Los presidentes argentinos quieren ser ministro de economía y dirigir el Banco Central. Es imposible ser papa, cura y monaguillo. El resultado es una política monetaria poco coherente.
Los presidentes argentinos quieren ser ministro de economía y dirigir el Banco Central. Es imposible ser papa, cura y monaguillo. El resultado es una política monetaria poco coherente.
El dólar bajo el 3% desde principio de año, y la inflación minorista se ubicaría en el 4% para los primeros dos meses, en 60 días la inflación en dólares fue del 7%, una pérdida de rentabilidad enorme para los exportadores, que en muchos casos tienen predeterminado el valor del producto que exportan, y la rentabilidad juega en función de los costos.
Los precios en dólares de argentina no paran de subir, cada vez es más barato viajar al exterior, comprar un auto importado o un whisky escoses.
El dólar está en baja desde febrero del año 2016 cuando toco los $ 16,00, que intento volver a alcanzar en enero pasado, y hoy se encuentra en franco retroceso.
En el último año los que compraron acciones, bonos, lebac o hicieron plazo fijo en pesos tuvieron una grande ganancia en dólares. Los que se quedaron con dólar billete encanutado o aún no vendieron la soja del silo bolsa, perdieron poder adquisitivo, si antes compraban un departamento de dos ambientes, ahora se tendrán que conformar con un solo ambiente.
El presidente de la Nación no tiene ministro de Economía, no existe ese ministerio, si hay ministro de Hacienda, Finanzas, Energía, Transporte, u otros nombres, pero el verdadero ministro de economía es el presidente.
Mauricio Macri confía el futuro escenario económico en una sola persona Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central. Está convencido que la economía argentina es similar a la de países desarrollados, en donde el hombre fuerte y relevante es el presidente del Banco Central, y luego los ministros son figuras de menor rango, con un presidente de la nación más involucrado en la gestión y perspectivas futuras. Todo esto no estaría mal, si el presidente del Banco Central no se hubiera fanatizado con la política monetaria, y el presidente de la nación se hubiera entrometido en las decisiones.
El Banco Central ha definido claramente que la tasa de interés será positiva frente a la inflación esperada. Interviene en el mercado fijando la tasa de corto plazo, que hoy se ubica en el 24,75% anual, y con ello busca absorber pesos excedentes de los bancos. Por otro lado, interviene en el mercado abierto, capturando pesos vía letras denominadas Lebac. Por esta vía paga el 22,75% anual por las colocaciones a 30 días de plazo.
Ambas tasas son positivas frente a la inflación anual que espera la media del mercado, que se ubica en 20,8% anual. Pero mucho más positivas contra la inflación que espera el Banco Central, cuyo pronóstico se ubica en el 17% anual.
El Banco Central dice que en este escenario se desentiende del valor del tipo de cambio, que se acomodara de acurdo a la liquidez del sistema.
El presidente del Banco Central no desconoce que el gobierno nacional y las provincias se endeudan en dólares para poder cumplir compromisos en pesos, y esto genera una súper oferta de dólares en el mercado. También sabe que el blanqueo genera oferta de dólares que impactaran en el precio el tipo de cambio. Por otro lado, entre marzo y junio se liquida buena parte de la cosecha de soja y maíz, que ascendería a una oferta de unos U$S 12.000 millones. Si el Banco Central decide no intervenir en el mercado cambiario, el dólar podría caer a niveles que serían alarmantes.
El Banco Central tuvo que salir a desdecirse de lo que públicamente expreso en la última conferencia publica de su presidente, el miércoles pasado salió a sostener el valor del dólar, de lo contrario su cotización hubiera llegado a $ 15,00. Dicha intervención se llevó adelante por orden del presidente de la nación, nuestro verdadero ministro de economía, que está preocupado por el bajo tipo de cambio. Por otro lado, el presidente exige una mayor dotación de crédito en la economía, y por ello el Banco Central bajo los encajes.
La dupla Macri y Sturzenegger, puede transformarse en Macri versus Sturzenegger.
La política del Banco Central esta preparada para no intervenir en el mercado cambiario, si lo hace deberá comprar dólares contra la emisión de pesos y eso afectará el nivel de precios o la tasa en pesos de la economía.
Si baja los encajes, esto hará que haya más pesos en la economía y esto generaría más inflación o una suba de la tasa en pesos.
En cualquier caso, la gente no compraría dólares, porque estamos en un mercado en donde se premia con una alta tasa la colación en pesos, que es mucho más alta que la tasa de devaluación, por ende, los que invierten en pesos no solo logran una alta tasa en moneda local, sino que obtienen un rendimiento muy elevado en dólares.
Si a usted esto se lo explicaron como la bicicleta financiera no está equivocado, solo falta la canción de Shakira y Carlos Vives para dar marco a una escenografía financiera que no ayuda a la producción.
Para finalizar, el Banco Central debería ser una entidad independiente, en Argentina ello no ocurre, la multiplicidad de opiniones sobre la política monetaria, genera como resultado una economía en donde la inflación no desciende, el tipo de cambio no es competitivo y los créditos son caros porque las tasas son altas.
No será momento que el presidente de la nación cambie el formato, nombre un ministro de economía, y solo se dedique a la gestión política y el rumbo del país a largo plazo, que es lo más flojito de los últimos meses.
Por Salvador Distefano – Infocampo