Abundantes suministros a nivel global, normalización de los patrones climáticos, necesidades financieras de los productores y un techo de precios en torno de los 250 dólares son algunos de los factores.
Pese a la incertidumbre que ronda en torno de un factor tan impredecible como el clima, al momento no se encuentran argumentos para pensar que su desempeño pueda reducir las perspectivas productivas, al menos para nuestro país.
Antecedidos por una campaña que arrancó con los excesos hídricos, este 2014/2015 viene encontrando un equilibrio bastante saludable sobre todo en zonas de la región central agrícola. Las condiciones óptimas continuarían en el inicio de febrero, impulsando al crecimiento de los cultivos, especialmente de aquellos implantados en fecha tardía.
A la hora de la toma de decisiones, hay que ubicar la coyuntura de precios local dentro de un contexto global, donde coexisten tres grandes productores de soja. Uno de ellos es Estados Unidos, cuya última cosecha logró recomponer existencias y las cancelaciones de embarques con destino a China quitaron tensión al mercado, siendo la demanda prácticamente el único sostén que encontraban los valores futuros de la soja en el mercado de referencia.
El otro gran jugador mundial es Brasil, donde según diversas estimaciones la producción podría quedar por debajo de la augurada al inicio de la campaña. No obstante las sequías –que tomaron una preponderancia relativa en el mercado– los guarismos esperados tras un posible ajuste seguirían siendo récord para el país vecino y no serían suficiente fundamento para reavivar a las cotizaciones, mientras que las perspectivas climáticas de febrero permitirían a priori recuperar los perfiles de humedad.
En materia comercial local, la demanda trató de traccionar durante los últimos días un volumen cuyo ritmo de comercialización viene realmente atrasado, tras la poca animosidad del productor argentino de deshacerse del grano. Lo cierto es que a valores actuales podría llegar a costar la originación de soja por parte de las fábricas, cuando muchas de ellas están en un ratio comprometido de uso de la capacidad de sus plantas y necesitarán alimentar la molienda. Por su parte, la posición mayo 2015 en el Mercado a Término de Buenos Aires se deprimió para alcanzar un mínimo muy cercano al piso tocado en octubre pasado cuando se ubicó en torno de los 232 dólares.
Pese al gris escenario en materia de precios, no podemos ignorar el hecho de que en la toma de decisiones impacta de manera directa la coyuntura económica actual.
Recordemos que el sector arrancó la campaña muy posicionado ante un ajuste en el tipo de cambio, tras el pálpito de que se repetiría la película del año pasado, y acompañado con una encarecida (además de difícil) toma de crédito a tasas siderales.
PERSPECTIVA
La lógica indica que el sector oferente tendrá que salir a cubrir sus vencimientos financieros y por ello podría volcar parte de su mercadería –alrededor de un 40 por ciento de su producción antes de mediados del año–, pese a los elevados saldos que podrían quedar pendientes de vender ( carry entre campañas).
Abundantes suministros a nivel global, normalización de los patrones climáticos que pusieron en duda al afluente de oferta brasileña, necesidades financieras que podrían obligar a productores a vender para hacerse de “caja”, techo de precios en torno de los 250 dólares, según lo observado hasta hace unas semanas para la próxima campaña.
Con esta serie de argumentos, para aquel productor que aún no aseguró precios sería prudente comenzar a considerar los valores de soja nueva, con la posibilidad de quedar en dólares, y aprovechando a tomar el mercado invertido, que ronda los 38/40 dólares.