Ricardo Julián Santamarina, un veterano agricultor de Santa Fe, levanta la vista de la coyuntura y estudia agregar valor a parte de su producción de maíz convirtiéndolo en carne de cerdo. Compradores no le van a faltar. Se estima que China importará cuatro millones de toneladas del producto en 2019, para compensar el estrago provocado por la peste porcina. Los principales países exportadores no podrán abastecer esa abrupta demanda adicional.
Daniel Fenoglio, vicepresidente de la Asociación de Productores de Porcinos y presidente del establecimiento Cabaña Argentina, expuso recientemente en una reunión organizada por el Movimiento Compromiso Federal de la Sociedad Rural Argentina algunos datos para tener en cuenta.
El principal país productor de carne porcina es China, que generó la friolera de 56 millones de toneladas por año en los últimos ciclos (la mitad de la producción mundial), a partir de 500 millones de animales. Le sigue la Unión Europea, con 24 millones, y Estados Unidos, muy lejos, con 10 millones. En Sudamérica lidera Brasil, con 3,7 millones, mientras que la Argentina muestra un muy modesto registro, que equivale a aproximadamente el 1% de la producción china.
El principal país importador donde podrían recalar los productos derivados de los cerdos producidos por Santamarina también sería justamente China, que consume anualmente 58 millones de toneladas del producto (para tener un dato comparativo, basta indicar que el consumo anual de carne vacuna en la Argentina fluctúa de 2,5 a 3 millones de toneladas). Históricamente China importaba 2 millones de toneladas por año, pero pasará a 4 millones en 2019 por los estragos provocados por la peste africana. El consumo por habitante en ese país es de 40 kilos por año.
El segundo importador mundial es Japón (1,5 millón de toneladas); le siguen México (1,2 millón) y Corea del Sur, con 700.000 toneladas (demanda más que toda la producción argentina de carne de cerdo).
Los principales exportadores no podrán atender el bache productivo chino, que se abasteció históricamente de la Unión Europea, Estados Unidos y Brasil. Sucede que Europa embarca 3,2 millones de toneladas por año -principalmente desde España- a varios destinos; Estados Unidos exporta 2,8 millones y nuestro vecino, 900.000 toneladas.
Frente a ese contexto de oportunidad, la Argentina puede considerarse un país ideal para producir carne porcina. Hay bastantes datos positivos para que Santamarina se anime a seguir adelante con su proyecto. «Nuestro país tiene 0,16 cabezas porcinas por hectárea cultivable vs. 2,4 de Europa y 6,2 de China. El consumo interno alcanza 17 kilos por habitante y muestra tendencia creciente», enumeró Fenoglio. Hay camino para crecer, entonces.
Otros datos: la Argentina solo procesa el 10% del grano que produce; Estados Unidos, el 70%; nuestro país no usa hormonas en la producción animal, un argumento fuerte ante consumidores exigentes.
La producción nacional tiene muchas posibilidades de desarrollo: la faena viene creciendo a razón de 10% anual. Las exportaciones también crecen, pero suman solo 23.000 toneladas por año (aproximadamente el 1% de lo que China importó históricamente) y se han orientado hacia Rusia, Hong Kong, Angola, Ghana y Costa de Marfil.
Las cinco claves de la demanda
Consumo
La carne porcina ocupa el primer puesto en el consumo mundial de carnes, que alcanza los 113 millones de toneladas. Representa el 41% del total vs. el 32% de la carne aviar, el 22% de la vacuna y el 5% de la ovina y caprina.
Conversión
El cerdo es una especie animal que convierte eficientemente el alimento en carne. Alcanza valores medios de 2,4 kg de alimento para producir 1 kg o menos de carne, cercanos a los de la avicultura, y produce una carne sabrosa, con ácidos grasos saludables.
Proceso
Una cerda desarrolla un proceso productivo que permite producir 3800-4000 kilos de carne por año a través de 2,5 partos por año y con la venta de 30 capones por año. Las instalaciones no requieren grandes superficies.
Impacto
La actividad porcina genera 35.000 puestos de trabajo en forma directa, que atienden a 300.000 madres. Los capones terminados son comprados por la industria que los faena para producir varios productos: fiambres -jamón, paleta-, carne fresca -bondiola, carré- y embutidos.
Comercialización
Para aprovechar la oportunidad de aumentar las exportaciones, habría que crecer en producción. También habría que conseguir la habilitación para exportar a China subproductos como patitas, manitos, cabezas y menudencias, que permitirían mejorar la comercialización de la res.