Trigo bajo riego en el norte de la Patagonia

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Bajo riego, empresas agropecuarias ligadas a Aapresid lograron en el norte de la Patagonia rindes de trigo superiores a los 10.000 kilos por hectárea.

Según informó la entidad, hay cuatro empresas con establecimientos a orillas del Río Negro que integran la Chacra Aapresid Valles Irrigados del Norte Patagónico (VINPA).

La producción de trigo bajo riego se inició en 2012 pero recién tomó mayor escala en 2015. «Este cultivo era altamente necesario para los sistemas locales que partían de suelos prístinos de escaso desarrollo, pobres en estructura y en materia orgánica. Esta gramínea sería clave para aportar cobertura, generar carbono y mejorar los niveles de infiltración de estos suelos», dijo Magali Gutiérrez, líder de la Charca.

En la región se evaluaron materiales de distintos ciclos y se analizaron las series climáticas para optimizar la ubicación del periodo crítico, «dándose énfasis a entender la demanda hídrica para ajustar el manejo del riego», indicó Aapresid.

Se contó con el apoyo de Jorge Fraschina, de INTA Marcos Juárez, y de expertos de INTA Valle Inferior. Con ellos se desarrolla una evaluación fenológica y productiva de variedades bajo riego en distintas fechas de siembra.

La demanda hídrica se ubica en 550 a 650 mm y, según la entidad, es clave mantener niveles superiores al 65% de capacidad de campo durante el período crítico para evitar momentos de estrés.

En la última campaña, «hubo rindes de hasta 9500 y 10100 kg/ha (14% humedad) en lotes de 60 a 90 hectáreas donde el manejo era todavía mejorable. Incluso los mapas mostraron sectores por arriba de los 15.000 kilos».

«Esto confirma estimaciones de ensayos previos que arrojaban un potencial medio de 12.600 kg/ha. Si consideramos que a campo se puede trillar un 80% de ese potencial, estamos hablando de rindes muy raros para nuestro país», indicó Gutiérrez.

En la región, el alto cociente fototermal (Q), que relaciona radiación y temperatura, favorece especialmente la generación del rendimiento de cereales de invierno como el trigo.

«El cociente Q en Norpatagonia es muy superior al de otras zonas del país y permite explicar los mayores rendimientos. A esto debe sumarse la gran disponibilidad de agua de calidad para riego», precisó Gutiérrez.

Entre otros puntos, hay que optimizar la producción de espigas/m2 de cada variedad, apuntando a un objetivo de 30.000 granos/m2 con un peso de mil granos igual o superior a 40 gramos.

«Para ello necesitamos que las espigas florezcan entre el 5 y el 10 de noviembre, con el fin de captar un máximo coeficiente fototermal y disminuir el riesgo de helada. A su vez, las mismas deben desarrollarse en ausencia de estrés hídrico y/o nutricional», señaló.