Hace un mes, el estado hídrico de los suelos comenzaba a agravarse. Progresaba el crecimiento y el desarrollo de la soja y el maíz de primera, demandando cada día más agua para sostener ambos procesos fisiológicos. Al mismo tiempo, se cosechaba el trigo, y se dudaba sobre la siembra de la soja y el maíz tardíos por la deficitarias condiciones de humedad de los primeros centímetros de suelo.
Con el transcurso de diciembre, la falta de humedad terminó siendo crítica. Justo a tiempo volvieron las precipitaciones en cantidad desde antes de fin de año y se repitieron con el comienzo de 2020. Por ahora, tanto el agua útil, disponible en los primeros centímetros de suelo, como el agua del perfil, hasta el metro de profundidad, aumentó, asegurando, al menos, un piso de rendimiento para la soja y el maíz de primera fecha de siembra. También significa una sustancial mejora en la condición para los plantíos tardíos.
Los aportes hídricos favorecieron al sur agrícola, sobre todo, provocando una notoria reducción de los focos de sequía. De todos modos, la mayor parte de los suelos del centro – sudeste de Buenos Aires se encuentra en la categoría de reservas escasas.
Paralelamente, las mejoras fueron más sustanciales sobre la Cuenca del Salado que indican niveles de regulares a adecuados. Por otra parte, más hacia el este, desaparecieron los excesos de agua que afectaban zonas puntuales del centro de la provincia de Entre Ríos y sur de Corrientes.