En el noreste argentino, la siembra de girasol ya comenzó, mientras que los primeros lotes de maíz empezarán a implantarse en los próximos días. La soja todavía tiene un período mayor de espera, pero no hay que descuidar los barbechos hasta que llegue el momento de la siembra.
De cara a estas labores, un factor esencial es estar atento a las plagas; sobre todo, al complejo de orugas cortadoras que están presentes en el suelo y afectan a los cultivos desde que comienzan a emerger.
Según Santiago Pascual, coordinador de servicio técnico de FMC, en la zona norte de La Pampa, el oeste y norte de Buenos Aires y sus colindantes del sur de Córdoba y sur de Santa Fe son las regiones con mayor problemática.
Intensificar los monitoreos es muy importante: una sola oruga cortadora, en su época de mayor actividad, puede cortar de ocho a diez plantas de girasol, entre cuatro a ocho plantas de maíz.
“Lo que hacen estas orugas, es cortar la plántula de Girasol o Maíz en el tallo a nivel del suelo, y eso genera un menor stand de plantas por superficie y, por ende, un menor rendimiento final por hectárea. Por ej, si uno quería lograr 50.000 plantas por hectárea y nos quedan 40.000, es muy probable que tengamos una menor producción potencial”, explica Pascual.
Umbrales
Desde el punto de vista del representante de FMC, los sitios donde podemos encontar una mayor densidad poblacional de estas orugas son los lotes que vienen de rastrojos de Soja de primera del año anterior y en las zonas bajas de los mismos.
“En resumen, si vamos a sembrar en un lote que viene de soja de primera y tiene una zona baja, ahí es donde primero tenemos que monitorear, porque es probable que tengamos presencia de cortadoras en esas zonas”, enfatiza Pascual.
Sobre los umbrales, agrega que “la tolerancia a orugas cortadoras por metro cuadrado debe ser mínima o casi nula”. De acuerdo con datos del Inta, en girasol, en pre-siembra, 0,05 orugas por metro, lo que significa unas 500 por hectárea y una vez emergido, hasta un 3% de las plantas cortadas más una oruga cada 100 plantas.
En maíz en pre siembra 0,05 a 0,1 orugas por metro (entre 500 y 1.000 por hectárea), y en emergencia un 5% de plantas cortadas más dos orugas cada 100 plantas.
No retardar los monitoreos y tomar decisiones de hacer tratamientos o no en tiempo y forma es clave, porque para controlar esta plaga, algo muy importante es la eficiencia. “Si logramos una eficiencia del 80%, y tengo una sola oruga por metro y hago un determinado tratamiento, es probable que la controle; pero si tengo una población de cinco por metro, nos va a quedar una sin controlar”, ejemplifica.
Productos
Bajo este panorama, FMC propone tres opciones de insecticidas para controlar a las orugas cortadoras:
Coragen. Es un producto que pertenece a la familia de las diamidas, banda verde y se recomienda con una dosis de 40 a 60 centímetros cúbicos por hectárea, en pre siembra de los cultivos.
“Es muy importante aplicarlo entre siete y diez días antes de la siembra, ya que se necesita que se incorpore al rastrojo antes de que emerja el cultivo, debido a que sobre la plaga actúa por ingestión del rastrojo”, menciona Pascual.
Mustang. Compuesto por Zetametrina al 20% (EW), pertenece al grupo de los piretroides, actúa de dos maneras: por ingestión y también por contacto. “Es una emulsión de aceite al agua; esta formulación diferenciada hace que no se adhiera al rastrojo, porque lo que uno quiere en este caso es que producto llegue debajo del rastrojo y controle por contacto”, afirma Pascual.
Otra cualidad es que tiene baja probabilidad de lavado por lluvia. La dosis de registro es de 80 a 100 cc/ha en preemergencia de los cultivos. Y un aspecto importante es que también tiene buen control de “chinche de los cuernos” pensado en maíz, pero con una dosis que va de 250 a 300 centímetros cúbicos/ha.
Archer plus. Compuesto por Gammacialotrina al 15% (CS), también del grupo de los piretroides y consiste en una suspensión encapsulada, banda azul, que actúa sobre la cortadora por contacto e ingestión. La dosis es de 20 a 25 cc/ha en preemergencia de los cultivos.
“Si lo comparamos con el otro piretroide, lo que tiene este producto es que se va liberando lentamente sobre el rastrojo, ya que las microcápsulas se van liberando a medida que pasa el tiempo, dando una mejor persistencia”, sintetiza Pascual.