Los lotes de soja se encuentran atravesando un fuerte ataque de isocas bolilleras. Los casos ya se habían visualizado durante diciembre y fueron controlados, pero antes de las precipitaciones de la última semana de enero comenzaron nuevamente los ataques. “Todo el estrés hídrico que sufrió el cultivo de soja por la falta de lluvias que veníamos padeciendo, generaron un escenario favorable para que plagas como la isoca bolillera incremente su densidad poblacional. Esto hizo que previo a las últimas lluvias, hubiera una gran cantidad de adultos y gran cantidad de postura de huevos. Esos huevos eclosionaron y ahora estamos viendo un importante ataque en la mayoría de los lotes de soja de la región”, explicó el Ing. Agr. Ricardo Miranda en diálogo con El Correo.
Esta plaga produce dos tipos de daños, un daño en los brotes y un daño cuando come la chaucha o directamente del grano que está en formación, este el daño que más preocupa y el que más se está observando. “Este daño lo denominamos como daño directo ya que la planta prácticamente no tiene posibilidades de recuperar ese efecto adverso que le produce la plaga. Estamos viendo altas presencias, cinco o seis bolilleras por metro, cuando el umbral es uno o hasta menos”, añadió el especialista.
Ante esta situación, se recomienda monitorear los lotes para determinar qué tipo de tratamiento aplicar. “Significa recorrerlos y determinar dónde está la plaga, de qué se está alimentando y qué cantidad de individuos estamos encontrando por metro lineal de surco. Esto es importante porque en base a esto y a lo que determinemos, puede estar el éxito y el fracaso de las medidas de control que se utilicen. La plaga se encuentra ya alimentándose de chauchas, por lo tanto, lo que vamos a necesitar más que un insecticida que tenga residualidad, sería un insecticida que tenga poder de volteo para tratar de controlarla lo más rápido posible ya que al ser un daño directo el que produce, la planta tiene menos tiempo de recuperación”, remarcó Miranda.
También se refirió al promedio de isocas que deberían encontrarse por metro. “En situaciones, donde la isoca se está alimentando de chauchas y granos, el umbral de acción que se toma es el de 0,5 isocas por metro de promedio, en estos momentos estamos encontrando de una a seis bolilleras por metro”, detalló.
Los puntos a tener en cuenta en un ataque de plagas como la bolillera son el monitoreo y los controles, pero esos controles también tienen sus indicaciones para lograr que sean exitosos. “Para un control adecuado de la plaga debemos tener una buena aplicación con un producto adecuado. Las pastillas que se usen tienen que permitir una pulverización lo más fina posible, trabajando a mucha presión para que logre penetración en el canopeo porque al estar tan cerrado, cuesta que la gota llegue al tercio medio de la planta que es donde se pueden encontrar las isocas”, describió el Ing. Agrónomo.
Otro detalle no menor para una aplicación exitosa, es el horario para reliazar los trabajos. “Tenemos que hacerlo en un momento donde la isoca quede más expuesta, eso generalmente puede ser en las últimas horas de la tarde. Si vas a hacer una aplicación al mediodía, la isoca va a estar guarecida de las altas temperaturas en el estrato medio inferior de la planta y es muy probable que no se llegue con el insecticida para controlarla, por otro lado, se aumenta la evaporación de esa gota fina que se necesita para penetrar todo ese canopeo”, subrayó Miranda.
“Hay un ataque importante de bolillera en todos los lotes, inclusive en aquellos lotes donde se habían hecho tratamiento previos para el control. Hay que identificar bien la plaga, hacer bien un monitoreo para contar el número de individuos para ver de qué se está alimentado, de brotes o de chauchas y granos en formación y en base a eso decidir qué producto utilizar y lograr la mejor aplicación posible para poder controlarla”, resumió. (fuente El Correo de Firmat)