Los industriales les trasladan la caída de la cotización internacional. Además, sobra leche y la demanda no reacciona.
En la Argentina sobra leche. De la buena, la que sirve para hacer quesos o yogur. Pero los sectores más poderosos de la cadena láctea han vuelto a depositar todo el peso del ajuste sobre las espaldas del productor. En efecto, según diversas fuentes, ya comenzaron los descuentos tan temidos por los tamberos, muchos de los cuales trabajan por debajo de sus costos de producción.
La Cámara de Productores Lecheros de la Cuenca Oeste de Buenos Aires informó que el precio de la leche cruda en esa región “cayó alrededor de 3% en los remitos de junio (10 centavos)”. Respecto de igual mes de 2014, el precio al productor subió solo 10%, muy por debajo de la inflación y la suba de los costos. La entidad advirtió además que los tamberos cobrarían todavía menos en julio.
Desde Santa Fe, en tanto, el diario Castellanos informó que para fin de la semana próxima muchos productores “empezarán a percibir los montos por la leche de junio, en algunos casos con pagos diferidos y hasta en tres cuotas, con recortes en el precio que van de los 12 a los 18 centavos”. La fuente, desde el centro de la principal cuenca lechera, indica que “incluso se escucharon ya propuestas de llevar para agosto y setiembre el precio a los 2,70 pesos”. La excepción a esta regla parece ser SanCor, que por ahora asegura a todos sus tamberos un precio de 3,30 pesos.
Las razones de las bajas aplicadas por la industria son la caída de los precios internacionales de la leche en polvo (que desmejora la capacidad de pago de las empresas) y una visible sobreoferta de materia prima en el mercado local, que ya no da abasto para recibir leche pues no tiene dónde colocar los productos elaborados.
Sucede que el consumo interno está en sus niveles históricos de 200 litros por año y por habitante, sin chances de crecer. Y las exportaciones, por efecto del retraso cambiario, se contrajeron un 25% respecto de 2014.
Por cierto, los diferentes eslabones de la cadena (productores-industria-cadena comercial) han sido incapaces de sentarse a negociar cómo distribuyen de modo equitativo el peso de un ajuste necesario, que así recae con todo su peso sobre el productor.
El gobierno mira para otro lado: no quiso o no pudo comprometer a los supermercados para que achiquen sus márgenes. Y hasta el poderoso sindicato de la industria láctea, ATILRA, se comprometió a gestionar una reunión con los industriales. Pero ese encuentro podría concretarse recién la semana próxima, con los descuentos ya en vigencia.