jueves, octubre 31, 2024
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Por miedo a la chicharrita y el clima se sembrarían 2 millones de hectáreas menos

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El cultivo estrella de Argentina, que se consolidó como el abanderado del avance tecnológico, cae ante la incertidumbre de la chicharrita y el clima. El maíz podría sufrir una baja interanual de 21% en su superficie, caída que representaría 2 millones de hectáreas. Así lo señaló Cristián Russo, de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) al dar a conocer la primera proyección de siembra maicera 2024/25 del servicio de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario. “Así, luego de nueve años de crecimiento, caería el área de maíz”, indicó.

De materializarse estas primeras intenciones de siembra, no habría habido una reducción relativa de área de esta magnitud en 17 años en este cereal. Esto es, desde la campaña 2008/09, la primera campaña de la serie de GEA. Las razones de esta caída son varias, pero el principal protagonista de este quiebre es una bacteria, el Spiroplasma kunkelii, transmitida a través de la chicharrita, señaló el analista.

Hasta hace poco, la enfermedad que causa el achaparramiento del maíz era endémica del norte del país pero el nivel de población de la chicharrita creció en forma alarmante, expandiéndose territorialmente, en la última campaña. Llegó a afectar significativamente al maíz en el centro del país e incluso a tener presencia en el sur de la región pampeana.

El informe GEA recordó que, en el norte del país, los rindes cayeron entre un 50% y 70% y las pérdidas en áreas que no se cosecharon van del 25 al 60% del área total cultivada. Chaco y Santiago del Estero son las dos provincias más afectadas. “Allí manifiestan que esta campaña es definitoria para gran parte del sector: no pueden fallar este año para seguir en negocio de la producción agrícola”, enfatizó Russo.

El analista explicó que la chicharrita afecta principalmente a las siembras tardías y los peores efectos se han visto en los lotes sembrados después del 10 de diciembre. En la campaña 2023/24 se sembró el 65% del maíz en forma tardía, esto es, después del 15 de noviembre.

La incertidumbre respecto de la población de chicharrita y los efectos sufridos por esta enfermedad son los principales motivos manifestados para querer evitar estas fechas de siembra. Ello lleva a que se dependa aún más de las lluvias de setiembre y octubre, en un año en el que se espera que comience a actuar una «Niña» moderada a partir de setiembre/noviembre.

“Esto es muy importante para entender que las intenciones manifestadas pueden cambiar ante buenas lluvias, o su ausencia. Lamentablemente, en las últimas 4 campañas las lluvias de setiembre han estado bastante lejos de cumplir con las estadísticas mensuales de precipitaciones”, explicó.

El de este año plantea un panorama muy difícil y de alta incertidumbre para el maíz, que se ve reflejado en un fuerte retraso de ventas de insumos. Aún en el mejor de los casos, en el que llueva en la primavera como el sector espera, gran parte de la siembra maicera argentina quedaría concentrada en fechas tempranas y con un alto riesgo climático ante falta de lluvias en el periodo crítico, es decir, entre diciembre y enero.

De materializarse la reducción del área de 21%, se estarían cubriendo 7,67 millones de hectáreas con maíz para la campaña 2024/25, de esta manera Argentina podría producir 49 millones de toneladas. Este cálculo contempla un escenario normal de clima y tiene en cuenta que 6,17 millones de hectáreas serían cultivadas para grano.

Ajuste de cuentas

La GEA revisó las estadísticas sobre el área implantada con maíz 2023/24, que se habría aproximado a 10 millones de hectáreas. El ajuste de la producción pasa de 47,5 millones de toneladas a 49 millones, a partir de un rinde promedio nacional de 65,4 quintales. “Hay grandes ajustes negativos en superficie no cosechada en las zonas más afectadas por el achaparramiento del maíz y también hay ajustes a nivel de rendimientos”, explicaron los técnicos.

Y concluyen: “El maíz estaría llegando al final de la cosecha con datos que muestran que ha sido una apuesta enorme del productor argentino, pero que lamentablemente se encontró con el problema del achaparramiento del maíz. Con este nivel de siembra, Argentina debería haber superado los 67 millones de toneladas pero llega al final de su recolección con una producción de 49 millones”. La chicharrita fue responsable de la “no materialización” de 18 millones de toneladas de maíz. (fuente AgroClave)