En su paso por el XXVIII Congreso Aapresid, el asesor experto de la Red de Maíz Aapresid del Sur de Buenos Aires, Aníbal Cerrudo habló del efecto del manejo sobre el rendimiento de maíz en ambientes restrictivos.
El Ing. Agr. de la UIB (Unidad Integrada Balcarce) se enfocó en ambientes donde las limitantes climáticas o edáficas generan escasez de agua – muy frecuentes en el sur bonaerense -, y apuntó sobre fecha de siembra, genética y nutrición como practicas a revisar.
FECHA DE SIEMBRA
“La fecha de siembra (FS) tiene mucha influencia tanto para potenciar como estabilizar rindes de maíz en ambientes restrictivos”, comenzó Cerrudo.
El atraso en la FS es clave para ubicar el periodo crítico (PC) en momentos de balance hídrico más favorable. “Para el sur bonaerense, esta ventana coincidirá con la de menor demanda ambiental, ya que oferta hídrica vía precipitaciones rara vez cubre lo que requiere el cultivo”, explicó. Esta reducción en la demanda en fechas tardías puede alcanzar los 30 mm, lo que en ambientes restrictivos tiene un gran impacto sobre el rendimiento.
¿Pero las siembras tardías son la mejor opción siempre? Cerrudo explicó que la ventaja de atrasar la siembra se reduce en la medida que el ambiente mejora en calidad y ofrece más recursos. Esa ventaja se reduce aún más cuando incluimos los costos extra de secado del maíz tardío. “En las últimas campañas vemos muchos lotes de maíz tardío donde, ya sea por oferta de recursos o costos extra de secado, hubiera convenido optar por tempranos”.
GENÉTICA Y TOLERANCIA A ESTRÉS
El mejoramiento genético tuvo un efecto muy fuerte sobre la productividad del maíz, en especial en lo que refiere a productividad del agua: cada vez producimos más grano por milímetro consumido.
La ganancia es aún más marcada en ambientes restrictivos gracias a genotipos cada vez más tolerantes a estrés y, por tanto, a densidad: “Ya no se observa la respuesta curvilínea con caídas en el rinde a partir de ciertas densidades, típica de híbridos antiguos“, indicó el experto.
Eso también tiene que ver con la ganancia en plasticidad reproductiva. “Los nuevos híbridos muestran una relación lineal entre rinde por planta y recursos disponibles por planta, una respuesta que se parece más a la de soja”, sostuvo Cerrudo. Experiencias de la Red en Pringles, un ambiente muy restrictivo con sólo 190 mm en todo el ciclo, muestran que si bien la productividad fue muy baja no se vio afectada por aumentos en la densidad.
NUTRIENTES
La ganancia en productividad de los nuevos híbridos no ha sido acompañada por iguales ganancias en eficiencia de uso de nutrientes como N. A esto se suma que, a diferencia de otros países, el nivel de fertilización argentino es en general bastante escaso.
En este sentido, Cerrudo advierte que “para expresar esas ganancias genéticas en productividad tenemos que readecuar la nutrición. Esto incluye a los ambientes restrictivos como los del sur bonaerense, donde antes tal vez ni se apostaba a fertilizar”. (fuente Infocampo)