El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina realizó en junio una Jornada a Campo en el establecimiento La Paz en el partido de Tres Arroyos, una explotación agrícola que en los últimos años incorporó ganadería, lo cual llevó a la inclusión de las pasturas en las rotaciones y a un manejo muy afilado, orientado a la cría y recría vacuna.
En la jornada hubo charlas sobre el manejo de la alimentación con especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, Francisco Caldentey (Inta Azul) y José Ignacio Arroqui (Inta Cesáreo Naredo).
Caldentey dio consejos para “Optimizar al máximo el uso de las pasturas” partiendo de definir que “un buen pasto es aquel que tiene muchos macollos que van a permitir una mayor cobertura del suelo y más producción de forraje”. Además remarcó que “para ser eficientes, los sistemas de cría e invernada sobre pasturas deben lograr altas producciones de carne disminuyendo las pérdidas de material por muerte de hojas o plantas”. Caldentey enumeró una serie de propuestas:
-En pasturas base gramíneas (festuca, raigras o agropiro) que se siembran en otoño, el primer pastoreo debe cuando el pasto alcanza a desarrollar tres hojas y se deben realizar con altas cargas con pocos días de permanencia para evitar que las plantas sean arrancadas. El hombre del Inta dijo que hacer el pastoreo cuando estas gramíneas tienen las primeras 3 hojas verdes completamente expandidas “es la manera aprovecharlas al máximo” evitando que alguna de las hojas muera perdiendo nutrientes. “Esto significa que se debería entrar a pastorear cuando la pastura tiene entre 2.500 y 2.800 kg de materia seca por hectárea de oferta total, esto es entre 25 y 30 cm de altura”.
Otra cuestión es cuánto pasto dejar de remanente. El raigrás, la festuca y el agropiro no tienen reservas por lo tanto dependen de las hojas para crecer y rebrotar. “Si el objetivo del remanente es tener un rápido rebrote luego del pastoreo se deben dejar hojas verdes (partes de hojas) para permitirle captar radiación solar y acelera el crecimiento”. Según Caldentey “se pueden lograr remanentes de 5 cm de altura y entre 800 y 1000 kg de materia seca por hectárea con suficiente cantidad de hojas y material verde para un rápido rebrote”.
Dijo también que se debe hacer un control temprano de la floración y evitar que las hojas se encañen.
Manejo de la Alfalfa
A diferencia de la mayoría de las gramíneas, esta leguminosa tiene la capacidad de acumular reservas en la raíz y la corona: la planta utiliza estas reservas acumuladas para iniciar rebrotes luego de cada pastoreo. Entonces el primer pastoreo recomendado de la alfalfa es cuando logra acumular 5.000 kg/MS/ha o con la aparición de las primeras flores.
Si se trata de una pastura mezcla con festuca cebadilla o alguna otra gramínea y estas especies crecen por encima de la alfalfa impidiendo que recibe la luz solar Es recomendable un pastoreo para despejar la el camino a la alfalfa.
Descanso obligado: a partir de enero y hasta la primera helada es momento de preparar a la alfalfa para pasar el invierno. En ese período la planta direcciona naturalmente una alta proporción de recursos a las raíces, y así recupera las reservas en raíz y corona. Para esto es necesario un ciclo de crecimiento libre completo, es decir hasta que florezca.
En el caso del remanente, por la capacidad de rebrotar de la alfalfa a partir de reservas, no es necesario que el remanente sea importante o que conserve hojas verdes. Indicó que el cuidado debe pasar por mantener la integridad de la corona: “el pastoreo de corta duración y de alta intensidad dejando remanentes de 5 cm son adecuados para este tipo de pasturas”.
Caldentey concluyó que “la producción, calidad y persistencia de las pasturas permite incrementar la producción de carne, hasta 30% de mayor productividad”.
Suplementación
El jefe del Inta Cesáreo Naredo enmarcó su charla basado en que “la suplementación estratégica es una alternativa para garantizar buenos ritmos de ganancia de peso y poder acortar el ciclo de invernada”.
En la Jornada a Campo del Ipcva en Tres Arroyos, José Ignacio Arroqui ilustró que “la suplementación evita los baches nutricionales de los periodos de restricción de la alimentación en la etapa de recría, permite extender el ciclo de engorde y hasta mejorar los estándares de calidad de la carne”.
El ingeniero agrónomo mostró resultados de estudios realizados en Naredo durante 3 años, en los cuales “la suplementación del ternero en distintas etapas de su vida permitió lograr novillos de mayor peso y mejor calidad, que impactan económicamente”.
En números, una adecuada nutrición en la cría puede mejorar el peso de los terneros que van a la invernada entre 14 y 41 kg. “La técnica mejora el aumento de peso durante la primavera-verano y también el desarrollo de área de ojo de bife, el espesor de grasa dorsal, la altura de cadera y el veteado”.
Arroqui describió que una adecuada recría invernal “permite aprovechar el pasto de primavera y llegar con novillos de mayor peso a fines del verano” y graficó que “la buena asignación de forraje (kilo de MS cada 100 kg de pesos vivo) permite tener ganancias de peso de 700 y 800 gr/d”. En el caso de tener limitaciones de forraje, apuntó, “el uso de suplementos energéticos (granos y silaje) permiten amortiguar las deficiencias”.
En otro orden señaló que, cuando el forraje es de baja calidad, la suplementación con concentrados proteicos como expeller de soja o girasol incrementan el contenido ruminal de proteína mejorando la tasa de digestión y la tasa de pasaje del forraje, lo cual el estatus nutricional del animal.
En lo que hace a la producción de carne, la suplementación tiene “dos impactos”: mejora la ganancia de peso individual y aumenta la carga receptiva del campo. “Las combinaciones de ambas respuestas se traducen en un incremento de la productividad por hectárea ganadera”. (fuente Noticias AgroPecuarias)