La soja, como el maíz, no inició su mejor ciclo productivo. Tal vez, la oleaginosa tuvo “más suerte” porque, sobre el final de la ventana óptima de siembra, se presentaron “lluvias salvadoras” que permitieron un avance rápido de la siembra en la última semana. Para algunas zonas, esas lluvias fueron tan poco que alcanzó para algunos días.
De acuerdo a la Bolsa de Comercio de Rosario, se sembró un 47% de la soja de primera, lo que representa 1,9 millones de hectáreas de las 4,1 millones totales que se esperan implantar en la región núcleo. Las lluvias del fin de semana fueron el detonante para esta significativa reactivación de las labores de siembra.
Hasta ahora, según la entidad, el avance de siembra de soja de primera sigue siendo el más bajo: respecto al promedio de los últimos 5 años, está demorado en 42%.
Un técnico de la localidad de Pergamino (Buenos Aires) dialogó con la Bolsa rosarina y aseguró que, “en un buen año, este atraso en la fecha de siembra significaría entre un 10%-15% de caída respecto a los rindes potenciales. Hay estudios que sugieren que la caída en rendimiento puede llegar hasta los 30 kilos por hectárea por día, sembrando después del 15 de noviembre”.
Márgenes
El horizonte productivo que se traza el productor de zona núcleo para soja de primera suele estar entre los 40 a 50 quintales por hectárea. Pero, ante la falta de agua en los perfiles y la tercera “Niña”, más la falta de humedad arrastrada desde campañas anteriores, ya se proyectan 35 quintales de rendimiento para el cultivo y “siendo optimistas”, dicen los asesores técnicos de la zona centro .
Uno de estos asesores explica que, “para que la soja de primera pueda rendir 35 quintales deberían llover todas las semanas 25 milímetros hasta R5 (llenado de granos)”. Muy poco probable.
Entones, esto significa que hay un escenario generalizado de quebranto en la región aún cuando la soja está siendo sembrada.
De acuerdo al análisis de la Bolsa, para que los números sean favorables para la soja de primera son necesarios en campo propio, al menos, 18 quintales por hectárea para pagar el alquiler. En este caso, el rinde necesario para la capturar rentabilidad trepa por encima de los 40 quintales.
El último año, los costos de los alquileres subieron 2 quintales por hectárea de soja este año.
De esta manera, la Bolsa indica que si se consideran tres escenarios potenciales de rindes logrables para la campaña 22/23: 45 quintales por hectárea; 35 quintales y 25 quintales, solo en el primer caso los productores ganarían tanto en campo propio como en alquilado.
Pero con una cosecha de 35 a 25 quintales, las perdidas en campo alquilado oscilarían entre los 150 a a 450 dólares por hectárea, respectivamente. (fuente Infocampo)