Se elevan los costos del ciclo agrícola 2015/16

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Campaña de riesgo para los granos. Los costos del ciclo agrícola 2015/16 llegarían a elevarse en la argentina hasta los u$s 11.000 millones.

Sólo para implantar los cinco principales cultivos anuales, los agricultores argentinos deberán desembolsar este año alrededor de u$s 9.000 millones, cifra que se eleva a algo más de u$s 11.000 millones si se considera la totalidad de los granos. El número impacta, especialmente considerando que los costos de producción mantienen su tendencia alcista, mientras que las cotizaciones internacionales agrícolas no parecen revertir las bajas que se suceden casi desde 2013, y que sólo a modo de ejemplo, en el caso de la soja, marcan un retroceso de alrededor de u$s 300 por tonelada, desde aquel récord de u$s 650 en septiembre de 2012.

Las inversiones por hectárea, que oscilan en u$s 250 y pueden llegar hasta cerca de u$s 500, según el cultivo (sólo para la implantación), se complican también por el clima que afectó especialmente en la última campaña y que según los principales pronosticadores va a seguir con fuertes oscilaciones también este año, lo que puede afectar, además, el ritmo de la cosecha gruesa aún pendiente. La proyección, tras la posibilidad de fuertes precipitaciones antes de Semana Santa, es que para el largo plazo se amplíe el área seca desde el centro de la Pampa Húmeda hacia el norte y el oeste.

Lo cierto, de todos modos, es que aun con buen clima para completar la recolección de 2014/15, y arrancar la siembra de la nueva campaña, esta vez el principal cuello de botella se estaría presentando por el lado económico.

Los indicadores son inapelables. Desde la caída en la utilización de insumos, sobre todo en los dos últimos ciclos, hasta la falta de renovación de la maquinaria agrícola, pasando por las restricciones crediticias (que incluyen las limitaciones de la banca oficial para dar préstamos a los productores sojeros), todo apunta a una profundización de la caída que ya en la campaña que está terminando había determinado un marcado retroceso del área total de siembra -algunos hablan de al menos 2-3 millones de hectáreas-, desde su máximo de casi 37 millones de 12/13, según las cifras oficiales (no siempre homologadas luego por la realidad).

Aun así, suponiendo un área similar a la pasada, las perspectivas que enfrentan hoy los productores, son sensiblemente peores a las que preveían hace 12 meses atrás.

El tema cobra una magnitud superior al estimar las transferencias adicionales de precio de parte de la producción primaria hacia otros sectores de la cadena productiva, a partir de una serie de normas oficiales que alteran artificialmente los mercados.

El caso del trigo es uno de los más patéticos -y emblemáticos-, ya que la Argentina llegó a abastecer a 64 mercados en los años 90, mientras que en 2013 la producción prácticamente no alcanzó siquiera para cubrir la demanda del mercado interno y hubo que utilizar hasta granos contaminados con fusarium (un hongo tóxico).

La causa de esto, naturalmente, es la caída de la renta del cultivo a causa del aumento de los costos, la baja internacional de los precios, y las millonarias quitas adicionales que provoca la manipulación del comercio. Ahora mismo, los corredores de todas las Bolsas de granos del país (Rosario, Buenos Aires, Bahía Blanca, Entre Ríos y Santa Fe) alertaron sobre los $ 4.321 millones que se le están privando al sector, sólo por la falta de adjudicación de ROE (los permisos de exportación) que permitan la venta al exterior de unas 3 millones de toneladas adicionales del cereal liberando, a su vez, la competencia interna.

Obvio que esas sumas que se restan al circuito, además de provocar bajas en los precios de la mercadería, representan también menores montos de inversión para la nueva campaña que se suman a las restantes restricciones.

Los corredores se suman así al coro de reclamos por la derogación de la Resolución 543 (que instituyó los ROE en mayo de 2008) y que afecta a todos los productos, ya que hay ROE «verdes» para granos y subproductos, «blancos» para lácteos, «rojos» para carne, etc., los que generan desfases de precios en todos los mercados, aunque su incidencia es variable en cada caso (aunque siempre negativa).

Pero además de la remoción de ésta y otras muchas restricciones que están frenando el crecimiento de la producción, el punto es la oportunidad para hacerlo. Por caso, para el trigo la medida debería ser perentoria, ya que en estas semanas se están tomando las decisiones de siembra de lo que se va a cosechar a partir de noviembre-diciembre próximo. Si la medida fuera adoptada recién a partir de mediados de año, sus efectos (positivos) habría que esperarlos recién para la cosecha de fines de 2016.

Así las cosas, las perspectivas para la campaña agrícola 2015/16 que está a punto de comenzar y que, como se señaló requeriría la friolera de u$s 11.000 millones sólo para su implantación, son coincidentes para la mayoría de los analistas ya que, si bien los productores siempre «apuestan hacia delante», o sea, ya a 2016 cuando se espera que se produzcan varias correcciones en materia de política económica interna, la realidad económica de hoy indica que es más probable un nuevo retroceso en el área total de siembra, menor utilización de insumos, más atraso en la renovación del parque de maquinarias y, sobre todo, un incremento sustancial en el nivel de endeudamiento del sector.