Gracias al aumento del consumo de cerdo y a la adopción de tecnología –promovida por el INTA–, la actividad se expandió hacia áreas no tradicionales.
La producción porcina a pequeña escala ocupa el 90 % del sector, por lo que esta actividad juega un rol importante tanto del sustento socio-económico de las familias como en la oferta de alimentos al mercado regional. Existe un trabajo conjunto entre los productores y los técnicos del INTA para potenciar el sector y serán uno de los temas del Congreso de producción porcina en Chaco, del 9 al 12 de agosto.
De acuerdo con Jorge Brunori –referente en materia porcina del INTA Marcos Juárez, Córdoba– con más del 70 % de los cerdos del país, la producción nacional se concentra en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
No obstante, Brunori destacó la expansión del sector: “Las regiones del NEA y del NOA han crecido a un ritmo sostenido así como otras áreas no tradicionales como Cuyo y Patagonia, donde la cría de cerdos mostró un incremento constante en número de productores y stock”.
De acuerdo con el técnico, “los factores que movilizaron el crecimiento del sector porcino fueron el aumento del consumo de carne de cerdo, sobre todo en fresco que alcanzó el 164 % en los últimos 20 años, y la adopción de tecnología”.
En este sentido, aseguró que la mayor parte de los cambios tecnológicos se registraron en los estratos más grandes, por lo cual insistió en la importancia del asociativismo como estrategia para incentivar la competitividad de pequeños y medianos criadores.
ASESORADOS Y ACOMPAÑADOS, ES MEJOR
A fin de potenciar la producción porcina en la Patagonia, se difunden diversas técnicas que benefician la actividad. En este sentido, Daniel Rossi –asesor privado de la zona de Alto Valle– detalló que una de las técnicas más conocidas en la región del Valle Medio de Río Negro es la cama profunda.
Se trata de una tecnología, basada en el ordenamiento del sistema más que en la necesidad de realizar grandes inversiones, que permite expandir la actividad hacia zonas no tradicionales, se adapta a la pequeña y mediana escala y mejora la productividad de las unidades en más de un 40 %, respecto del confinamiento a campo.
“Brindarle un clima de confort a los porcinos mejora la convertibilidad en su alimentación, lo que impacta favorablemente en los rendimientos de los pesos”, detalló Rossi y agregó: “Esto puede ser complementado con el uso de bebederos, comederos, jaulas de gestación y corrales a fines de cumplir con una mejora en el bienestar animal”.
Este fue el caso de Carlos Olave, un productor porcino de Lamarque –Río Negro– que, gracias al aporte del INTA, pasó de producir lechones a capones, mediante la implementación del sistema de cama profunda.
“Empezamos en 2009 –recordó– con cuatro chanchas y sólo producíamos lechones. Con el apoyo técnico del INTA entendimos que la rentabilidad de la crianza de cerdos no era producir más kilos de carne sino vender cantidad de animales”.
Así fue como este productor rionegrino implementó el sistema de cama profunda: “Los 40 centímetros de pasto permite que los animales no sientan las bajas temperaturas en invierno”, explicó Olave.
Además, destacó los numerosos beneficios de implementar esta tecnología: “No sólo el chancho está abrigado por esta cama de pasto sino que, además, permite absorber todos los efluentes de los animales”.
Otro caso de éxito en el que el acompañamiento del INTA fue clave es la experiencia de la Cooperativa PRODUCER del Chaco. Se trata de un grupo de productores que cria cerdos a partir de granos producidos por ellos mismos y comercializan carne fresca y chacinados en una boca de expendio propia.
Rene Filipo –productor de la Cooperativa– explicó que están juntos desde 2005, cuando sólo tenían cuatro chanchas madre y eran vendedores de ganado al pie: “Nos reunimos por necesidad y entendiendo que lo que hacíamos no era rentable”.
“A partir del asesoramiento del INTA, la Municipalidad y algunas otras instituciones nos fuimos armando. Así, pasamos de vender de 6 u 8 animales por semana a más de 30, además de los 900 kilos de chacinados elaborados cada semana con recetas propias”, indicó Filipo.
En este sentido, Evelin Delceggio –técnica del INTA Sáenz Peña, Chaco– detalló que la Cooperativa se perfeccionó en la producción primaria, compraron insumos y aplicaron técnicas de manejo para mejorar la genética y nutrición de los animales. De este modo, lograron mejorar las condiciones para comercializar a un precio justo.
“En sus inicios contaban con cuatro cerdas madres y con el paso del tiempo, la mejora genética y de la alimentación mediante las pasturas lograron incrementar la producción y alcanzar las 600 madres”, recordó Delceggio.