con verdeos de invierno y de verano, o se pastorean rastrojos de cultivos, señaló que la lógica del ciclo de carbono es similar a un cultivo anual.

Al momento de analizar qué niveles de secuestro de carbono se pueden esperar en el suelo, Peralta estimó su impacto en esquemas de siembra directa. “Con nutrición balanceada, cultivos de servicio con leguminosas y sistemas ganaderos con pasturas perennes, hay un potencial de 200 a 400 kilos por hectárea anuales de carbono”, sostuvo. (fuente Infocampo)